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MINISTERIO DE LA MARINA
Y DE LAS COLONIAS
París, 22 de septiembre de 1874
Recibirás al mismo tiempo dos cartas mías, querida madre, una casi oficial
pues será comunicada a mi padre, y es ésta. Mi padre, por expresarlo de algún
modo, ha perdido la cabeza y a mi me molesta mucho tener que impedirle que haga tonterías.
Ha escrito el domingo por la noche a Charles Douvre, después de haber recibido
de este último un despacho anunciándole que su padre estaba peor, y creo que
la carta que ha enviado en esta circunstancia, y de la qué yo no he tenido
conocimiento, no produjo más que un deplorable efecto. Él tenía una idea
fija, una única preocupación, no ir a Ruán, mientras todos los pretextos le
han parecido buenos y ha enviado a Charles Douvre cuatro páginas de reproches y de
cifras para probar que su padre le había robado, y terminaba diciendo que no
quería tener ninguna relación con la calle Jacques Lelieur, que ellos se
arreglasen como quisieran, que él se lavaba las manos. Cuando lo he visto
ayer por la noche, me ha hablado de esa carta. Yo no iba a insistir al respecto,
pero le he insinuado tímidamente que quizás sería mejor, bajo todos los
aspectos, que fuese a Ruán. Eso era lo que él temía por encima de todo y
todos sus razonamientos tendían a convencerse a sí mismo de que no debía ir
allí, y oyéndome hablar a mí de este modo, exclamó: « No, no, no iré, no
quiero ir allí ». Se imagina que lo quieren atraer allí para hacerle pagar todos
los gastos atrasados, ve por adelantado todas las escenas sentimentales e
interesadas que su hermana le tiene preparadas, y muestra un horror tan cómico
que no puedo evitar reírme. Su padre ya no está para nada en todo esto, no habla,
no piensa, pero fíjate que para entonces la factura del tendero de la calle
de Charrettes le va a ser pegada bajo la nariz tan pronto como ponga
el pie en la ciudad fatal...
Mientras discutimos, lo que se puede discutir con
él, ha llegado una carta de la señora Cord'homme1; esta vez, a pesar del dolor
real que se apreciaba en esa carta y su indignación contra mi padre, que se
negaba a tributar los últimos respetos a un moribundo, yo no he podido conservar mi
seriedad, en tanto veía claramente en mi tía Louise las mismas preocupaciones
que mi padre refiriéndose casi todo el tiempo a los gastos del entierro, creo
(¡Dios me perdone!...) que mi padre había dado a entender a Charles Douvre que
él no tenía intención de pagar nada. Pero la carta de mi tía era tan
particularmente insistente, que hemos creído, mi padre y yo, que mi abuelo estaba
muerto - ella nos dijo que no había más que 30 francos en el escritorio y que
esa era la gran preocupación de mi abuelo en sus últimos momentos. Después de
eso, y después de un arrebato violento por mi parte, mi padre le ha escrito
diciéndole que él pagaría su parte del entierro qué debía ser sencillo, pero
no fue la carta de mi tía lo que lo decidió a esto, ya que su intención inicial
era la de no pagar nada. No he podido hacerle cambiar esa frase. Ahora bien, si
mi abuelo no está muerto, esta carta es una barbaridad, da la sensación de
estar preparando por adelantado la muerte de un buen hombre. ¿Lo habrá hecho a
propósito Louise?
Esta mañana él ha recibido una carta de Charles
Douvre que le habla de los Mandamientos de Dios - Honrarás a tu padre y a tu
madre a fin de vivir mucho tiempo. Yo le he instado a responder a Douvre que él
no tenía que vivir mucho tiempo, pero mi broma no ha surtido mucho efecto.
Ha recibido al mismo tiempo una carta de Adèle
en el mismo tono y también ha perdido de tal modo la cabeza que no hablaba nada
menos que de ¡¡¡¡¡¡ irse a un campamento de Oriente !!!!!! Yo me reí con
tantas ganas de esta idea que él quedó totalmente desconcertado. ¡¡ Para
qué ir a Oriente !! Entonces le he explicado la situación tan claramente
como era posible, haciéndole comprender que el mundo no admitiría jamás que
existiese una razón lo suficientemente fuerte para impedir a un hijo rendir los
últimos honores a su padre.
Era inflexible, y repetía, «No iré, no quiero
ir a Ruán.» Al final he tenido una idea genial - le he enseñado el artículo
del «Nouvelliste de Rouen », del día siguiente a la muerte de su
padre, entonces fue presa de un miedo loco - él no irá a Ruán - pero conviene
que si mi abuelo te lo pide, tu harás bien en ir - y que Hervé y yo podamos ir
al entierro, él continúa diciendo, ni más ni menos, que la conducta
más sabía sería el hacer a los muertos lo que su padre le hizo a él.
Después le he decidido a tomar como pretexto un accidente que acaba de tener
para excusarse de no haber aparecido en el lecho de muerte de su padre ni en el
entierro.
Resumiendo. Tu puedes ir a Ruán si mi abuelo te
lo pide - y a mi parecer, harás bien en ir. Envía a Hervé al entierro si
quieres. En cuanto a mí, iré - de este modo el mal efecto producido por la
ausencia de mi padre será, por así decirlo, atenuada.
Conclusión. Mi padre es el más lamentable diplomático que yo haya jamás
conocido.
Adiós, querida madre, te abrazo de todo
corazón, al igual que a Hervé. Recuerdos a todo el mundo.
Puedo estar en Ruán en 2 o 3 días.
Tu hijo,
GUY DE MAUPASSANT
Ahora mi carta oficial.
MINISTERIO DE LA MARINA
Y DE LAS COLONIAS
París, 22 de septiembre de 1874
Querida madre,
Me he enterado ayer por mi padre que mi abuelo
estaba moribundo. Mi padre había recibido un despacho de Charles Douvre
llamándole a Ruán, pero como, ni en este despacho ni en la carta de la señora
Cord'homme, recibida más tarde, no decía que mi abuelo lo había solicitado,
mi padre ha creído su deber abstenerse de ir, temiendo, no sin razón quizás,
que no se le hacía ir más que para recibir una escena de ternura tras la cual
le sería imposible rechazar el involucrarse en los asuntos pendientes y pagar
las deudas corrientes en cuyo número no se dejarían de hacer
figurar las de la familia Cord'homme, puesto que, como bien sabes, ellos vivían
juntos, que la señora Cord'homme tiene mucho carácter y tenemos
muchas razones para dudar de su delicadeza. Ahora, como por supuesto el mundo no
comprenderá las razones que impiden a mi padre aparecer en Ruán en tales circunstancias,
se hablará en los periódicos de Ruán, lo que mas tarde podría hacernos mucho
daño en el caso de un litigio con Cord'homme. A mi padre no le parece mal que tú acudas a la cabecera del moribundo y que mi hermano y yo
hagamos acto de presencia en su
entierro. El accidente que acaba de sufrir servirá de pretexto a su ausencia y
de este modo evitará todas las complicaciones que pudieran resultar de una
desavenencia con la hermana cerca del lecho de muerte de su padre - en
semejantes momentos no se responde de si mismo y a mi abuelo podría quizás
serle arrebatada la promesa de no abandonar a la señora Cord'homme, y entonces
no se sabe lo que esto podría entrañar.
Hemos recibido de mi tía una carta muy peculiar
donde nos dice que de un moribundo casi se olvida todo, lo que, entre
paréntesis, es una confesión de los males de mi abuelo echándonoslos en cara,
y ella retuerce la carta de tal modo, que hemos creído que nuestro abuelo
había muerto. Habla de 30 francos encontrados en su escritorio, y dice que
el pensamiento de su miseria le atormentaba mucho en sus últimos momentos
- y pregunta a mi padre si tendría la intención de pagar su parte del
entierro. Mi padre ha respondido que pagaría su parte y a rogado al señor
Ernoult que le representase en esta ocasión. Como mi abuelo no esta muerto,
esta carta de negocios, donde todas las cuestiones de la inhumación son
tratadas, puede ser enojosa, pues nosotros le hemos escrito convencidos de
que todo estaba acabado.
Pienso que tu harás bien en acudir a la llamada
del moribundo y además por otra razón. Nosotros somos herederos de Emma
Fournier, en el mismo grado que la señora Cord'homme y esta última, si nadie
de nosotros se presenta en Ruán en semejante ocasión, podría determinar un
legado únicamente en su favor, por los medios de compasión ordinarios y
haciendo valer que si mi abuelo hubiera dejado solamente algunos miles de
francos nosotros nos habríamos precipitado todos hacia Ruán a la primera
noticia de su enfermedad. Mi padre se encuentra naturalmente disculpado por el
accidente que ha tenido - en su ausencia vas tú, y su hijo mayor,
que vive con él, también comparece. Es evidente que lo hacemos con su
aprobación, y que incluso le representamos en esta circunstancia; esto
podrá, hasta cierto punto, cerrar la boca a todas las lenguas viperinas de Ruán u otros lugares.
Adiós, querida madre, te abrazo de todo corazón
al igual que a Hervé. Saludos de parte de mi padre.
Tu hijo,
GUY DE MAUPASSANT
1 Louise de Maupassant, viuda de Alfred Le Poittevin, se había casado con
Cord'homme en segundas nupcias.
Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
MINISTÈRE
DE LA MARINE
ET DES COLONIES
Paris, ce 22 septembre 1874.
Tu recevras en même temps deux lettres de moi, ma chère mère, une quasi
officielle puisqu'elle sera communiquée à mon père, et celle-ci. Mon père a
pour ainsi dire perdu la tête et j'ai le plus grand mal à l'empêcher de faire
des bêtises. Il a écrit dimanche soir à Charles Douvre, après avoir reçu de
ce dernier une dépêche lui annonçant que son père était au plus mal, et je
crains que la lettre qu'il a envoyée en cette circonstance, et dont je n'ai pas
eu connaissance, n'ait produit le plus déplorable effet. Il avait une idée
fixe, une unique préoccupation, ne pas aller à Rouen, alors tous les
prétextes lui ont paru bons et il a envoyé à Charles Douvre 4 pages de
récriminations et de chiffres pour prouver que son père l'avait volé, et il
terminait en disant qu'il ne voulait plus avoir aucun rapport avec la rue
Jacques Lelieur, qu'ils s'arrangeraient comme ils voudraient, que lui s'en
lavait les mains. Quand je l'ai vu hier soir il m'a parlé de cette lettre. Je
n'avais pas à revenir là-dessus, mais j'ai insinué timidement qu'il vaudrait
peut-être mieux, sous tous les rapports, qu'il allât à Rouen. C'était ce
qu'il redoutait par-dessus tout et tous ses raisonnements tendent à prouver à
lui-même qu'il ne doit pas y aller - aussi, en m'entendant parler de la sorte,
il s'est écrié, « Non, non, je n'irai pas, je ne veux pas y aller ». Il
imagine qu'on veut l'attirer là-bas pour lui faire payer toutes les notes en
retard, il voit d'avance toutes les scènes de sentiment et d'intérêt que sa sœur
lui prépare, et il montre une horreur tellement comique que je ne puis
m'empêcher d'en rire. Son père n'est pour rien là-dedans, il n'en parle pas,
il n'y pense pas, mais vois-tu d'ici la note de l'épicier de la rue des
Charrettes qui va lui être collée sous le nez aussitôt qu'il mettra le pied
dans la ville fatale...
Pendant que nous discutions, autant qu'on peut
discuter avec lui, on a apporté une lettre de Madame Cord'homme1 ; cette fois,
malgré la douleur réelle qu'on voyait dans cette lettre et son indignation
contre mon père - qui refusait de rendre les derniers devoirs à un mourant -
je n'ai pu garder mon sérieux, tant je voyais clairement chez ma tante Louise
les mêmes préoccupations que chez mon père elle s'occupe presque tout le
temps des frais de l'enterrement, je crois (Dieu me pardonne !...) que mon père
avait laissé entendre à Charles Douvre qu'il n'entendait rien payer. Mais la
lettre de ma tante était si singulièrement tournée que nous avons cru, mon
père et moi, que mon grand père était mort - elle nous dit qu'on n'a trouvé
que 30 fr. dans le secrétaire et que c'était la grande préoccupation de mon
grand-père à ses derniers moments. Là-dessus et après une sortie violente de
ma part, mon père a écrit qu'il payerait sa part de l'enterrement qui devait
être fort simple, mais ce n'était que sur la lettre de ma tante qu'il se
décidait à cela, que son intention première était de ne rien payer. Je n'ai
pu faire changer cette phrase. Or mon grand-père n'étant pas mort, cette
lettre est une bêtise, on a l'air de tout régler avant la mort du bonhomme.
Louise l'a-t-elle fait exprès ?
Ce matin il a reçu une lettre de Charles Douvre
qui lui parle des Commandements de Dieu - Tes père et mère honoreras afin de
vivre longuement. Je l'ai engagé à répondre à Douvre qu'il ne tenait pas à
vivre longuement, mais ma plaisanterie n'a pas eu grand succès.
Il a reçu en même temps une lettre d'Adèle
dans le même style, aussi il a tellement perdu la tête qu'il ne parlait de
rien moins que de foutre le camp en Orient !!!!!! J'ai ri de si bon cœur à
cette idée qu'il en est resté tout interloqué. Pourquoi aller en Orient !!
Alors à mon tour je lui ai expliqué la situation aussi clairement que possible,
lui faisant comprendre que le monde n'admettrait jamais qu'il existât une
raison assez forte pour empêcher un fils de rendre les derniers devoirs à son
père.
Il était inflexible, et répétait, « Je n'irai
pas, je ne veux pas aller à Rouen. » Enfin j'ai eu une idée gigantesque - je
lui ai tracé l'article du « Nouvelliste de Rouen », le lendemain de la mort
de son père, alors il a été pris d'une peur folle - il n'en ira pas davantage
à Rouen - mais il convient que si mon grand-père te demande, tu feras bien d y
aller - et que Hervé et moi nous pouvons aller à l'enterrement, il n'en
continue pas moins à dire que la conduite la plus sage serait de faire les
morts jusqu'à ce que son père le fût. Puis je l'ai aussi décidé à prendre
prétexte de l'accident qui vient de lui arriver pour s'excuser de ne pas
paraître au lit de mort de son père ni à l'enterrement.
Je résume. Tu peux aller à Rouen si mon grand-père
te demande - et à mon avis, tu feras bien d'y aller. Envoie Hervé à
l'enterrement si tu veux. Quant à moi, j'irai - de cette façon le mauvais
effet produit par l'absence de mon père sera pour ainsi dire atténué.
Conclusion. Mon père est le plus abominable diplomate que j'aie jamais
rencontré.
Adieu, ma chère mère, je t'embrasse de tout cœur,
ainsi qu'Hervé. Bien des choses à tout le monde.
Peut-être à Rouen dans 2 ou 3 jours.
Ton fils,
GUY DE MAUPASSANT
Maintenant ma lettre officielle.
MINISTÈRE
DE LA MARINE
ET DES COLONIES
Paris, le 22 septembre 1874.
Ma
chère mère,
J'ai appris hier par mon père que mon
grand-père était mourant. Mon père avait reçu une dépêche de Charles
Douvre l'appelant à Rouen, mais comme, ni dans cette dépêche ni dans la
lettre de Mme Cord'homme, reçue plus tard, il n'est dit que mon grand-père
l'ait demandé, mon père a cru devoir s'abstenir d'y aller, craignant, non sans
raison peut-être, qu'on ne le fît venir que pour amener une scène
d'attendrissement après laquelle il lui deviendrait impossible de refuser de se
mêler des affaires laissées et de payer les dettes courantes au nombre
desquelles on ne manquerait pas de faire figurer celles de la famille Cord'homme,
puisque, comme tu le sais, ils vivaient ensemble, que Mme Cord'homme est fort
gênée et que nous avons beaucoup de raisons de douter de sa délicatesse.
Maintenant, comme certainement le monde ne comprendrait pas les raisons qui
empêchent mon père de se rendre à Rouen en de pareilles circonstances, que
peut-être même, on essayera d'en parler dans les journaux de Rouen, ce qui
plus tard pourrait nous faire beaucoup de mal dans le cas d'un procès avec
Cord'homme, mon père ne trouve pas mauvais que tu te rendes à la prière du
mourant et que mon frère et moi nous paraissions à son enterrement. L'accident
qui vient de lui arriver servira de prétexte à son abstention et de cette
façon il évitera toutes les complications qui pourraient résulter d'un
rapprochement avec la sœur près du lit de mort de son père - on ne répond
pas de soi dans de pareils moments et mon grand-père pourrait peut-être
arracher de lui la promesse de ne pas abandonner Mme Cord'homme, et alors on ne
sait où cela pourrait l'entraîner.
Nous avons reçu de ma tante une lettre
fort singulière où elle nous dit que près d'un mourant on oublie tout, ce qui,
entre parenthèses, est un aveu des torts de mon grand-père vis à vis de nous,
et elle tourne la lettre de telle façon, que nous avons cru notre grand-père
mort. Elle parle de 30 fr. trouvés dans son secrétaire, dit que la pensée de
sa détresse le tourmentait beaucoup dans ses derniers moments - et demande à
mon père s'il aurait l'intention de ne pas payer sa part de l'enterrement. Mon
père a répondu qu'il en payerait sa part et a prié M. Ernoult de le
représenter en cette occasion. Comme mon grand-père n'est pas mort, cette
lettre d'affaires, où toutes les questions d'inhumation sont traitées, peut
être fâcheuse, nous l'avons écrite dans la conviction que tout était fini.
Je pense que tu feras bien de te rendre à
l'appel du mourant et cela encore pour une autre raison. Nous sommes héritiers
d'Emma Fournier, au même titre que Mme Cord'homme et cette dernière, si aucun
de nous ne se rendait à Rouen en pareille occasion, pourrait déterminer un
legs uniquement en sa faveur, par les moyens d'apitoiement ordinaires et en
faisant valoir que si mon grand-père avait laissé seulement quelques milliers
de francs nous nous serions tous précipités vers Rouen à la première
nouvelle de sa maladie. Mon père se trouve naturellement excusé par l'accident
qui lui est arrivé - en son absence tu y vas et ton fils aîné qui habite avec
lui s'y rend aussi. Il est bien évident que nous le faisons avec son
assentiment, et que même nous le représentons en cette circonstance, ce qui
pourra, jusqu'à un certain point, fermer la bouche à toutes les mauvaises
langues de Rouen ou d'ailleurs.
Adieu, ma chère mère, je t'embrasse de tout cœur
ainsi qu'Hervé. Bien des compliments de la part de mon père.
Ton fils,
GUY DE MAUPASSANT
1
Louise de Maupassant, veuve d'Alfred Le Poittevin, avait épousé Cord'homme en
secondes noces.
Puesto en formato html por Thierry Selva: http://maupassant.free.fr/