UNA RESPUESTA
( Une réponse )
Publicado en Le Gaulois del 27 de octubre de 1881.

      Varios periódicos han apreciado, con puntos de vista distintos, el artículo que yo publicaba anteayer respecto a las revelaciones de Maxime Du Camp sobre Gustave Flaubert. La crónica del Sr. Léon Chapron, cuya opinión me parece siempre interesante, pues su talento me seduce mucho, contiene varios puntos a los que me parece necesario responder con algunas palabras.
      El Sr. Chapron me alaba el querer limpiar el carácter de Flaubert de las acusaciones de orgullo, de vanidad colérica y de extravagancia, acusaciones que no pueden mantenerse ni un segundo por cualquiera que haya conocido al novelista.
      Pero el Sr. Chapron me reprocha vehementemente el querer obligar a todo el mundo a postrarse de rodillas ante mi ídolo. Yo no tengo esa excesiva pretensión, y coincido de muy buen grado con el periodista del Evénement que cada uno es libre de admirar lo que quiera, y como él quiera. Tengo el incontestable derecho de negar todo talento a Victor Hugo, si quiero. Me apresuro a añadir que estoy lejos de pensar así.
      No habría sin embargo respondido al artículo firmado por Perdican, si hubiese contenido las apreciaciones personales de este escritor relativas únicamente al talento de Gustave Flaubert.
      Aquí me parecen indispensables otras explicaciones. Gracias a una frase que se repite en todo momento: « Pásame el tiesto que yo te daré la planta. », el Sr. Charpon ha concluido - ignoro la razón - que yo había descubierto indudablemente al Sr. Jules Claretie detrás del seudónimo de Perdican.
      Si yo hubiese estado persuadido que tenía ante mí al Sr. Claretie, seguramente habría respondido en términos más moderados, no habiendo tenido más que excelentes relaciones con este escritor. Pero no puedo admitir que el Sr. Claretie, crítico concienzudo, haya escrito bajo un seudónimo la frase que me ha sublevado, cuando, en su volumen, La Vie à Paris, yo encuentro esto bajo su nombre:  « No podemos hoy resumir, en algunas líneas que serían demasiado rápidas, la fisonomía literaria del fallecido y gran letrado Gustave Flaubert, que, combinando los pintorescos procedimientos de Théophile Gautir con el análisis de Balzac, fue el maestro de la novela contemporánea y determina el gran movimiento que dirige la literatura de imaginación hacia la verdad...
      « Otros que han vivido la intimidad de su vida, contaron la existencia cotidiana de este laborioso maestro, preocupado por la dignidad literaria, enemigo del charlatanismo, detestando las publicidades del reportaje, no querido dar al público más que sus libros, - su obra y no su persona. Aquellos contaron las delicadezas, las ternuras del corazón del amigo, del hijo, ocultando, bajo un aspecto de indiferencia y de disgusto los sentimientos más exquisitos.
      « Para nosotros, que lo hemos conocido poco, pero admirado tanto o más que nadie, queremos rendir un supremo homenaje a este maestro escritor que deja obras maestras... »
      Estas líneas bastarían para alejar toda duda, aún incluso cuando no tuviese el recuerdo siempre vivo de las palabras que me dijo el Sr. Claretie detrás del ataúd de Flaubert, palabras emotivas, salidas del corazón, que han contribuido en mucho a la simpatía que he mantenido después para con el autor de Monsieur le Ministre.

27 de octubre de 1881

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre