LOS BAJOS FONDOS
El Sr. Albert Wolff,
criticando vehementemente las tendencias de la joven escuela literaria, le
reprocha no estudiar otra cosa que los bajos fondos, y añade, con razón: «
Pero esas palabras ( los bajos fondos ) no implican forzosamente solamente el
estudio de las muchachas y los borrachos, a los que se llama tan graciosamente,
en esa literatura, las desvergonzadas y los sucios. Los bajos fondos de la
sociedad comienzan con la decadencia de los caracteres, con la degradación del
hombre, sea cual sea la casta que se posea. ¡ Que amplio campo abierto a la
observación del novelista ! Tenemos los bajos fondos de la aristocracia, de la
burguesía, de los artistas, de los financieros y de los obreros... »
Y, tomándome personalmente aparte, el Sr. Wolff me reprocha no haber respondido
francamente, el otro día, a Francisque Sarcey. Dejando toda cuestión personal al
margen, he reivindicado la libertad absoluta, para el novelista, de elegir su
tema como éste entienda. Hoy voy, si el Sr. Wolff lo permite, a ponerme
completamente de acuerdo con él sobre esta cuestión de los bajos fondos.
La bajofondomanía, que seguramente
moleste, no es más que una reacción
demasiado violenta contra el idealismo exagerado que la precede.
Los novelistas tienen hoy, ¿no es cierto?, la pretensión de hacer unas
novelas verosímiles. Admitido este principio, una vez planteado este ideal artístico
( y cada época tiene el suyo ), el estudio único y continuo de
lo que se llaman los bajos fondos, será tan ilógico como la representación
constante de un mundo poéticamente perfecto.
¿ Qué diferencia existirá entre una obra en la que todos los personajes
son tranquilos como estatuas, y otra obra cuyos personajes son viles y
criminales ? Ninguna. Tanto en una como en la otra subsistirá una tendencia hacia el bien como hacia el mal, que no concordaría en nada con la
pretensión adoptada de describir la vida, es decir de ser más equitativo, más
justo, más verosímil que la vida misma.
En la novela tal y como la entendían nuestros mayores, se buscaba la
excepción, las fantasías de la existencia, las aventuras extrañas y
complicadas. Se creaba con eso una especie de mundo en nada humano, pero
agradable a la imaginación. Este modo de proceder ha sido bautizado como «
Método o Arte idealista. »
En la novela, tal como se la entiende hoy en día, se
trata de suprimir las
excepciones. Se quiere hacer, por así decirlo, un promedio de los
acontecimientos humanos y deducir de ellos una filosofía general, o más bien
extraer las ideas generales de los hechos, de los hábitos, de las costumbres y de las aventuras que se reproducen más generalmente.
De ahí esa necesidad de observar con imparcialidad e independencia.
La vida tiene unos tiempos que el novelista debe evitar elegir, según su
metodología actual. Las necesidades imperiosas de su arte deben incluso hacerle
a menudo sacrificar la estricta verdad por la simple y más lógica
verosimilitud.
Por ejemplo, los accidentes son frecuentes. Los ferrocarriles arrollan a los
viajeros, el mar los engulle, las chimeneas aplastan a los paseantes durante los
golpes de viento. Ahora bien, ¿ qué novelista de la nueva escuela se
atrevería, en medio de un relato, a suprimir, mediante uno de esos accidentes
imprevistos, a uno de sus personajes principales ?
Siendo la vida de cada hombre considerada como una novela, cada vez que un
hombre muere de esa manera, es una novela que la naturaleza interrumpe
bruscamente. En ese caso, no tenemos el derecho de copiar a la naturaleza. Pues
debemos siempre tomar los promedios y las generalidades.
Entonces, no ver en la humanidad más que una clase de individuos ( que esta
clase sea alta o baja ), más que una categoría de sentimientos, más que un
solo orden de acontecimientos, es seguramente una seña de estrechez de
espíritu, un signo de miopía intelectual.
Balzac, al que todos citamos, sean cuales sean nuestras tendencias, porque su
genio era tan variado como comprendido, - Balzac consideraba la humanidad por
conjuntos, los hechos por masas, catalogaba mediante grandes series los seres y
las pasiones. Si hoy nosotros parecemos abusar del microscopio, y estudiar
siempre el mismo insecto humano, tanto peor para nosotros. Es que somos
impotentes para mostrarnos más amplios.
Pero, tranquilicémonos. La escuela literaria actual extenderá sin duda poco a
poco los límites de sus estudios, y se desembarazará, sobre todo, de
tendencias adquiridas.
Mirándolo de cerca, la persistente reproducción de los « bajos fondos » no
es, en realidad, más que una protesta contra la secular teoría de las cosas
poéticas.
Toda la literatura sentimental ha vivido desde tiempos indefinidos sobre la
creencia de que existían una serie de sentimientos y de cosas esencialmente
nobles y poéticas y que únicamente esos sentimientos y esas cosas podían
proporcionar unos temas a los escritores.
Los poetas, durante siglos, no han cantado más que a las muchachas, las
estrellas, la primavera y las flores. En el drama, las mismísimas bajas
pasiones, el odio, los celos, tenían incluso algún matiz de arrebato y de
magnificencia.
Hoy, se ríe de los cantores de rosas, y se ha comprendido
que todas las acciones
de la vida, que todas las cosas tienen, en el arte, igual interés; pero, tan
pronto ha sido descubierta esta verdad, los escritores, por espíritu de
reacción, quizás se han obstinado a no depender más que de lo opuesto de lo
que se había celebrado hasta ese momento. Cuando esta crisis haya pasado, y deberá tocar a su fin, los novelistas verán con mirada precisa y
espíritu equitativo todos los seres y todos los hechos; y su obra, según su talento,
abarcará lo más posible de vida en todas sus manifestaciones.
Es precisamente, por desprenderse de prejuicios literarios, que se han puesto a
crear otros totalmente opuestos a los primeros.
Si hay una divisa que debe considerar el novelista moderno, una divisa resumiendo en
algunas palabras lo que busca, lo que quiere, lo que intenta, no es más que ésta: « Trato de que nada de lo que afecte a los hombres me sea ajeno.»
Nihil humani a me alienum puto.
28 de julio de 1882
Traducción
de José M. Ramos González para
http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión
en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre