LAS VELADAS DE MÉDAN
( Les soirées de Médan )

Como fue hecho ese libro
Texto publicado en Le Gaulois, el 17 de abril de 1880

      Al Sr. Director del Gaulois.

      Su periódico fue el primero en anunciar Las Veladas de Médan, y usted me pregunta hoy algunos detalles particulares sobre los orígenes de este volumen. Le parece interesante saber si lo que pretendíamos con ello era afirmar una ideología para hacer escuela y emitir un manifiesto.
      Yo le responderé a algunas de estas preguntas.
     No tenemos la pretensión de crear un movimiento. Somos simplemente algunos amigos, que una admiración común nos reune en casa de Zola, y que, enseguida, una afinidad de temperamentos, de sentimientos muy parecidos sobre todas las cosas, una misma tendencia filosófica nos une de vez en cuando.
      En cuanto a mí, que no soy todavía nadie como literato, ¿cómo podría haber tenido la pretensión de pertenecer a una escuela? Admiro indistintamente todo lo que me parece superior de todos los siglos y de todos los géneros.
      Sin embargo, se produce en nosotros una reacción inconsciente, fatal, contra el espíritu romántico, por la única razón de que las generaciones literarias siguientes no se parezcan.
      Pero, del resto, lo que nos afecta del romanticismo, de donde han salido imperecederas obras de arte, es únicamente su resultado filosófico.
      No nos quejamos de que la obra de Hugo haya destruido en parte la obra de Voltaire y de Diderot. Por el sentimentalismo exagerado de los románticos, por su desconocimiento dogmático del derecho y de la lógica, el viejo sentido común, la antigua sagacidad de Montaigne y de Rabelais han desaparecido casi de nuestro país. Han sustituido la idea de perdón por la idea de justicia, sembrando en nosotros una sensiblería misericordiosa y sentimental que ha reemplazado a la razón.
      Es gracias a ellos que los teatros, llenos de caballeros sospechosos y de muchachas, no pueden tolerar sobre la escena un simple pícaro. Es la moral romántica de la muchedumbre que provoca, la mayoría de las veces, a los tribunales a absolver a unas particulares mujerzuelas enternecedoras pero sin excusa.
      Tengo por los grandes maestros de estas escuela (puesto que se considera escuela) una admiración sin límites, provocando a menudo dilemas en mi razón; pues encuentro que Schopenhauer y Herbert Spencer tienen sobre la vida ideas mucho más claras que el ilustre autor de Los Miserables. - He aquí la única crítica que me atreveré a hacer, y no se trata aquí de literatura.- Desde el punto de vista literario, lo que nos parece odioso, son los viejos órganos de Bárbarie lacrimógenos, de los que Jean-Jacques Rousseau ha inventado el mecanismo que ha generado una serie de novelistas, detenido, espero, y que el Sr. Feuillet, se ha obstinado en dar vuelta a la manivela, respetando invariablemente los mismos amaneramientos lánguidos y falsos.
      En cuanto a las disputas sobre las palabras: realismo e idealismo, yo no las entiendo.
      Una ley filosófica inflexible nos enseña que no podemos imaginar nada que se escape a nuestros sentidos; y la prueba de esta imposición, es la estupidez de las concepciones llamadas ideales, de los paraísos inventados por todas las religiones. Nosotros tenemos este único objetivo: El Ser y la Vida, que es necesario comprender e interpretar artísticamente. Si no se logra conseguir la expresión, a la vez exacta y artísticamente superior, es que no se tiene suficiente talento.
      Cuando un caballero, calificado como realista, tiene la preocupación de escribir lo mejor posible, y sin sentirse perseguido por inquietudes artísticas, es, desde mi punto de vista, un idealista. En cuanto al que tiene la audacia de pretender hacer la vida más bella que la naturaleza, como si se pudiese imaginar otra que no existe, de usar el cielo en sus libros, y que escribe en " novelado para damas ", no es más, a mi parecer, que un charlatán o un imbécil. Adoro los cuentos de hadas y debo añadir que esta clase de concepciones deben ser más verosímiles, en su ámbito particular, que no importa que novela de costumbres de la vida contemporánea.
      Veamos ahora algunos apuntes sobre nuestro volumen.
      Nos encontramos reunidos, en el verano, en casa de Zola, en su propiedad de Médan.
      Durante las lentas digestiones de las grandes comilonas (pues somos todos golosos y refinados, y Zola come él solo como tres novelistas normales), charlábamos. Él nos contaba sus futuras novelas, sus ideas literarias, sus opiniones sobre diversas cosas. Alguna vez tomaba un fusil, que maniobraba con torpeza y, sin dejar de hablar, disparaba a unas altas hierbas alentado por nosotros que decíamos que eran pájaros, contrariándose considerablemente cuando no encontraba ningún cadáver.
Otros días pescábamos con caña. Hennique se destacaba, para gran desesperación de Zola que no atrapaba más que zapatos.
Yo quedaba tendido en la barca La Nana, o bien me bañaba durante unas horas, mientras que Paul Alexis contaba chistes picantes, Huysmans fumaba unos cigarros y Céard se aburría, encontrando el campo aburrido.
      Así se pasaban las tardes; pero, como las noches eran magníficas, cálidas, llenas de olores de follaje, íbamos a pasear a la gran isla de enfrente.
     Yo trasladaba a todo el mundo en La Nana1.
      Entonces, una noche de luna llena, hablamos de Mérimée, del qué las damas decían: "¡Que encantador autor de cuentos! " Huysmans pronunció poco después estas palabras:
      -Un escritor de cuentos es una persona que no sabe escribir, vende pretenciosamente pamplinas.
      Se puso a recorrer todos los escritores de cuentos célebres y a alabar a los narradores a viva voz entre los que se encontraba uno de los más maravillosos que nosotros conocíamos, el gran ruso Turguéneff, ese maestro casi francés; Paul Alexis sostenía que escribir un cuento es muy difícil. - Cèard, un escéptico, mirando la luna, murmuró:
      -He aquí un bonito decorado romántico; se debería utilizar ...
      Huysmans añadió:
      - Contemos historias sentimentales.
      A Zola le pareció una buena idea, que se contaran unas historias.
      La sugerencia nos hizo reír y, se convino, para aumentar la dificultad, que la temática elegida por el primero se mantendría por los otros desarrollando, eso sí, aventuras diferentes. - Nos sentamos y, en la gran calma del campo, adormecidos bajo la brillante luz de la luna, Zola nos contó esta terrible página de la historia siniestra de las guerras que se llama L'Ataque du Moulin. Cuando hubo acabado, cada uno escribía:
      -Es necesario escribir esto rápido.
      Él comenzó a reír:
      -Eso está hecho.
      Al día siguiente Huysmans nos divirtió mucho con la narración de las miserias de un soldado sin entusiasmo2. - Cèard, nos describió el cerco de París, desarrollando una historia llena de filosofía, siempre verosímil sino verdadera, pero real después del viejo poema de Homero . Pues si la mujer inspira eternamente tonterías en los hombres, los guerreros a los que ella brinda especialmente su interés, sufren necesariamente más que otros3.
      Hennique nos demostró una vez más que los hombres, con frecuencia razonables e inteligentes, considerados aisladamente, se convierten infaliblemente en unos brutos cuando están en masa. Es lo que se podría denominar: la embriaguez de los locos. No conozco nada más gracioso y más horrible al mismo tiempo, que el cerco de esta casa pública y la matanza de las pobres muchachas4.
      Pero Paul Alexis nos hizo esperar cuatro días, no encontrando tema. Quería contarnos una historia de prusianos profanando cadáveres. Nuestra exasperación lo hizo callar y acabó por imaginar la divertida anécdota de una gran dama yendo a recoger a su marido muerto en el campo de batalla y dejándose "enternecer" por un pobre herido. Y este soldado ¡¡ era un sacerdote !!5
      Zola encontró estos relatos curiosos y nos propuso hacer un libro.
      He aquí, señor Director, algunas notas, rápidamente escritas, pero conteniendo, creo yo, todos los detalles que le pueden interesar.
      Quiero presentarle, con el agradecimientos por su benevolencia, mis respetos más sinceros.

17 abril 1880

1 Barco de Zola
2 El cuento de Huysmans se titula "Mochila al hombro"
3 El cuento de Cèard se titula "La sangría"
4 El cuento de Hennique se titula "El ataque del siete"
5 El cuento de Alexiss se titula "Después de la batalla"

Traducción de José M. Ramos González para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant
Versión en francés: http://maupassant.free.fr/cadre.php?page=oeuvre