CRÓNICA
( Chronique )
Publicado en Le Gaulois, el 2 de mayo
de 1882.
Se dice que ya no quedan de esos buenos
e íntegros sirvientes de antaño, devotos del amo, dispuestos a
morir por él, guardianes de sus intereses, ¡ formando parte de la familia ! Pero
el llamado proceso « de las dos duquesas » acaba de revelarnos una inaudita
cantidad de esos criados modelos.
Donde ha podido descubrir , el duque de Chaulnes,
esa legión de mayordomos incorruptibles y virtuosos, sino allí, virtuosos hasta
enmudecer de envidia a los mudos de Turquía.
¡ Desplazados, los legendarios eunucos ! Los
criados del castillo de Sablé los dejan muy atrás, y se afirma que el Gran Turco
acaba de escribir a la Sra. duquesa de Chevreuse para proponerle un intercambio.
¿ Dónde están los ligeros mayordomos de Molière;
y Scapin, y todos sus tan sutiles hermanos, astutos, alegres, siempre dispuestos
a abrir a los galantes las puertas secretas, y contentos, como conviene, cuando
el amo se encontraba encornado a ultranza ?
Los de Sablé parecen haber salido de una honesta
obra del Sr. Scribe ( ¿ han advertido que Scribe permanece siendo « señor »
después de su muerte ? ); tienen unos sentimientos de sobra honrados e
incluso de heroísmo con profusión.
Advierten que un extraño penetra misteriosamente
en la casa y van en pareja, con gran ceremonia, a buscar al señor que
se dispone a acostarse: « Señor duque, dicen ambos a la vez, hay un ladrón en el castillo.»
¡ Un ladrón ! ¡ Que delicadeza, que
refinamiento, que saber vivir, cuanta discreción para unos criados !
Al día siguiente, lo que se supuso ser el
invisible y nocturno visitante se presenta ante el puente levadizo ( este drama
debe tener un puente levadizo ), con un revolver en la mano ( a mí me gustaría
más un arcabuz ).
De inmediato un magnánimo servidor va a su
encuentro y lo detiene.
En otra ocasión, es un guardia que, valiente y
estoicamente, desarma al supuesto seductor.
Aquél, según la afirmación de los criados, no camina más que con la pistola
en la mano; y la armada de los fieles criados se arroja cada vez a su encuentro.
Estamos en plena caballería. Es verdaderamente demasiado bonito. Eso no es
todo.
En otro caso, la joven esposa sospechosa, encuentra en un jardín público a un
hombre que ella conocía, y se pone a charlar. Enseguida las dos niñeras,
indignadas, depositan sus bebés y sus delantales sobre un banco, reafirman su
blusa, y manifiestan que se retiran.
Y se van, ambas, cadenciosamente, como en la
comedia de M. de Pourceaugnac.
Jamás, jamás tanta devoción se ha encontrado en unas almas tan vulgares. Es
cierto que el amo iba a morir...y... tal vez sería interesante saber si alguna
cláusula del testamento no habría recompensado una conducta tan meritoria.
Pero no, sin duda; no dejemos aflorar ni un
atisbo de
sospecha sobre estas honradas personas.
Más de diez mil maridos han escrito ya al castillo de Sablé y se han inscrito
para tratar de obtener uno de esos servidores modelo, o, al menos, un chico de
la misma especie.
Hay otro medio para procurárselos tan preciosos.
De vez en cuando recibimos cartas publicitarias
de hábiles profesionales que se encargan, prometiendo una impenetrable
discreción, de hacer vigilar, día a día, hora a hora, a las personas de las que
tenemos interés en sorprender en sus menores acciones.
Afirman que esta invisible y constante
inquisición tendrá lugar mediante estratagemas totalmente imprevistas, y se
encargan « de buscar y procurar todos los documentos necesarios para la
separación de los conyuges ».
No es que yo pueda suponer un segundo que los
mayordomos del Sr. De Chaulnes hayan salido de un establecimiento similar; pero
se puede constatar al menos que su preciosa honestidad ha dado exactamente los
mismos resultados que la discreta vigilancia de los chivatos pagados que uno se
procura tan fácilmente en los vendedores de documentos para la separación del
conyuge.
¡ Oh virtuosos servidores, me gustaríais más,
creo, siendo un poco menos probos !
El Sr. de Chaulnes fue, parece ser, un muy
valiente y digno gentilhombre de otro tiempo, de hace mucho tiempo, como sus
criados. Pues bien, si yo fuese mujer, no me gustaría del todo, en absoluto, un
esposo de épocas pasadas. Leyendo ese curioso proceso, se queja seguramente este
hombre simple, y demasiado cándido, y demasiado honesto para su siglo; pero
también se queja la joven y bella muchacha casada con este fanático asceta.
Y, si yo fuese juez...
¡ Oh ! si yo fuese juez, me mostraría tal vez
demasiado severo hacia la joven y encantadora duquesa que excita en este momento
la piedad galante de los periodistas.
No es que me asombre, como sus criados, de sus
escapadas; lejos de mí este rigor y esta intolerancia; pero encuentro
abominable, monstruoso, repelente que se haya podido encontrar en el cuerpo de
esta mujer, que se asegura es una de las más seductoras del mundo, y cuyo
susodicho cuerpo debe ser, en consecuencia, uno de los lugares más poéticos del
globo, unos versos tan sosos como aquellos reproducidos ya en ese periódico.
Releámoslos:
Je t'aimerai tant que la fleur bénie |
Te amaré tanto como la flor bendita |
Se puede ser un
hombre muy galante y un malísimo poeta; pero entonces ¿ por qué demostrar más
pretensiones que el Sr. Jourdain ?
« Bella duquesa, vuestros hermosos ojos me hacen
morir de amor », habría escrito sencillamente el burgués gentilhombre; eso es
prosa, pero
Te amaré tanto como la flor bendita
Se abrirá para adornar tu estancia...
me habría quitado, lo
confieso, toda veleidad de escasez para un enamorado tan privado de cualidades
poéticas.
Sí, esta ausencia de literatura me habría
arruinado los sentimientos más exaltados; el envío de ese fragmento recuerda
demasiado vivamente a las declaraciones del bombero a la cocinera: « Ma bele
pouxpoule, je taicri pourre te dir que je viendré mangé un boutlion de mains
çoir... »
¿ Cómo enternecernos ahora ? La duquesa es
exquisita, se dice - sí; ¡ pero pensar que su cuerpo es una estancia adornada de
semejantes versos de pésima calidad !
Tiene ojos de ángel - es posible; - pero
cuando se piensa que esos ojos han debido llorar sobre la flor bendita (
¿ por qué bendita ? )
Y luego, por poco que uno sea poeta, cuando se
sueña en que lugar delicioso esos versos, dignos de Bossuet, se hayan
acurrucado, cuando uno se diga que ellos han estado allí; encontrados, y que
haya tal vez aún versos semejantes, en ese lugar !... ¡ Oh ! Señor, haz que no
encuentre nunca una declaración rimada de ese modo en el pecho de mi bien amada
! Ella se me volvería odiosa por siempre- esas simples palabras: bendita -
estancia - rejuvenecida - amor - estrella - sueño - velo - despertar -
inconstancia - amores - esperanza - siempre - bastarían para quitar el
perfume, para mi, eternamente a esos dos flores, benditas o no.
Cuando se es un guapo muchacho, seductor,
galante, ancho de hombros y aderezado con un fino bigote ( el bigote es
indispensable para ser locamente amado ); cuando se tienen, en fin, todas las
apariencias que son necesarias para gustar, ¡ qué locura mostrar sus interiores
!
¡ Oh seductores, seductores coquetos: Acta,
non verba, creedme !
2 de mayo de 1882
Traducción de José M. Ramos González para
http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión
en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre