EL AMOR DE LOS POETAS
( L'amour des poètes )
Publicado en el Gil Blas, el 22 de mayo de 1883. 

      La ciudad de Rouen, después de largas resistencias, ha inaugurado este último verano el pequeño monumento erigido al poeta Louis Bouilhet por los fieles amigos del difunto.
      La ceremonia, mal preparada, mal organizada, fue piadosa. Las personas de letras parisinas, invitadas la víspera, o no advertidas, no pudieron venir. Solamente figuraba el comercio local en esta solemnidad.
      Hoy, la ciudad de Cany erige a su vez un monumento al poeta nacido entre sus muros, a su poeta. El alcalde, los concejales, todo el consejo municipal han querido dar ejemplo. Ellos han dado, igualmente, y sin contar, su tiempo y sus escudos.
      Así pues, el próximo domingo, 27 de mayo, un nuevo busto de Louis Bouilhet se elevará sobre la plaza de su ciudad natal. Y la encantadora pequeña ciudad normanda se iluminará, cantará, comerá y bailará en honor de su hijo desaparecido, pero inmortal.
      Es un pequeño periódico de Rouen, le Rabelais, quién ha tenido la iniciativa de esta fiesta. En provincias, es a menudo en los pequeños periódicos donde se encuentra esta forma de amor desinteresado por las artes y la audacia necesaria para emprender obras piadosas de esta naturaleza, que no reportarán ningún dinero.
      Como muchos poetas, Louis Bouilhet fue desgraciado. Su vida no fue más que una serie de irrealizables esperanzas.
      Fue pobre, como lo eran casi todos los hombres de letras de su generación. Sufrió la miseria, sufrió la indiferencia del público por sus obras que él sentía superiores; y murió bruscamente cuando parecía lleno de fuerza y de vida, minado por las afrentas sin fin, los temores secretos y la falta de liquidez. Pues hace falta dinero a un artista como le hace falta la libertad a un pájaro. No se conocieron sin embargo nunca las torturas de su alma, pues era de esta fuerte raza de sonrientes en los que todo parece alegre, incluso el dolor. Su mordiente espíritu sabía reírse por todo, también de sus miserias. Reía amargamente, dolorosamente, pero reía. Los llorones lo irritaban, lo exasperaban. Tenía, en el fondo del espíritu, una filosofía apacible, melancólica, irónica y agradable que se acomodaba a todo, resignado ante todo, y se vengaba de los acontecimientos con un desprecio burlón. Su alma tenía dos caras, o, tal vez llevaba dos máscaras. Y ambas, a veces, se mostraban simultáneamente, una era jovial, la otra majestuosa. Su talento fue familiar, alegre, heroico y pomposo.
      Adoraba las bromas, las buenas bromas galas. Un día, en una diligencia llena de burgueses de la región, dijo seriamente a uno de sus amigos muy conocido, condecorado, hombre político influyente, después de una conversación seria de una hora que todo el mundo escuchaba: « Fue en la época de tu salida de la casa central de Poissy,  despues de tu asunto de Bruselas. » En sus obras, el fondo desesperado de su naturaleza se muestra en ocasiones. Arroja de golpe un grito de desesperación horrible que se siente proceder de sus entrañas. Levanta el vestido con el cual se engalana y muestra la llaga sangrante.

Toute ma lampe a brûlé goutte à goutte,
Mon feu s'éteint avec un dernier bruit,
Sans un ami, sans un chien qui m'écoute,
Je pleure seul dans la profonde nuit.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Oh ! la nuit froide ! Oh ! la nuit douloureuse,
Ma main bondit sur mon sein palpitant.
Qui frappe ainsi dans ma poitrine creuse,
Quels sont ces coups sinistres qu'on entend ?

Qu'es-tu ? Qu'es-tu ? parle, ô monstre indomptable
Qui te débats en mes flancs enfermé.
Une voix dit, une voix lamentable :
« Je suis ton cœur et je n'ai pas aimé ! »

Toda mi lámpara ha quemado gota a gota,
Mi fuego se apaga con un último ruido,
Sin un amigo, sin un perro que me escuche,
Lloro solo en la profunda noche,
......
¡Oh ! ¡ la fría noche ! ¡ Oh ! la noche dolorosa,
Mi mano salta sobre mi sien palpitante.
Que golpea asi en mi pecho roto,
¿ Qué son esos golpes siniestros que se escuchan ?

¿ Quién eres tu ? ¿ Quién eres tú ? habla, monstruo indomable
Que te debates encerrado en mis costillas.
Una voz dice, una voz lamentable:
« ¡Soy tu corazón y no he amado !»

      La sed de amor parece haber sido siempre la incurable enfermedad de los poetas, esos niños grandes, impotentes aspirantes a conseguir las estrellas. La exaltación natural de una alma poética, exasperada por la excitación artística que hace falta para producir, hace a esos seres de élite, pero sin equilibrio, concebir una especie de amor ideal, en el limbo, perdidamente tierno, extático, nunca saciado, sensual sin ser carnal, tan delicado que cualquier cosa lo hace desvanecerse, irrealizable y sobrehumano. Y los poetas son quizás los únicos hombres que no han amado nunca a una mujer, a una verdadera mujer, de carne y hueso, con sus cualidades de mujer, sus defectos de mujer, su espíritu de mujer, limitado y encantador, sus nervios de mujer y su turbadora femineidad.
      Toda mujer ante quién se exalta su sueño es el símbolo de un ser misterioso, pero mágico: el ser al que ellos cantan, esos cantantes de ilusiones. Ella es esa vivencia adorada por ellos, alguna cosa como la estatua pintada, imagen de un Dios ante el que se arrodilla el pueblo. ¿ Dónde está ese Dios ? ¿ Cuál es ese Dios ? En qué parte del cielo habita la desconocida que todos ellos han idolatrado, esos locos, desde el primer soñador hasta el último. Tan pronto tocan una mano que responde a su presión, su alma se envuelve en el invisible pensamiento, lejos de la realidad carnal. ¡Y la mujer, apasionada, estremecida hasta el corazón, por ser amada así por un poeta ! Ella, sencilla, lo ama como aman todas, humanamente, con su poesía un tanto ingenua, su exaltación burguesa, con una mezcla confusa de ideal y de sensual, de mimos y de imaginación, de besos y de palabras sonoras. Pero es a él a quien ella ama, solamente a él, nada más que él, en cuerpo y alma.
      ¡ Mientras que él ! ¡ Si usted supiera !  ¡ Es a usted a quien posee ! pero de que modo es usted otra en su espíritu, en su amor. Como os transforma, os completa, os desfigura con su arte de poeta. No son vuestros labios los que él besa de eso modo, ¡ esos son los labios soñados ! No es en el fondo de vuestros ojos azules o negros donde se pierde su exaltada mirada. ¡ Es en alguna cosa desconocida e inaccesible ! Vuestra mirada no es más que el cristal por el cual él mira el Paraíso del Amor ideal. Os abraza, tiene estertores, parece loco, delira ante vuestro cuerpo firme y blanco; y grita esas palabras ardientes que inflaman la sangre en las venas. Y sin embargo usted no es para él más que una forma cualquiera que le permite creer tener un instante agarrada su querida ilusión.
      ¿ Quieren ustedes pruebas ? ¿ Qué poeta ha amado alguna vez ? Busquemos.
      ¿ Virgilio ? ¿ Por que sexo tenían entonces sus preferencias ? No se sabe.
      ¡ Los griegos despreciaban tanto el amor de las mujeres que no respondían a su ideal de belleza plástica !
      ¿ Quien ama entonces ? ¿ El sombrío Dante, el modelo de los amantes ? ¡ Beatriz tenía doce años cuando él la vio y la adoró ! ¡ Le hacia falta una mujer para cantar ! Esta niña bastó a su alma temblorosa. La ama en la soledad y en la fiebre del delirio poético, como se ama a la inspiradora. Apenas la conoció. No tenía necesidad de ella.¡ No fue más que la forma deseada, de lejos, por su sueño !
      ¿ Quién ama entonces ? ¡ Petrarca ! Laura no le perteneció nunca. A los escultores les hace falta mármol para modelar una estatua; ella fue el mármol. Ella era una buena mujer y una buena madre, rodeada de hijos, burguesa y plácida. ¿ Qué le importaba a él ?
      ¿ Quién ama entonces entre los poetas ? ¿Goethe ? Necesitaba cinco amantes sin que se decantase por ninguna, a fin de poseer al mismo tiempo toda la gama de las ternuras humanas, todos los tipos de inspiraciones necesarias a su talento.
      Llenaba siempre el fondo de su corazón de una pasión puramente ideal para una gran dama inaccesible, alguna cosa elevada, pura, ocupando su cerebro de artista.
      Tenía al mismo tiempo una relación con alguna mujer de mundo, inteligente y bella. Amor del alma y de los sentidos, delicado y distinguido, mezclado de ternura, de poesía y de abrazos.
      Retozaba con una joven, carne dócil a su fantasía; instrumento servil de placer y reposo; mesa siempre puesta, brazos siempre abiertos.
      Pero no despreciaba a la criada, la sirviente del albergue de brazos azules, manos rojas, cabellos grasos, con lencería dura y sospechosa. Pues le era también necesario satisfacer sus instintos groseros.
      Y corría por las noches, en las callejuelas, tras las mercaderías de orgasmos.
      ¿Quién ama entre los poetas ? ¿ Lamartine?
      ¿ Qué es Elvira, sino la nube convertida en mujer ? sino esta forma flotante con los contornos del cuerpo humano que es siempre la mujer de los poetas !
      ¿Musset ? Hastiado de buscar, sin encontrarla, a aquella que llamaba su corazón y sus versos, la persiguió en los prostíbulos, a través de la humareda de la embriaguez. ¡ Y murió con su sueño irrealizado !
      ¡ Ninguno ama ! Algunos tuvieron durante algunas horas la ilusión del amor, eso es todo.
      Otros, desesperado de sus esfuerzos sin fin, exclamaban, como Sully Prudhomme:

Les caresses ne sont que d'inquiets transports,
Infructueux essai du pauvre amour qui tente
L'impossible union des âmes par les corps.

Las caricias no son más que inquietos transportes,
Infructuosos intentos del pobre amor que intenta
La imposible unión de las almas por los cuerpos.

      Pues el amor, el simple amor que ata a dos seres, el uno al otro, es demasiado burgués, demasiado razonable, demasiado humanamente común, y demasiado animal en suma para esos seres privilegiados que son los poetas. Les hace falta más. No sabrían contentarse con lo POCO que significa el amor.
      Cuando son unos bebedores de ilusiones, creen amar, como Dante, y les basta entonces una imagen.
      Cuando son insaciables buscadores, como Musset; cuando persiguen hasta el límite su sueño imposible, mueren desesperados sobre el vientre de una prostituta.
      Cuando son clarividentes y razonables, desengañados y desolados, exclaman, como Bouilhet:

Qu'es-tu ? Qu'es-tu ? parle, ô monstre indomptable
Qui te débats en mes flancs enfermé.
Une voix dit, une voix lamentable :
« Je suis ton cœur et je n'ai pas aimé ! »

¿ Quién eres tu ? ¿ Quién eres tú ? habla, monstruo indomable
Que te debates encerrado en mis costillas.
Una voz dice, una voz lamentable:
« ¡Soy tu corazón y no he amado !»

22 de mayo de 1883

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre