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Villa
Simone.
Saint-Maxime-S/M (Var)
27 de febrero de 1892.
Señor,
Me apresuro a agradecerle el haber querido
escribirme para tenerme al corriente de lo que ha sido hecho respecto a los
asuntos de mi desgraciado hijo; pero persisto en no comprender la razón de que
el tribunal haya esperado tanto tiempo para designar un administrador y ¿por
qué no lo ha designado cuando el jefe de familia, el padre, lo había pedido
tan insistentemente al presidente? La razón que usted me da para justificar la
decisión del tribunal es justamente aquella por la que yo quería lo contrario
- ya que mi hijo le testimoniaba una gran confianza y usted se encargaba del
depósito de sus últimas voluntades, nosotros no teníamos más que inclinarnos
y ratificar lo que él había hecho.- ¡Desgraciadamente mi pobre Guy no tenía
el control de la familia! - Aparte de su madre que tenía una influencia extrema
sobre él, la familia significaba poca cosa...
Yo estoy separado amistosamente de la Sra. de
Maupassant por acto simple del juzgado de paz, y esto fue hecho para impedir a
Guy verme... También Guy venía apenas una vez por año a mi casa de París; yo
iba a estrecharle la mano de vez en cuando - tales eran nuestras relaciones.
Entro en estos detalles para mostrarle cuanto debo mantenerme circunspecto en
mis actos cara a cara con él y para rogarle de poner mi conciencia al resguardo
de él el día en el que tenga bien su lucidez, y que he hecho todo para
que se respetase su voluntad y que se le nombrase a usted administrador.
He escrito a todos los miembros del consejo y al
presidente Aubépin - no se han tenido en cuenta mis deseos y yo no tengo
ningún reproche que exponer de su parte con respecto a la decisión del
tribunal. Espero que ese pobre muchacho sane y quiero que sepa bien todo lo que
he hecho para hacer respetar su voluntad. Se me ha escrito para preguntarme si
conocía su posición. No sé que fue lo que me dijo en julio pasado a
propósito de una información que me pedía sobre ciertos valores.
En esta época, él me declaró que tenía entre
setenta y ochenta mil francos de valores con mi agente de cambio y amigo Stolz,
calle de Uzés, 10. Incluso me remitió una nota que debo tener, pero que por el
momento la he extraviado durante la mudanza de París aquí. Por otra parte, me
ha declarado que sus derechos de autor le reportaban veintiocho mil francos al
año. François, su sirviente, me lo ha confirmado hace dos meses. ¿Es esto
exacto? Yo no lo sé. Ahora el tiene su casa de Étretat y tal vez la granja de
St.- Léonard. Lo digo porque tal vez él me envió, hace aproximadamente un
año, a firmar un documento para autorizar a su madre, quién tenía
necesidad de dinero, a venderle su granja de St-Léonard. ¿Ha sido efectuada
esa venta? Lo ignoro. Mi cuñada me dijo que no, que es siempre su suegra quién
cobra las rentas. François ha debido remitirle a usted una carta mía. No
teniendo su dirección, yo he debido hacerla pasar por él, en dicha carta yo
había adjuntado otra de Bernard, capitán del yate de mi hijo, pidiendo
instrucciones. ¿Pienso que usted la ha leído? Todos esos gastos de
tripulación son totalmente inútiles por el momento. En fin, el administrador
está nombrado, él va a decidir.
Me queda agradecerle, Señor, la abnegación que
usted quiere testimoniar a mi pobre hijo y la promesa que usted me hace de
supervisar todo aquello que no se aparte de sus voluntades respecto de su madre.
Guy adoraba a su madre; la ayudaba mucho. Era él (al menos él me lo ha dicho)
quién pagaba el alquiler de la villa de Niza, y, además, pasaba una pequeña
pensión de mil doscientos francos a mi nieta. Pienso que la administración
respetará esas voluntades.
Hace veinticinco años que mi pobre padre ha
visto su fortuna dilapidada, y mi dote ha sido arrastrada en ese desastre. He
debido entrar en la casa Stolz, agente de cambio, y, a base de privaciones, he
llegado, al cabo de 25 años, a tener una pequeña renta de cuatro mil. Es bien
poco, dada mi edad y mi triste salud; pero, a pesar de esto, si el administrador
no admite lo que Guy hacía con mi nieta, estoy totalmente dispuesto a tomarla
en mi casa con su madre, tendremos suficiente... He venido a establecerme en el
Midi a causa de mi delicada salud. Estoy a dos horas de Niza y veo muy rara vez
a mi niña gracias a la tiranía celosa de la Sra. de Maupassant. Fue gracias a
Guy que obtuve hace ocho meses que ella viniese a pasar un mes conmigo. Guy
enferme, su madre no quiere dejar marchar a su nuera1 y ¡yo estoy
privado de nuevo de ver a mi niña2!...Me gustaría que si la
pensión continúa se presionase a la Sra. de Maupassant para que todos los
meses su nuera me lleve a la niña algunos días. Esta no era una razón por la
que Guy daba una pensión de mil doscientos francos para tener a la madre
esclava, al punto de ser casi una servidora y prohibirle la menor ausencia,
tanto es así que soy yo quién retribuye a mi nuera de los gastos de esos
pequeños viajes.
Si entro en este tipo de detalles es para
evitarme el tener que recurrir al tribunal para ver con más regularidad a mi
niña. Cuando la Sra. de Maupassant está enferma, yo entiendo que mi nuera no
la deje; pero desde el momento en que está a pie, pido que ella la deje venir a
pasar cuatro o cinco días conmigo. Esto había sido muy bien convenido con Guy
este verano; desde que él está enfermo no ha habido medio de obtener a mi
nieta. Por otro lado yo estoy enfermo y no puedo ir a verles a Niza, el
ferrocarril me está prohibido.
Quisiera añadir, Señor, la seguridad de mi
perfecta consideración
GUSTAVE DE MAUPASSANT
Algunos días antes de su salida de Cannes, Guy vendió con Stolz por seis mil francos de valores. François3 podrá confirmarle esta venta. Estoy sufriendo, disculpe este garabateado.
1 Marie-Thérèse de Maupassant, viuda de
Hervé
2 Simone de Maupassant, hija de Hervé.
3 El mayordomo.
Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
`DE GUSTAVE DE MAUPASSANT Á Me. JACOB
Villa
Simone.
Sainte-Maxime-S/M (Var).
27 février 1892.
Monsieur,
Je m'empresse de vous remercier d'avoir bien
voulu m'écrire pour me tenir au courant de ce qui a été fait au sujet des
affaires de mon malheureux enfant ; mais je persiste à ne pas comprendre
pourquoi le tribunal a attendu si longtemps pour nommer un administrateur et
pourquoi il ne vous a pas désigné quand le chef de famille, le père, l'avait
si instamment demandé au président ? La raison que vous me donnez pour excuser
la décision du tribunal est justement celle pour laquelle je voulais le
contraire - dès lors que mon fils vous témoignait cette grande confiance et
vous chargeait du dépôt de ses dernières volontés nous n'avions tous qu'à
nous incliner et ratifier ce qu'il avait fait. - Hélas ! mon pauvre Guy n'avait
pas la bosse de la famille ! - En dehors de sa mère qui avait une influence
extrême sur lui, la famille était peu de chose...
Je suis séparé à l'amiable de Madame de
Maupassant par acte simple de juge de paix, et celle-ci a toujours tout fait
pour empêcher Guy de me voir... Aussi Guy venait à peine une fois par an chez
moi à Paris ; moi j'allais lui serrer la main de temps en temps - telles
étaient nos relations. J'entre dans ces détails pour vous montrer combien je
dois être circonspect dans mes actes vis-à-vis de lui et pour vous supplier de
mettre ma conscience bien à l'abri en lui disant un jour, où il aura bien sa
lucidité, que j'ai tout fait pour qu'on respectât sa volonté et qu'on vous
nommât administrateur.
J'ai écrit à tous les membres du conseil et au
président Aubépin - on n'a tenu aucun compte de mes désirs et je n'ai aucun
reproche à encourir de sa part à propos de la décision du tribunal. J'espère
bien que ce pauvre enfant reviendra à la santé et je tiens qu'il sache bien
tout ce que j'ai fait pour faire respecter sa volonté. On m'a écrit pour me
demander si je connaissais sa position. Je ne sais que ce qu'il m'a dit en
juillet dernier à propos d'un renseignement qu'il me demandait sur certaines
valeurs.
A cette époque il m'a déclaré qu'il avait 70
à 80 mille francs de valeurs chez mon agent de change et ami Stolz, 10, rue
d'Uzès. Il m'en a même remis une note que je dois avoir, mais que pour le
moment j'ai égarée dans mon déménagement de Paris ici. En outre, il m'a
déclaré que ses droits d'auteur lui rapporteraient vingt-huit mille francs par
an. François, son domestique, me l'a confirmé il y a deux mois. Est-ce exact ?
Je n'en sais rien. Maintenant il a sa maison d'Étretat et peut-être la ferme
de St-Léonard. Je dis peut-être parce qu'il y a environ un an il m'a envoyé
à signer une procuration pour autoriser sa mère, qui avait besoin d'argent, à
lui vendre sa ferme de St-Léonard. Cette vente a-t-elle été faite ? Je
l'ignore. Ma belle-fille me dit que non, que c'est toujours sa belle-mère qui
en touche les revenus. François a dû vous remettre une lettre de moi. N'ayant
pas votre adresse j'avais dû vous la faire passer par lui, dans laquelle lettre
j'en avais joint une autre de Bernard, capitaine du yacht de mon fils, demandant
des instructions. Je pense que vous l'avez relue ? Tous ces frais d'équipage
sont bien inutiles pour le moment. Enfin l'administrateur est nommé, il va
aviser.
Il me reste à vous remercier, Monsieur, du
dévouement que vous voulez bien témoigner à mon pauvre enfant et de la
promesse que vous me faites de veiller à ce qu'on ne s'écarte pas de ce
qu'étaient ses volontés à l'égard de sa mère. Guy adorait sa mère ; il
l'aidait beaucoup. C'est lui (du moins il me l'a dit) qui payait le loyer de la
villa de Nice, et, en outre, il servait une petite pension de douze cents francs
à ma petite-fille. Je pense que l'administration respectera ces volontés.
Il y a vingt-cinq ans mon pauvre père a vu sa
fortune engloutie, et ma dot a été entraînée dans ce désastre. J'ai dû
entrer chef Stolz, agent de change, et, à force de privations, je suis arrivé,
au bout de 25 ans, à me reconstituer une petite rente de quatre mille. C'est
fort peu, vu mon âge et ma triste santé ; mais, malgré cela, si
l'administrateur n'admettait pas ce que Guy faisait à ma fille, je suis tout
prêt à la prendre chez moi avec sa mère, nous en ferons comme d'assez... Je
suis venu m'établir dans le Midi à cause de ma santé détraquée. Je suis à
deux heures de Nice et je vois bien rarement mon enfant grâce à la tyrannie
jalouse de Madame de Maupassant. C'est grâce à Guy que j'ai obtenu il y a huit
mois qu'elle vînt passer un mois chez moi. Guy malade, sa mère ne veut plus
laisser aller sa belle-fille1 et je suis à nouveau privé de voir mon enfant2
!... Je voudrais bien que si la pension est continuée on pesât sur Madame de
Maupassant pour que tous les mois environ sa belle-fille m'amène mon enfant
pendant quelques jours. Ce n'est pas une raison parce que Guy faisait une
pension de douze cents francs pour rendre la mère esclave au point d'en faire
presque une domestique et lui interdire la moindre absence, d'autant mieux que
c'est moi qui défraie ma belle-fille des frais de ces petits voyages.
Si j'entre dans ces détails c'est pour m'éviter
d'avoir recours au tribunal pour voir plus régulièrement mes enfants. Quand
Madame de Maupassant est très malade je comprends que ma fille ne la quitte pas
; mais dès qu'elle est remise sur pied je demande qu'elle la laisse venir
passer quatre ou cinq jours avec moi. Cela avait été très bien convenu avec
Guy cet été ; depuis qu'il est malade il n'y a plus moyen d'obtenir ma petite-fille.
D'un autre côté je suis malade et je ne peux aller les voir à Nice, le chemin
de fer m'étant interdit.
Veuillez agréer, Monsieur, l'assurance de ma
parfaite considération.
GUSTAVE DE MAUPASSANT
Quelques jours avant son départ de Cannes, Guy a vendu chez Stolz pour six mille francs de valeurs. François3 pourra vous confirmer cette vente. Je suis souffrant, excusez ce griffonnage.
1 Marie-Thérèse de Maupassant, veuve d'Hervé.
2 Simone de Maupassant, fille d'Hervé.
3 Le valet de chambre.
Puesto en formato html por Thierry Selva: http://maupassant.free.fr/