EL RESPETO
( Le respect )

Publicado en Le Gaulois, el 22 de abril de 1881.

      Entre las enfermedades constitucionales del espíritu francés, el respeto es una de las más funestas y de las más inveteradas. También cuando oigo a personas ancianas, los ancianos con recuerdos mascullados, en tradiciones y en ideas cortas, repetir negando con la cabeza: «¡ El respeto se va; el respeto se va !», no puedo impedir el pensar: « Pues b¡ien, ¡ que se vaya ! » El respeto es el homenaje con el que deberíamos ser más avaros; por el contrario es aquél que más prodigamos. Respetamos a troche y moche, sin medida, sin razón, confundiendo el respeto con la trivialidad.
     También se me debe tratar como « zapador de bases » - quiero decir una vez lo que pienso sobre todas las cosas que nosotros respetamos, y comenzar por una anécdota que la muerte del príncipe Pierre Bonaparte acaba de traerme a la memoria.
Es evidente, ¿verdad? que todo magistrado debe, hasta la condena, respetar al acusado y considerarlo inocente. Algunos escándalos verdaderos, de los que no hemos perdido todavía el recuerdo, nos han probado que los presidentes de los tribunales no comprenden demasiado este modo de practicar el respeto.
      Otros actúan totalmente diferente; y, cuando el acusado es rico, bien situado, poderoso, lo respetan de tal modo que su rol parece obligarlos a decir: « Acusado, tiene usted razón », como en la canción de Pandora.
      El príncipe Pierre Bonaparte acaba de disparar sobre Victor Noir ese famoso disparo de pistola cuya bala iba justo al trono. La oposición, que escogía todas las ocasiones para manifestarse (como era, por otra parte, su derecho y su deber de oposición), había organizado una inmensa procesión republicana hacia la tumba de aquel que se hizo mártir para las necesidades de la causa.
Esta puesta en escena del entierro había producido por todo el país un colosal efecto; se hablaba en todos lados, y el príncipe acusado de asesinato experimentó, como los demás, la necesidad de decir unas palabras.
      Estaba ante sus jueces que le interrogaban; entonces, en un arrebato de oratoria, tomó esta monumental palabra que no tuvo, mucho después, el inmenso éxito que merecía : « ¡¡¡ La afluencia de esta muchedumbre ociosa alrededor de la tumba de este hombre revela una curiosidad malsana que yo desapruebo !!! » Esto no está mal, pero no es todo. Enseguida el presidente entusiasmado exclama: «  ¡¡¡ El sentimiento que usted acaba de expresar le honra !!! » Esta vez, fue necesario arrojar la escalera. Hay en esto tal profundidad de obsequioso respeto, de inefable deseo de ascenso, de inconsciente consideración, que todo comentario se vuelve mezquino, debilitando el efecto. « ¡¡¡ El sentimiento que usted acaba de expresar le honra !!! » Nada tan bueno como esto. - Esta frase me persigue desde entonces, me obsesiona, acosa mis sueños; y, como el barbero del rey Midas, experimentaba la necesidad de exclamarla en alguna parte con la esperanza de que las cañas, las cañas pensantes, se la repetirían la una a la otra. « ¡¡¡ El sentimiento que usted acaba de expresar le honra !!! »

     Vamos ahora, si ustedes quieren, a relacionar, por orden alfabético, una pequeña lista de cosas que resulta de buen gusto respetar, bajo pena de ser considerado como un patán, o como un bribón, o simplemente como un figurón.
      A todo señor todo honor: la Academia. - ¡Bien!, sí, yo la respeto, yo respeto a las personas que tienen aún la valentía de presentarse allí. Las bromas sobre este tema están gastadas.
      La autoridad.- Pero la autoridad no está instituida más que para hacer respetar la ley. Ahora bien, ¿ cómo quieren ustedes que yo respete la mordaza que se pone en la boca ? Yo temo a la ley y la obedezco sin cesar; pero respetarla es otra cosa. Si tuviera la desgracia de abrir, solamente una vez, pero completamente, el grifo de mis pensamientos, de decir mis sentimientos sobre todo y mi desprecio libre por todas las hipocresías que se respetan, por todas las bajezas, los trapicheos, las porquerías, las infamias aceptadas, glorificadas, saludadas, estaría seguro de pasar tres meses, sino más, entre los muros de Sainte-Pélagie.
      También yo me callo.
      Las canas.- Es un viejo dicho francés que se debe respeto a las canas. ¿Esto es únicamente porque son blancas? Y los viejos emblanquecidos en los baños, o simplemente en los establecimientos de la calle Duphot, ¿merecen ellos nuestro respeto ? Respetar a un hombre únicamente porque es viejo me parece un colmo bastante divertido. ¿Y a los calvos que se les debe ?
      Las Fuerzas Armadas.- Los conquistadores - Los grandes generales - El poderío exterminador - Tanto como respetar la sífilis y el cólera.
      Los muertos.- El respeto a los muertos es, se dice, una de las delicadezas de Paris, En otros países, por el contrario, se trata a los muertos con la indiferencia más absoluta. Comprendo que un infame crápula gane en consideración a partir del momento en el que fallece. Pero lo contrario me parece verdadero para un hombre honrado. Y no veo porque se le respeta más desde el momento en que no es más que un cuerpo inanimado donde la podredumbre ha comenzado.
      Las opiniones.- « Toda opinión sincera es respetable », exclama el Sr. Prudhomme.
     ¿ La opinión sincera del Sr. duque de Broglie es respetable para el Sr. marqués de Rocherfot; y la opinión sincera del Sr. marqués de Rochefort es respetable para el Sr. duque de Broglie ?
      ¿ Desde cuando los oportunistas respetan las opiniones de los comuneros; los comuneros, las de los oportunistas; los orleanistas, la de los bonapartistas, etc. etc. ?
      ¿ La religión de Monseñor Freppel es respetable para el Sr. Littré ? ¿ Las opiniones filosóficas del Sr. Littré son respetadas por los ultra-religiosos ?
     Axioma:
      Cada uno respeta su propia opinión, y desprecia infinitamente la de los demás.
      La poesía lírica.- El respeto a la poesía lírica se ha convertido en una obligación para cualquiera que profese opiniones honestas en literatura.
      La empresa comercial llamada Comedia Francesa hace representar sucesivamente los más asombrosos productos de los cerebros líricos. Los Jean Dacier suceden a la Roma vencida; el público común del lugar va a allí a desencajarse la mandíbula, pero aplaude, ensalza, fomenta el esfuerzo, protege al gran arte (?), juzga toda la comedia con admiración incluso. ¿Y por qué ? Únicamente porque se debe respetar la poesía lírica.- ¡ Tartazo de crema !
     Los príncipes. - ¿Cuáles ? ¿ Los del  89 o los de la legítima monarquía ? ¿ Los de hoy o los de ayer ? Los unos no me parecen aún maduras; los otros me lo parecen demasiado. ¿ No valdría mejor abstenerse ?
      La riqueza. - ¿Que es lo que hay más respetable que un coche de maestro tirada por dos esbeltos caballos ? ¿ Dos hermosos caballos por ejemplo ? ¡ Como aumenta el respeto cuando dos lacayos en pantalón corto están sentados sobre el asiento ! Y como el respeto se convierte en veneración cuando esos lacayos están de pie detrás del coche. No he visto una multitud respetuosa, sino ignorante en gran medida, contemplar perdidamente un equipaje de los más brillantes conducido por una baronesa muy conocida, cuyo salón es de los más visitados, pero cuya conducta es tan poco angelical que no podría dejar sospechar su nombre.
      ¿ Que es lo que no respetamos todavía ? El éxito, sean cuales sean los medios, cuando lo que se debería por el contrario respetar los medios fuese el éxito que fuese.
      Las tradiciones.- Es decir lo que nos ha dejado la ignorancia más grande, la estrechez del espíritu, los prejuicios y la tontería de nuestros antepasados.
      Nosotros respetamos todo, ya lo dije; pero en primer lugar lo que es menos respetable.

     Yo respeto las palabras históricas, y, después la asombrosa perla que he recogido para ofrecerla a los lectores: « El sentimiento que usted acaba de expresar le honra
»,  - me permitiré citar otra, salida de la boca de un rey, del rey Louis XVIII. Es desconocida también, aunque Michelet la haya recogido; es de este autor de donde la tomé.
      El infortunado duque de Berry acaba de ser golpeado por Louvel. Se le había traído ensangrentado, agonizante a su casa, y había pasado la noche esperando la muerte. El rey, advertido inmediatamente, había ido (creo) a ver al príncipe, luego se acostó. Pero desde el alba, se levantó, y volviendo a la cabecera del augusto moribundo: « Hijo mío, le dijo tranquilamente, no te abandono más. He hecho mi noche. » ¡ He hecho mi noche !

Ah ! tout doux ! laissez-moi, de grâce, respirer.
Donnez-nous, s'il vous plaît, le loisir d'admirer.
On se sent, à ce mot, jusques au fond de l'âme,
Couler je ne sais quoi qui fait que l'on se pâme !

¡ Ah ! todo dulce ! dejadme, por favor, respirar.
Dadnos, por favor, el ocio de admirar.
Se siente, en esta palabra, hasta el fondo del alma,
discurrir no sé qué que hace que se extasie.

      No me queda más que pedir perdón por todas las paradójicas verdades que acabo de emitir.

22 de abril de 1881

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre