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MINISTERIO DE LA MARINA
Y DE LAS COLONIAS
París, 17 de enero de 1877
Mi querido amigo,
He sabido, por una carta que acabo de recibir,
que hay disputas en relación conmigo en La Nation. También le ruego que
espere algunos días antes de presentar mi relato al Ralliement, para no dar a
mi competidor un argumento de última hora, que tendría seguramente un cierta
influencia sobre una redacción bonapartista.
Le advertiré tan pronto como la cuestión esté
decidida y le ruego entonces que me haga el servicio que usted me ha propuesto.
He reflexionado en el manifiesto que nos ocupa, y
es necesario que usted haga una profesión de fe literaria completa, como
si de una confesión se tratase.
Yo no creo más en el naturalismo y en el
realismo que en el romanticismo. Estas palabras no significan absolutamente nada
para mí, y no sirven más que para provocar disputas de temperamentos opuestos.
No creo que lo natural, lo real, la vida, sean una
condición sine qua non de una obra literaria. Únicamente
palabras.
El Ser de una obra tiene algo particular,
innominado e innombrable, que se constata pero no se analiza, del mismo modo que
la electricidad. Es un fluido literario que se llama oscuramente talento o
genio. Encuentro tan ciegos a los que hacen ideal y niegan a los naturales, como
a los otros. Todo se reduce a una negación de temperamentos opuestos. Porque el
hecho de que yo no
distinga una cosa, no significa necesariamente que no exista.
Admiro mucho a Chateaubriand, pero no me gusta.
Admiro mucho a Chénier, Boileau, Corneille, Montesquieu y Voltaire; leo a
Virgilio con un placer infinito, así como a los Padres filósofos de la Iglesia
griega, que eran unos escritores magníficos. Estos no están ya entre los vivos
como nosotros lo entendemos.
Seamos originales, sea cual sea el carácter de
nuestro talento (no confundir originales con raros), seamos el Origen de alguna
cosa ¿Qué? Poco importa, pero que sea bello y que ponga fin a una tradición
agotada. Creo que fue Platón quién dijo: Lo bello es el esplendor de lo
verdadero; estoy absolutamente de acuerdo, y si espero que la visión de un
escritor sea siempre justa, es porque creo eso necesario para que su
composición sea original y verdaderamente bella. Pero el empuje literario real,
el talento, el genio están en la interpretación. Lo visto pasa por el escritor
y en él toma su color particular, su forma, su ampliación, siguiendo la
fecundidad de su espíritu. Shakespeare era un naturalista, y yo lo considero como
el más formidable hombre de la poética, porque fue el más admirable
intérprete.
Todo puede ser bello sea cual sea el tiempo, el
país, la escuela, etc., porque hay escritores de todos los temperamentos. ¿Los
clásicos no creían haber encontrado la fórmula literaria absoluta y
definitiva? ¿Qué queda de ellos?
¡¡Un poco de Corneille, un poco de Boileau, un
poco de Bossuet !!
Los románticos han dado un grito de triunfo al
que el mundo entero ha respondido. Habían descubierto, pensaban, la forma
suprema del arte.
¿Qué queda de ellos?
Algunas piezas teatrales de Hugo son quizás de
las más bellas escritas en poesía; pero algunas obras, solamente,
permanecieron porque Hugo es un magnífico genio poético y no porque haya
engendrado a los románticos.
Era necesario que Hugo crease el romanticismo
porque eso era la esencia de su genio, él era el único romántico.
Otra escuela emerge que se llama realista o
naturalista. Se encarnará en algunos talentos y desaparecerá -¿qué quedará
de ella? Algunas bellas obras de sus grandes hombres.
Una doctrina que es el triunfo de un autor porque
ella sale de él, ella está identificada con él, que ella es su naturaleza misma
y su poderío, mata generalmente a los que vienen detrás de él, como el
romanticismo ha matado a los parnasianos, de los que algunos podrían haber
sobrevivido si hubiesen podido ser independientes.
Hacía falta el romanticismo.
Hoy Zola es una magnífica, brillante y necesaria
personalidad. Pero su estilo es una de las manifestaciones del arte y no una
suma, como el estilo de Hugo era otra manifestación del mismo arte.
Su visión y su interpretación son diferentes;
pero ni el uno ni el otro abren vías inevitables donde se comprometerá la
literatura; ambos lo creen porque ambos tienen la personalidad de su talento.
Después de los naturalistas vendrán, estoy convencido, los archi-idealistas,
porque las reacciones son inevitables. - la historia es así y no cambiará
nunca la naturaleza del hombre. Porque los románticos han pasado, yo no creo
que la Edad Media sea más cerrada que la realidad moderna. Todo es bueno según
se tome; las ridiculeces de una escuela no han cerrado la entrada de una época
histórica. Se trata de ver más allá y no de amurallar.
Me gusta la amplitud de horizontes repentinos que
tienen a veces los melancólicos, como me gusta la verdadera pasión, mordaz y a
menudo estrecha de los carnales.
¿Por qué restringirse? El naturalismo está tan
limitado como lo fantástico...
Eso es así.
Yo no discuto nunca de literatura, ni en sus
principios, porque creo que es totalmente inútil. No convertí nunca a nadie,
tampoco es mi intención hacerlo en esta larga carta que le escribo, pero es
para que usted conozca absolutamente bien mi punto de vista y mi religión
literaria. Yo lo he enunciado un tanto extensamente, en bloque, de una manera un
poco pretenciosa y difusa, pero no había otra forma de estudiar mi
persona, de agrupar mis razonamientos y de presentarlos elegantemente. Así es
como lo siento. Discúlpeme si está mal expresado y poco coordinado.
Esta carta no debe salir de nuestro círculo,
entiéndame bien, y estaría desolado si usted la mostrase a Zola, al que quiero
con todo mi corazón y admiro profundamente, pues el podría quizás molestarse.
Sería necesario hablar seriamente sobre los
medios para alcanzar nuestro objetivo. Entre cinco se pueden hacer bastantes
cosas y quizás haya trucos inusitados para ello. ¿Si le haría presión
a un periódico durante seis meses cribándole los artículos, querellándose
por mediación de amigos, etc, hasta el momento en que consiguiera entrar
uno de nosotros?. Habría que encontrar un suceso inesperado que causaría
sensación, que llamara la atención del público. ¿Tal vez una broma? Una
carga muy profunda. En fin, ya veremos.
Le
estrecho afectuosamente la mano. Hasta el martes si no le veo antes.
GUY DE MAUPASSANT
1 M. G.-E. Lang,
quién publicó esta carta en Le Figaro del 18 de febrero de 1923, piensa que fue
dirigida a Paul Alexis. La atribución es dudosa (Nota de René Dumesnil)
Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
MINISTÈRE
DE LA MARINE
ET DES COLONIES
Paris,
ce 17 janvier 1877.
Mon cher ami,
J'apprends par une lettre que je reçois à
l'instant qu'il y a lutte à propos de moi à La Nation. Aussi je vous
prie d'attendre quelques jours avant de présenter ma nouvelle au Ralliement,
pour ne point donner à mon compétiteur un argument de la dernière heure, qui
aurait forcément une certaine puissance sur une rédaction bonapartiste.
Je vous avertirai aussitôt que la chose sera décidée
et je vous prierai alors de me rendre le service que vous m'avez proposé.
J'ai réfléchi au manifeste qui nous occupe, et
il faut que je vous fasse une profession de foi littéraire entière comme une
confession.
Je ne crois pas plus au naturalisme et au
réalisme qu'au romantisme. Ces mots à mon sens ne signifient absolument rien
et ne servent qu'à des querelles de tempéraments opposés.
Je ne crois pas que le naturel, le réel, la vie
soient une condition sine qua non d'une œuvre littéraire. Des mots que tout
cela.
L'Être d'une œuvre tient à une chose
particulière, innommée et innommable, qu'on constate et qu'on n'analyse pas,
de même que l'électricité. C'est un fluide littéraire qu'on appelle
obscurément talent ou génie. Je trouve aussi aveugles ceux qui font idéal et
qui nient les naturels, que ceux qui font naturel et qui nient les autres.
Négation de tempéraments opposés, voilà tout. Parce que je ne distingue pas
une chose, il ne s'ensuit point nécessairement qu'elle n'existe pas.
J'admire beaucoup Chateaubriand et je ne l'aime
pas. J'admire beaucoup Chénier, Boileau, Corneille, Montesquieu et Voltaire ;
je lis Virgile avec un plaisir infini, ainsi que les Pères philosophes de
l'Église grecque, qui étaient des écrivains superbes. Ce ne sont pourtant
point des vivants comme nous l'entendons.
Soyons des originaux, quel que soit le caractère
de notre talent (ne pas confondre originaux avec bizarres), soyons l'Origine de
quelque chose. Quoi ? Peu m'importe, pourvu que ce soit beau et que cela ne se
rattache point à une tradition finie. Platon, je crois, a dit : Le beau est la
splendeur du vrai ; je suis absolument de cet avis, et si je tiens à ce que la
vision d'un écrivain soit toujours juste, c'est parce que je crois cela
nécessaire pour que son interprétation soit originale et vraiment belle. Mais
la réelle puissance littéraire, le talent, le génie sont dans
l'interprétation. La chose vue passe par l'écrivain, elle y prendra sa couleur
particulière, sa forme, son élargissement, ses conséquences, suivant la
fécondation de son esprit. Shakespeare était un naturel, et je le regarde
comme le plus formidable bonhomme de la gent poétique, parce que ce fut le plus
admirable interprète.
Tout peut être beau quel que soit le temps, le
pays, l'école, etc., parce qu'il est des écrivains de tous les tempéraments.
Les classiques ne croyaient-ils pas avoir trouvé la formule littéraire absolue
et définitive ? Que reste-t-il d'eux ?
Un peu de Corneille, un peu de Boileau, un peu de
Bossuet !!
Les romantiques ont poussé un cri de triomphe
auquel le monde tout entier a répondu. Ils avaient découvert, pensaient-ils,
la forme suprême de l'art.
Qu'en reste-t-il ?
Quelques pièces de Hugo, qui sont peut-être ce
qu'on a écrit de plus beau en poésie ; mais quelques pièces seulement, -
elles resteront parce que Hugo est un magnifique génie poétique et non parce
qu'il a engendré les romantiques.
Il fallait que Hugo créât le romantisme parce
que c'était l'essence de son génie - qu'il était lui seul le romantisme.
Une autre école vient qui s'appelle réaliste ou
naturaliste. Elle s'incarnera dans quelques talents et passera - qu'en restera-t-il
? Quelques belles œuvres de ses grands hommes.
Une doctrine qui est le triomphe d'un auteur
parce qu'elle sort de lui, qu'elle s'est identifiée à lui, qu'elle est sa
nature même et sa puissance, tue généralement ceux qui viennent après lui,
comme le romantisme a tué les parnassiens, dont quelques-uns auraient peut-être
survécu s'ils avaient pu être des indépendants.
Il fallait le romantisme.
Aujourd'hui Zola est une magnifique, éclatante
et nécessaire personnalité. Mais sa manière est une des manifestations de
l'art et non une somme, comme la manière de Hugo était une autre manifestation
du même art.
Leur vision et leur interprétation sont
différentes ; mais ni l'un ni l'autre n'ouvrent des voies fatales où
s'engagera la littérature ; ils le croient tous deux parce que tous deux ont la
personnalité de leur talent. Après les naturalistes viendront, j'en suis
convaincu, des archi-idéalistes, parce que les réactions seules sont fatales -
l'histoire est là et elle ne changera pas plus que la nature de l'homme. Parce
que les romantiques y ont passé, je ne crois pas que le Moyen Age soit plus
fermé que la réalité moderne. Tout est bon à qui sait prendre ; les
ridicules d'une école n'ont point clos l'entrée d'une époque historique. Il
s'agit d'y voir autrement et de ne pas s'y murer.
J'aime la largeur des horizons soudains qu'ont
parfois les mélancoliques, comme j'aime la passion vraie et mordante et souvent
étroite des charnels.
Pourquoi se restreindre ? Le naturalisme est aussi limité que le fantastique...
Voilà.
Je ne discute jamais littérature, ni principes,
parce que je crois cela parfaitement inutile. On ne convertit jamais personne,
aussi n'est-ce point dans ce but que je vous écris cette longue lettre, mais
c'est pour que vous connaissiez bien absolument ma manière de voir et ma
religion littéraire. Je vous les ai énoncées un peu lourdement, en bloc,
d'une manière un peu prétentieuse et diffuse, mais je n'avais point le loisir
d'étudier mon sujet, de grouper mes raisonnements et de les présenter
élégamment. Ça y est comme c'est venu. Excusez-moi si c'est mal dit et peu
coordonné.
Cette lettre ne doit point sortir de notre cercle,
bien entendu, et je serais désolé que vous la montrassiez à Zola, que j'aime
de tout mon cœur et que j'admire profondément, car il pourrait peut-être s'en
froisser.
Il faudra discuter sérieusement sur les moyens
de parvenir. A cinq on peut bien des choses, et peut-être y a-t-il des trucs
inusités jusqu'ici.
Si l'on faisait le siège d'un journal pendant
six mois en le criblant d'articles, de demandes par des amis, etc., etc.,
jusqu'au moment où l'on y aurait fait entrer tout à fait l'un de nous ? Il
faudrait trouver une chose inattendue qui frapperait un coup, forcerait
l'attention du public. Peut-être une drôlerie ? Une charge bien spirituelle.
Enfin, nous verrons.
Je vous serre bien affectueusement la main. A
mardi si je ne vous vois pas avant.
GUY DE MAUPASSANT
1 M. G.-E. Lang qui a publié cette lettre dans le Figaro du 18 février 1923
pense qu'elle fut adressée à Paul Alexis. L'attribution est douteuse. (Note de
René Dumesnil.)
Puesto en formato html por Thierry Selva: http://maupassant.free.fr/