A FÍGARO
( À Figaro )
Publicado en Gil Blas du 24 novembre 1881

      Es a ti, barbero, a quién me dirijo.
      ¡ Envejeces, ilustre afeitador, y tus clientes encuentran tu mano temblorosa ! ¿ Se quejarán de estar demasiado afeitados, o mal afeitados ? ¿ Habrían amenazado con abandonar tu casa para ir a hacerse afeitar por el vecino, de manos más ágiles y más jóvenes ? ¿ Tus antiguos y solemnes afeitados han perdido la confianza de lo que tu llamas elegantemente el high life ? Si no es así, ¿ por qué ese escrito colgado desde hace tres días ante tu puerta: « Se solicitan aprendices que serán pagados al igual que el patrón ? »
      En otros términos, en términos menos imaginativos, el Figaro solicita refuerzos. He aquí una noticia que no nos sorprende, pero que asombrará a mucha gente.
      Es natural, por otra parte, que un periódico tan parisino como el Figaro trate de renovar su personal: el modo en que lo hace es más anormal, y el artículo destinado a embaucar a los nuevos redactores me parece una obra maestra de malicia. Estoy lleno de una sincera admiración hacia ese fragmento, así que voy a tratar de descubrir sus secretas intenciones.
      Advierto en la confesión del principio: « No diremos nada nuevo a nuestros lectores confesándoles que la política ha invadido un poco al Figaro;  y probablemente les daremos una buena noticia anunciándoles que estamos decididos a dar más espacio a la literatura y a la fantasía.»
      Entonces la política dormía a tus lectores, ¡ oh, Figaro !, y una inquietud te acosaba. Entonces has pensado en la literatura que no se prodigaba allí demasiado. Gracias por ello, patrón.
      Continúo reproduciendo: « Por otra parte, tenemos la pretensión de evitar la necesidad inútil para nuestro público de la lectura de otro periódico que no sea el Figaro.» ¡ Ah ! ¡ ah ! ¡ se trata entonces de no leer a los demás en la hight life !
      Pero, he aquí que la red se extiende, escuchen: « Los escritores no faltan sobre el adoquinado de Paris, y, sin contar a nuestros excelentes colaboradores, sabemos en que puerta golpear para obtener a los que nos interesan. Pero, por una parte, las gestiones personales que podríamos hacer son obligatoriamente limitadas, y, por otra parte, tal vez no se sepa suficientemente en el mundo literario que las puertas del Figaro están totalmente abiertas, que el espíritu de camarilla y de exclusión es completamente desconocido, y que los sucesores del Sr. de Villemessant desean permanecer fieles a las tradiciones de hospitalidad hacia los recién llegados que siempre han existido en esta casa. »
      A continuación las normas de un concurso de redactores, cotizados o no cotizados.
      ¡ Perfecto ! Pero yo comienzo por protestar. Los autores no son tantos sobre el adoquinado, barbero, y espero que ellos te lo harán ver, tu pluma a menudo distanciada.
      Así que Paris está llego de autores de talento que el Figaro conoce, que quisiera tener en sus filas, pero no se atreve a pedírselo. ¿ Por qué ? Se dirá: « Tal vez se encuentren entre los desconocidos cronistas de gran mérito. Un concurso puede darlos a conocer y abrir las puertas del periodismo a jóvenes escritores verdaderamente notables.»
      Estos no son tus cálculos, barbero maligno. Como los demás periódicos de París, recibes cada día mareas de manuscritos. Si las lees, sabes lo que valen. Si no las lees, resultaría inexcusable. Pero tú las lees. Tu concurso no hará surgir ningún cronista de genio; y tú lo sabes. Los mismos ignorados de siempre doblarán sus envíos; los porteros, los cocheros, los chicos de los recados, los

policías locales querrán concursar para llevarse la palma; serás inundado de papel emborronado, de prosa equivalente a aquella que tus lectores no quieren. Pero tú has dicho esto: « Aparte del Sr. Albert Wolff, quién es y permanece siendo uno de los más espirituales periodistas de nuestra época, no tengo a nadie, nadie. Ahora bien, he aquí que los periódicos vecinos han encontrado y sabido conservar todo un batallón de cronistas que tienen talento, éxito, que hacen aumentar la venta; si pudiese hurtarle dos o tres a mis colegas, no estaría tan afectado.»
      Como esas personas se encuentran bien en los periódicos que les han acogido amigablemente, como ganan dinero y como están retenidos por contratos, tú has imaginado lo del concurso con un premio de quinientos francos. ¿ Es ese el cordel que agarra el anzuelo ? Ne voilà-t-il pas la ficelle, madré racoleur ?

     
Ahora es a vosotros, colegas, a los que me dirijo. Puesto que el Figaro conoce vuestras puertas, ¿ no las va a golpear ? Si viniese a deciros: «  Caballero, yo lo aprecio. Le ofrezco un contrato de un año en las siguientes condiciones...» - entonces yo os diría: « ¡Aceptad ! El Figaro todavía es todavía el más popular; su publicidad es la mejor, etc., etc. »
      Pero el procedimiento que emplea hoy me parece excesivamente atentatorio a la dignidad de los hombres de letras, infinitamente injurioso para ellos, y también humillante. Yo protesto. Él conoce vuestros nombres y os deja quedar, dice, contentándose con poner quinientos francos al extremo de un palo, exclamando: « ¡ sopla más ! » - Y vosotros a saltar, caniches. Vais a meteros en el ejército de toda la bohemia de las letras, con todos los escritorcillos de ocasión, todos los fracasados, todos los bastardos de la pluma que pululan en el mundo.
      Y además, eso no es todo. Escribid el artículo para concursar. En cuanto a mí

      Ese bloque aderezado no me dice nada de quién vale.

      ...
« No se sabe suficientemente en el mundo de las letras que las puertas del Figaro están totalmente abiertas, que el espíritu de camarilla y de exclusión allí es completamente desconocido. »
      - No, no se lo sabe suficientemente. Y se conocen demasiado, por añadidura, las costumbres del lugar.
      Sí, las puertas están abiertas, siempre ampliamente abiertas, pues se os invita a salir con tanta simpatía como se os había pedido entrar, lo sabemos. Es una casa donde se está de paso ( sin alusiones malintencionadas),  esa no es una casa donde uno se quede.
      ¿ Le faltan redactores al Figaro ? No ha sabido conservar a About, no ha sabido conservar a Sarcey, no ha sabido conservar a Vallès, Rochefot, Zola, Lockroy, Motjoyeux, Scholl, Chapron y muchos otros que han escrito en sus columnas y que hoy son los ¡ maestros del periodismo francés !
      ¿ About, Montjoyeux, Schon y Chapron, no tenían el espíritu para la tienda del barbero ?
      Cuando un periódico deja partir a semejantes redactores, ¡ tanto peor para él ! Esto indica que allí no se puede quedar, « pese a que el espíritu de camarilla y de exclusión sean allí completamente desconocido.»
      El mismo Albert Wolff, la columna vertebral del edificio, ¿ no ha estado varias veces a punto de abandonarlo ?
      Et nunc erudimini.

     
A tí, barbero. Tú dices: « Aquí ha intervenido el viejo demonio del Figaro que nos ha soplado al oído que, desde hace tiempo, no hemos hecho nada para cosquillear la epidermis de la curiosidad pública...»

      ¡Oh! con qué galantes términos se dicen esas cosas

     
Como me gusta ese « ¡ viejo demonio que te ha soplado al oído !...» Y: « ¡ cosquillear la epidermis de la curiosidad pública !»

      Esas palabras llegan hasta el fondo del alma
      provocando no sé qué, que hace que uno se maraville.
      ......................................
      ¡ Pero se comprende bien, como yo, la sutileza !

     
Y tu añades, bromista... « para dar a nuestros enemigos un pretexto para atacarnos ». ¡ Caramba ! así que se da a los gendarmes un pretexto para montar a caballo, como tú lo has previsto, ¡ socarrón !
      Lleguemos al concurso.
      ¡ Entonces tu crees que todos los escritores conocidos, todos los escritores de reputación, todos los escritores de valor, abdicando de todo legítimo orgullo, de toda dignidad literaria, van a arrojarse perdidamente sobre su pluma, escribir un fragmento cualquiera de cuatrocientas a quinientas líneas, y hacerlo llevar incontinente a la calle Drouot para ser sometido al Jurado de honor literario que va a reunirse en tu domicilio !
      Ahora bien, hablemos del jurado de honor.
      La más hermosa muchacha del mundo (es conocido) no puedo dar más que lo que da el Figaro.
      
Vamos entonces a leer algún día la composición de este tribunal: ¡ Presidente Sr. Saint-Genest; miembro, Sr. Ignotus; secretario, Sr. Prével. -V'lan !
      El Sr. Saint-Genest es, parece, un hombre encantador, pero no es un escritor. Ante la boca de un cañón o ante la de los leones a quiénes se les han arrojado los mártires cristianos, al pie de la guillotina o del cadalso, enfrente a los más horribles ingenios de tortura, afrontando los suplicios y la muerte, no dejaría nunca de proclamar esta verdad: El Sr. Saint-Genest no es un escritor.
      Mi opinión es la misma en lo tocante al Sr. Ignotus y Sr. Prével.
      ¡ Yo enviaría la COPIA ! pero eso es grave. Pensad entonces; si yo fuese rechazado por ese tribunal, ¡que escarnio! Y si fuese coronado ¡ que humillación !

      Eso no es todo todavía. Tú dices: « El artículo premiado se pagará a ¡ quinientos francos !» ¡ Serio asunto ! es bueno esto: y yo te apostaría a Armand Silvestre contra Saint-Genest ( con la certitud de no perder, sin que yo no hiciera esta locura ) que hay ya bajo los techos de París más de seiscientas crónicas dirigidas a tí. ¡¡¡ Quinientos francos !!! ¡ Oh ! - ¿ Pero como este escritor aceptaría la igualdad con el primer recién llegado ? Si no, con mayor razón, ¿ cómo soportaría la inferioridad a donde tú lo relegarías ? Diablo, eso es complicado. Voy a releer tus normas. Lo hago, caramba, encuentro esto: « El artículo no deberá nunca sobrepasar un máximo de cuatrocientas a quinientas líneas. » - ¡ Quinientas líneas ! ¡ misericordia ! ¡ una auténtica novela ! Yo me lo explico entonces; es lo que quieres por tu dinero. Pues todo periódico que se respete paga hoy de doscientos a doscientos cincuenta francos una crónica de ciento cincuenta a doscientas cincuenta líneas firmadas por un nombre de moda. - ¿ Entonces, donde está la diferencia ? - ¡ Financiero va !

24 de noviembre de 1881

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre