HIJA DE HIJA
( Fille de fille )

Prólogo del libro Fille de Fille, roman parisien, por Jules Guérin, Bruselass, Henry Kistemaeckers, 1883.
 

      Mi querido amigo, me solicitas una de las cosas más difíciles de hacer: un prólogo.
      Has tenido mucho éxito con tu primera novela: La Fange, por lo que no tienes necesidad de ser recomendado a los lectores; y además yo no poseo ni las cualidades ni la autoridad necesaria para apadrinar sea lo que sea. ¿ Entonces por qué un prólogo ? Generalmente las personas que escriben, esa especie de preambuladores, son unos caballeros convencidos, experimentando la necesidad de decir al público que no entiende nada de letras, y que solamente ellos tienen el secreto. Se declara con violencia que tal género de escritos, que tal escuela, que tal manera de ver son despreciables, infames e imbéciles. Un prólogo en ese caso es una especie de sermón a favor de una religión literaria. Nosotros no profesamos, ni el uno ni el otro, ninguna religión de ningún tipo, ¿ no es así ?
      He tenido algunas creencias, o, más bien, algunas preferencias; ya no las tengo; éstas han ido despareciendo poco a poco. Uno tiene o no tiene talento. Eso es todo. Solo el talento existe. En cuanto al género de talento, que importa. Nunca llegaré a comprender la clasificación que se establece entre los Realistas, los Idealistas, los Románticos, los Materialistas o los Naturalistas. Esas ociosas discusiones son la consolación de los Peones.
      Cuando pasa un Romántico que se llama Victor Hugo, hay que saludar hasta la genuflexión. Cuando se nombra a Eugène Manuel se puede permanecer cubierto, como protesta. Pues no deben existir cuestiones de escuela, sino una única cuestión de talento.
      Paul et Virginie es una obra maestra. Y las novelas a la pomada de los que se dicen idealistas, que hacen desfallecer a los burgueses, son una vergüenza para la literatura.
      Pero desde hace algunos años las personas diciéndose honestas tienden sobre todo a la literatura llamada pornográfica. No tenemos el derecho de hablar con franqueza del acoplamiento de los seres, acto tan útil a la raza y tan inocente en sí como el de la nutrición, ni tampoco tenemos el derecho de hablar de la procreación, del alumbramiento, de todas las funciones llamadas genitales que son por tanto más naturales y más sencillas que las funciones cerebrales, sin excitar en el público pudibundo, pero pervertido, una tormenta de indignación.
      No es de hoy este pudor de avestruces que se da en las letras.
      Hace ya algunos años, un magistrado mal llamado, Sr. Pinard, se erigió en abogado de la Moral amenazada por una obra maestra.
      El susodicho Sr. Pinard ( que habría podido, antes de enarbolar esa causa, solicitar al Consejo de Estado la autorización para cambiar de apellido como lo hizo, se dice, una familia de Bonnechosse) atacó y estigmatizó Madame Bovary.
      ¡ La Moral literaria ! ¿ Qué es eso ? La busco en los Grandes, en nuestros Maestros. No encuentro ejemplos en Aristófanes, en Térence, en Plauto, en Apuleyo, en Ovidio, Virgilio, Shakespeare, Rabelais, Boccaccio, La Fontaine, Saint-Amant, Voltarire, J.J. Rousseau, Diderot, Mirabeu, Gantier, Musset, etc., etc.
      Dejemos a los escritores concebir y ejecutar siguiendo sus tendencias y sus temperamentos, castos o sensuales, poéticos o impuros, sin inquietarnos unas costumbres que no tienen nada en común con las letras.
      Se encontrarán, lo sé, malhechores para escribir libros inmundos, sin talento. ¿Pero el lo que hay de suciedad es más odioso que lo que hay de virtud estúpida ? ¿ Esos escritos serán peligrosos ? ¿ Los son más que el relato sentimental devorado por la muchachita exaltada, por la noche, en su cama, en la cama que ella abrirá al día siguiente al dependiente de enfrente, idealizado por su sueño, convertido en héroe, en un personaje de novela digno del magnifico Amor de los libros honestos ? Esté persuadido, mi querido Guérin, que se va a clasificar Fille de Fille entre las obras pornográficas. Me gusta este libro porque es auténtico, y sin tendencias. Tu cuentas el vicio, pero no pides el precio que el difunto Montyon, ese bobo, instituyó pomposamente para recompensar a unos hipócritas juzgados por unas cucarachas.
      Tu no idealizas. Dices las cosas tal como son. Tomo un ejemplo que me ha encantado y por su forma muy literaria y por la soberbia precisión de la imagen. Hablando del pecho de una muchacha marchita, dices que su corset la contenía como una jarra contiene el agua. ¡ He aquí a lo visto, justo, perfecto !. Tu me has dado en las manos la singular sensación de esa carne líquida y escurridiza. Sé quienes habrían hablado de mármol, sé de otros que habrían hablado de rosas, otros todavía que, forzando la horrible imagen, habrían hablado de vejigas vacías. Aquellos, como los otros, nos habrían equivocado, como se equivoca en literatura. Pero que de más divertido y más auténtico que esta comparación de una jarra y de un corset dando a lo que ellos encierran la forma inmóvil que tienen.
      Mas que los grandes efectos, me gustan esos pequeños detalles precisos revelando al observador, al hombre que ha visto y retenido.
      No puedo hacer aquí un análisis de tu libro, no más que escribirte un prólogo. Has deseado darme un testimonio de amistad viva pidiéndome algunas líneas en cabeza de tu novela. Te lo agradezco de todo corazón. Esta carta es bien poco, y muy breve para ser impresa. Haz lo que tu quieras.
      Te estrecho cordialmente las manos.

1883

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre