EN UNA SESIÓN
( En séance )
Publicado en el Gil Blas, el 27 de
febrero de 1883
La comisión de examen de los libros a introducir en las bibliotecas públicas,
populares, institutos y escuelas primarias, se reúne en una gran sala del
Ministerio de instrucción pública.
Los miembros entran poco a poco. Los primeros
llegados son los administradores de las grandes bibliotecas de París, luego
llegan cuatro directores del ministerio, después tres colegiales delegados por
los institutos, después el ministro.
El Sr. Jules Ferry, a su entrada, es saludado con
unos simpáticos aplausos.
Toma sitio.
La presidencia se le concede a un alumno de sexto
del Instituto Louis-Le-Grand que representa a la juventud escolar. El ministro
se siente a su derecha, el director de enseñanza superior a su izquierda. Cada
asistente tiene ante él los volúmenes que han sido encargados de examinar, y
de los que se debe rendir cuentas a la comisión que decidirá su admisión o su
rechazo en las bibliotecas.
Se abre la sesión.
El presidente toma la palabra:
« Caballeros, pueden fumar. Nosotros fumamos en
las clases ahora. Voy además a daros un ejemplo. Señor ministro, ¿ quiere
usted aceptar un excelente cigarro que no es de la empresa estatal ?»
El Sr. Jules Ferry toma un cigarro y lo enciende;
se ofrecen cigarrillos y fuego entre vecinos. Tres viejos bibliotecarios se
ponen a toser. El presidente los mira sonriendo. Continúa:
« Caballeros, nosotros caminamos por la vía del
progreso; no nos detendremos en tan buen camino. Hasta el momento, vuestros
predecesores se han esforzado en colocar únicamente en las bibliotecas los
libros más aburridos que han podido encontrar, escritos por antiguos sabios
extranjeros con nuevas ideas. Nosotros vamos, si ustedes lo quieren, a modificar
este sistema. La ciencia cambia sus principios cada quince años; no
introduzcamos en los espíritus unos métodos tan variables, una instrucción
tan poco estable. El Sr. de Buffon hace reír hoy; dentro de cincuenta años,
los Sres. Pasteur, Paul Bert, Berthelot y otros serán considerado ridículos
por el desfase de sus doctrinas. Ahora bien, caballeros, observad, por favor,
que Aristófanes, Rabelais, Bocaccio, Voltaire aún no han pasado de moda.
« Vamos pues, si os parece bien, a admitir en
principio que no se recibirá a partir de ahora en las bibliotecas más que las
puras producciones del espíritu, las novelas.
« Un excelente ejemplo similar acaba de sernos
dado. Habiendo abierto sus puertas un teatro de un nuevo género, unas entradas
gratuitas han sido ofrecidas a los alumnos de los institutos, que prefieren, no
temo decirlo, el seductor ballet del Excelsior a las aburridas e
infantiles experiencias de la física de nuestros profesores. Una pierna de
mujer, caballeros, bien vale la ecuación x2 + px + q = 0.
« Vamos pues a comenzar nuestros trabajos en
esta dirección. Se concede la palabra al Sr. Director de la Enseñanza superior
sobre los libros que él ha considerado que vale la pena examinar. » El Sr.
Director de la Enseñanza superior toma la palabra:
« Caballeros, a todo señor todo honor. Es
indiscutible que el libro más importante publicado este invierno es L'Evangéliste
del Sr. Alphonse Daudet. He aportado al estudio de esta novela todo el cuidado
del que soy capaz y vengo a proponeros su admisión en las bibliotecas de todo
tipo.
« Lo que más me ha sorprendido en esta obra, es
el arte maravilloso de narrador que despliega el Sr. Daudet, la habilidad de la
distribución, y el extremo encanto y tan personal de este escritor.
No temo situar L'Evangéliste a la
cabecera de su obra, al lado del Nabab y de Fromont, libros que yo
pongo en primer lugar en mi opinión, sin querer por ello mediar en los demás.
Las preferencias están permitidas.»
EL MINISTRO: Se me ha dicho que todo era
cuestión de religión en L'Evangéliste. Solo el título parecería
indicarlo. Sr. director ¿ es seguro que las ideas expresadas por el autor no
son en nada contrarias al artículo 7 ?
SR. DIRECTOR DE ENSEÑANZA: Sr. ministro puede
estar tranquilo: ese libro contiene unas críticas contra la religión
protestante, críticas que pueden igualmente aplicarse a la religión católica.
SR. MINISTRO: Muy bien.
UN PONENTE: Desde que la nueva novela del Sr.
Zola, Au Bonheur des Dames, cuyo éxito es tan brillante en el Gil
Blas, haya aparecido, me apresuraré a examinarla y a darle mi
opinión. Vengo a proponeros admitir un volumen de relatos del mismo autor, Le
Capitaine Burle publicado en el otoño, y conteniendo una serie de relatos
excelentes, alegres o dramáticos, que yo podría comparar con unas muestras del
talento tan variado del gran novelista.
EL PRESIDENTE: Aceptado. Yo tengo también una
idea respecto al Sr. Zola. QuIsiera que Nana fuese dada de premio en los
institutos, y L'Assommoir en las escuelas populares.
EL MINISTRO: No veo inconveniente. Pero ese
publicista ha dado a luz también, según parece, una novela titulada: La
Faute de l'abbé Mouret. No la he leído, pero el título me hace pensar que
esa obra sea comprometida entre los libros de uso en los estudios.
La comisión vota unánimemente « sí » a esta
propuesta.
EL PRESIDENTE desabotona su túnica, luego se
suena. Un ujier aparece y recibe esta orden: « Vaya a buscar veinticinco bocks
al café de enfrente; hace un calor de Hammam en esta Sala. No digo Encierro
para no ofender al Sr. ministro.»
El Sr. Jules Ferry se inclina cortésmente.
EL PRESIDENTE: Tiene la palabra el Director de
Enseñanza Secundaria.
SR. DIRECTOR DE ENSEÑANZA SECUNDARIA:
Caballeros, he leído de entrada con un cierto asombro un pequeño volumen del
Sr. Alexis ( Paul ) titulado Le Collage. Las costumbres descritas en este
volumen me son ajenas, no me atrevo a pronunciarme.
EL PRESIDENTE: Deme eso, yo lo leeré.
SR. DIRECTOR DE ENSEÑANZA SECUNDARIA: He
examinado a continuación diversas obras del Sr. Maizeroy, y, en particular la
última aparecida: Celles qu'on aime. Esos libros, escritos con una gran
ligereza de frases, contienen un cierto número de palabras que yo no conozco y
sobre las que tendría necesidad de informarme previamente. Temo, además, que
tengan un efecto desastroso sobre la imaginaciones de nuestros jóvenes que no
sueñan más que con mujercitas rubias y alcobas perfumadas. Propongo sin
embargo su admisión como ensayo, y con reserva. Se podría experimentar sobre
un único Instituto durante seis meses...
Entra el ujier con las cervezas y las distribuye.
El presidente reclama cinco para él, y bebe dos una a continuación de otra.
Luego exclama: « Continúe, señor orador.»
DIRECTOR DE ENSEÑANZA SECUNDARIA: He aquí un
excelente volumen del Sr. baron de Vaux: Les Tireurs de pistolet. Es una
serie de notables retratos de hombres de nuestra época a quiénes el manejo de
las armas de fuego es familiar.
Propongo su admisión.
EL MINISTRO: Imposible, es autor es barón, nada
de títulos.
EL PONENTE: He aquí una muy interesante historia
de las campañas de Anibal por uno de nuestros bibliotecarios, el Sr. Léon
Cahun.
EL PRESIDENTE: (en su sexta cerveza ): Jamás,
Anibal, Roma y Cartago, acabo de aprenderlo. Rechazado, rechazado, rechazado.
EL PONENTE: He aquí La Morale, por el Sr.
Yves Guyot...
EL PRESIDENTE: Nada de moral...
EL MINISTRO: Pero se trata de moral laica, Sr.
presidente...
EL PRESIDENTE: Nada de moral, bah. Continúe.
EL PONENTE toma un nuevo libro, gruñe,
empalidece, oculta su rostro entre las manos y pronuncia con voz temblorosa:
« Caballeros, he aquí un libro infame del que no me atrevo a pronunciar el
título. Se llama... se llama...
EL PRESIDENTE: De a luz entonces.
EL PONENTE: Se llama ¡ Charlot s'amuse !
EL PRESIDENTE: ( en su novena cerveza): Muy
elegante.
Un largo silencio. Los miembros de la comisión
bajan los ojos y cruzan sus manos sobre la mesa con embarazo.
EL PONENTE vuelve a hablar: Me faltan perifrasis
y metáforas para describir el tema de este libro incalificable, ese libro...
EL PRESIDENTE: Diga Manual.
EL PONENTE: De ese Manual del solitario.
EL PRESIDENTE: Muy elegante.
EL MINISTRO: Inútil insistir, comprendemos.
Semejante obra sería un peligro en las clases.
EL PRESIDENTE: No del todo. Eso es muy elegante.
Y luego advertiré al Sr. Ministro que el héroe de esa novela, siempre interesante
aunque monótona, se inicia en una escuela de Hermanos ignorantinos.
EL MINISTRO, radiante: ¡ Oh ! entonces,
es diferente.
EL PONENTE: Caballeros, cuando un escritor tiene
la impudicia de tocar semejantes cosas...
EL PRESIDENTE: Muy elegante. Propongo nombrarlo
inspector general de la Universidad. Examinará a unos Charlots. Muy elegante.
EL MINISTRO: Caballeros, sería tal vez bueno
levantar la sesión. El tema se convierte en escabroso.
EL PRESIDENTE, totalmente achispado: No,
no.
Los miembros de la comisión se levantan y se
agitan. Hablan uno tras otro.
EL PRESIDENTE: Atajo de Charlots... Yo voy a
acabar mi velada en los Folies-Bergères. El director ha recibido esta mañana
para nosotros doscientas entradas permanentes. Me ha dado seis. ¿ Viene
conmigo, señor ministro ?
El ministro se inclina sin responder y regresa a sus habitaciones.
27 de febrero de 1883
Traducción
de José M. Ramos González para
http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión
en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre