POETAS
( Poètes )
Publicado en Gil Blas, el 7 de septiembre de 1882.

Comme un cadavre au sépulcre endormi
Je sens déjà peser l'oubli du monde
Qui tout vivant m'a couvert à demi.

Como un cadáver en el sepulcro dormido
Siento ya pesar el olvido del mundo
Que aún, totalmente vivo, me ha envuelto a medias.

      Cuando él escribía estos versos de la Dernière Nuit, el poeta al que se le ha inaugurado un busto en Rouen el otro día, Louis Bouilhet, pensaba en el gafe que le persiguió hasta la muerte. Fue pobre y siempre permaneció siendo un poco desconocido del público, aunque puesto en el lugar que le corresponde por los verdaderos literatos.
      Era un poeta-artista, y el arte, en poesía como en prosa, es lo que permanece más ignorado por el lector común. El más común de los hombres quiere sencillamente que se le expresen con rimas las cosas que él piensa de ordinario. La rima no es para él, mas que un medio nemotécnico; y se mantiene ajeno a las sutiles delicadezas de los ritmos, a la ordenación eufónica de las palabras, a la concordancia de la armonía con la idea. Y esa es la razón de que el público, casi siempre, tome  la sombra por la realidad, a los falsos poetas por los auténticos, prefiere Musset a Baudelaire y unas cantinelas patrióticas a las extraordinarias obras de Lecomte de Lisle.
      ¿ Quién conoce de corazón Midi, les Éléphants, Caïn, les Hurleurs, le Sommeil du Condor ? - Nadie, excepto los poetas. El Sr. Lecomte de Lisle es, y así permanecerá, un gran poeta ignorado, ni incluso académico, pero más inmortal sin embargo que treinta y ocho al menos de los cuarenta; pues las obras de esta envergadura son más fuertes que la opinión de los ignorantes. Louis Bouilhet, a pesar de brillantes triunfos teatrales, es un incomprendido por el mundo, que no conoció ni apreció demasiado, por natural inconsecuencia, las más raras bellezas del poeta: Melœnis, les Fossiles, y sus exquisitas poesías ligeras. Sufrió. Aunque casi nunca habló de si mismo, dejó traslucir su tristeza en ocasiones: 

Mon rêve est mort, sans espoir qu'il renaisse.
Le temps s'écoule, et l'orgueil imposteur
Pousse au néant les jours de ma jeunesse
Comme un troupeau dont il fut le pasteur.

Mi sueño ha muerto, sin la esperanza de que renazca.
El tiempo discurre, y el orgullo impostor
Deja en la nada los días de mi juventud
Como un rebaño del que él fue el pastor.

      Esta mala suerte invencible le persiguió hasta su muerte. Sus auténticos amigos ( me refiero a los amigos del artista ) esperaban que la inauguración del monumento que se acaba de erigir en su memoria sería la ocasión de un despertar de su gloria dormida. ¡ Todos habrían venido entre los poetas: Banville, Silvestre, Sully Prudhomme, Bourget, Catulle Mendès, Richepin, Coppée, Bouchor, etc. ¡ Y cuantos novelistas, cuantos periodistas, cuantos autores dramáticos, viejos amigos del difunto, o fieles admiradores, habrían querido reunirse alrededor de su busto ! Rouen, Rouen incluso, parecía dispuesto a celebrar pomposamente a su hijo desaparecido. Las autoridades ofrecían su concurso.
      Se han contentado con una piadosa ceremonia, debido, se dijo, a no sé que cuestiones de amor propio local, o tal vez  simplemente a la torpeza de algunos miembros rouneses de la organización.
      ¿ Se ha temido la presencia de hombres demasiado conocidos, capaces de eclipsar la  reputación del médico, del dentista y del farmacéutico que han arreglado, con una incuestionable autoridad, todos los detalles de la ceremonia ?
      ¿ Se ha querido evitar el desplazamiento de las celebridades contemporáneas fijando la fecha del evento en pleno verano, en el mes de agosto, justo en el momento en que todo el mundo está lejos de Paris ? Esto parece aún verosímil, pues las invitaciones, enviadas solamente seis días antes, no han encontrado más que a los porteros.
      Uno se pierde en conjeturas.
      Pero cuando el velo que cubría el mármol, obra del Sr. Guillaume, cayó, el autor de Melœnis no tenía enfrente a él más que a los representantes del arte médico, farmacéutico y odontológico de la localidad. Un pedicuro faltaba a este acontecimiento.
      Aquél que, después de la muerte de Gustave Flaubert, hacía las funciones de presidente del comité. el Sr. Raoul Duval, había incluso sido sustituido en esta ocasión, siendo demasiado conocido sin duda, por un honorable médico cuya profesionalidad no es en absoluto discutible, pero cuyas facultades artísticas y literarias piden confirmación hasta este momento.
      En cualquier caso, que esta ceremonia abortada haya sido debido a una especie de celos póstumos de los humildes amigos de Bouilhet, de los viejos compañeros, que habrían querido, con esta precipitación, guardar para ellos solos, para la ciudad de Rouen exclusivamente, al encantador escritor muerto desde hace trece años ya, y hacerse un poco de gloria personal, sin posible eclipse, en esta ocasión, o que simplemente hayan actuado por torpeza, o por ignorancia, lo cierto es que han entristecido a todos aquellos en los que vive la profunda admiración hacia el poeta de los Fossiles.

      
La pieza más conocida de él, aquella que se cita a menudo, tiene por título: A une Femme.
     
Cada uno sabe íntimamente estos versos: 

Tu n'as jamais été dans tes jours les plus rares,
Qu'un banal instrument sous mon archet vainqueur
Et comme un air qui sonne au bois creux des guitares
J'ai fait chanter mon rêve au vide de ton cœur.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Et maintenant, adieu. Suis ton chemin ; je passe.
Poudre d'un blanc discret les rougeurs de ton front.
Le banquet est fini quand j'ai vidé ma tasse.
S'il reste encor du vin, les laquais le boiront.

Tú no has sido nunca en tus días más extraños,
Mas que un banal instrumento bajo mi arco vencedor
Y como un aire que suena en los bosques vacíos de guitarras
He hecho cantar mi sueño en el vacío de tu corazón.
......................
Y ahora, adiós. Soy tu camino; paso.
Empolvo de un blanco discreto los rubores de tu frente.
El banquete se acaba cuando haya vaciado mi taza.
Si todavía queda vino, los lacayos lo beberán.

      Pero estos versos, por más bellos que sean, no valen quizás tanto como las deliciosas joyas, las pequeñas obras delicadas, exquisitamente trabajadas, adorablemente construidas, que se encuentran por todas partes en estas dos antologías, ni los poemas de gran porte donde pasa eso soplo poderoso altamente lírico que había en él. Nada es más grande que la Colombe, - les Fossiles, - l'Abbaye. Nada es más gracioso que e Dieu Pu, - Chanson d'Amour - A un Nouveau-Né.
      Escuchémosle contar los amores de una flor y de un pájaro, de un pájaro que es precisamente bastante grande.

Pour couvrir cette fleur en tendant ses deux ailes.

Et l'oiseau dit sa peine à la fleur qui sourit.
Et la fleur est de pourpre et l'oiseau lui ressemble
Et l'on ne sait pas trop, quand on les voit ensemble,
Si c'est la fleur qui chante ou l'oiseau qui fleurit.

Et la fleur et l'oiseau sont nés à la même heure
Et la même rosée avive chaque jour
Les deux époux vermeils, gonflés du même amour.
Mais quand la fleur est morte il faut que l'oiseau meure.

Alors sur ce rameau d'où son bonheur a fui,
On voit pencher sa tête et se faner sa plume.
Et plus d'un jeune cœur, dont le désir s'allume,
Voudrait aimer comme elle, expirer comme lui !

Para cubrir esta flor tendió sus dos alas.

Y el pájaro contó su pena a la flor que sonrió.
Y la flor es púrpura y el pájaro se le parece
Y no se sabe demasiado, cuando se les ve juntos,
Si es la flor quién canta o el pájaro quién florece.

Y la flor y el pájara han nacido a la misma hora
Y el mismo rocío aviva cada día
A los dos esposos encarnados, henchidos del mismo amor.
Pero cuando la flor muerte es necesario que el pájaro muera.

Entonces sobre esa rama de donde ha huido su felicidad,
Se ve inclinar su cabeza y ajar su pluma.
Y más de un joven corazón, cuyo deseo ilumina,
¡ Quisiera amar como ella, expirar como él !

      Y no puedo resistir al deseo de citar aún los primeros versos del Dieu Pu :

Il est en Chine un petit Dieu bizarre
Dieu sans pagode et qu'on appelle Pu.
J'ai pris son nom dans un livre assez rare
Que le dit frais, souriant et trapu.

Il a son peuple au long des poteries
Et règne en paix sur ces magots poupins
Qui vont cueillant des pivoines fleuries
Aux buissons bleus des paysages peints.

Hay en China un pequeño Dios extraño
Dios sin pagoda  que se llama Pu.
He tomado su nombre de un libro bastante raro
que lo define fresco, sonriente y rechoncho.

Tiene su gente a lo largo de las alfarerías
Y reina en paz sobre esas rubicundas figuras
Que van cogiendo peonías en flor
En los matorrales azules de los paisajes pintados.

      ¿ No es de una adorable gracia y de una inimitable belleza ? Louis Bouilhet era ante todo un artista en ritmos. Los poetas de hoy son en primer lugar unos artistas en rimas.
      Voy a tratar de hacerme comprender, sin estar seguro de conseguirlo. Únicamente los obreros « del oficio » pueden apreciar bien claramente esas sutiles cuestiones de arte, y elegir a la primera ojeada el valor auténtico de una obra poética.
      La cualidad magistral de Bouilhet, fue el ritmo. Sabía como nadie forjar los grandes versos sonoros y darles el grado de sonoridad preciso que comportaba el pensamiento representado por las palabras. Las palabras, otro de sus valores propios, tomando un valor cambiante, esencial, según el lugar que ocupan, según mil circunstancias de proximidad, de influencias, de relaciones, de asociación. Todo el arte del ritmo está hecho de matices, de sonidos velados, de relaciones secretas, del armonioso matrimonio del objeto con el término. Solo los grandes artistas sienten, saben y regulan a su guisa estas misteriosas combinaciones. Hugo, en este arte, es el maestro de maestros.
      La mayor preocupación de los poetas actuales es la rima. En general se cree que para que la rima parezca buena, es suficiente que sea variada y que posea la consonante de apoyo. En absoluto. La auténtica rima, la rima genial es más difícil de descubrir que un diamante como el Regente. Es necesario que sea imprevista, que sorprenda y encante. El poeta, tras haber planteado su primera rima debe producir, en la segunda, una sacudida de sorpresa y de alegría en el corazón de los artistas. Aparte del encanto de la idea, aparte del valor particular del verso, la rima es un mundo. No se puede definir este poder; hay que sentirlo: debe ser alguna cosa como un complicado juego de palabras, que sería al mismo tiempo una exquisita obra de arte.
      Y es todavía Victor Hugo el maestro en este saber hacer.
      Bouilhet no llegaba al extremo, como se hace hoy, del arte tan difícil de la rima. Pero quedará como un gran y sincero artista, al igual que los mejores de su tiempo.

      Continuemos hablando de los poetas.
      He leído últimamente, por casualidad, en una velada, unos versos inéditos, desconocidos, nacidos la semana anterior, de uno de los más perfectos artistas de hoy.
      Una mujer se abanicaba, con ese gesto lento que ellas tienen, cuando se aburren un poco. Luego se puso a mirar su abanico, a mirarlo de reojo, cerrando un poco los ojos, como si leyese. Ella leía en efecto unos versos, escritos a través del pergamino, pues era en pergamino amarillento, como un viejo libro, ese abanico de bella mujer.
      He aquí los versos:

L'ÉVENTAIL

C'est moi qui soumets le zéphire
A mes battements gracieux
O femmes, tantôt je l'attire
Plus vif et plus frais sur vos yeux.

Tantôt je le prends au passage
Et j'en fais le tendre captif
Qui vous caresse le visage
D'un souffle lent, tiède et plaintif.

C'est moi qui porte à votre oreille,
Dans un frisson de vos cheveux,
Le soupir qui la rend vermeille,
Le soupir brûlant des aveux.

C'est moi qui pour vous le provoque
Et vous aide à dissimuler
Ou votre rire qui s'en moque,
Ou vos larmes qu'il fait couler.

EL ABANICO

Soy yo quién somete al céfiro
A mis graciosos aleteos
¡ Oh !, mujeres, enseguida lo atraigo 
Más vivo y más fresco sobre vuestros ojos.

Pronto lo tomo al paso
Y lo hago tender cautivo
Que os acaricie el rostro
Con un soplo lento, tibio y placentero.

Soy yo quién llevo a vuestra oreja,
En un estremecimiento de vuestro cabellos,
El suspiro que la vuelve roja,
El suspiro ardiente de las confesiones. 

Soy yo quién para vosotras lo provoca
Y os ayudo a disimular
O vuestra risa que se burla,
O vuestras lágrimas que se derraman.

       Y eso estaba firmado: Sully Prudhomme. ¿ No es encantador, abanicarse con la poesía, con la verdadera y deliciosa poesía ? ¿ Y por qué no se pondrá de moda pedir a los poetas rimar un abanico del mismo modo que se pide a los pintores colorearlos ? Se diría que todas las mujeres no podrían ofrecerse tal lujo. Tal vez. Esto no sería más que un premio para las privilegiadas.

7 de septiembre de 1882

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre