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ANÁLISIS DEL CUENTO "EN LA MAR" DE GUY DE MAUPASSANT Traducción efectuada del Francés desde: MAUPASSANT,
Guy de : En mer (ce conte parut le 12 février 1883 sous le pseudonyme de
Maufrigneuse, dans le journal Gil Blas) SAISIE
DU TEXTE : Sylvie Pestel pour la collection électronique de la Bibliothèque
municipale de Lisieux (18.05.1995). ADRESSE : Bibliothèque municipale - B.P.
216 - F 14107 Lisieux cedex.- TEL. : 31.48.66.50.- MINITEL : 31.48.66.55.-E-MAIL
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Traducción
efectuada por: Marcos
P. Concha. Se efectuó una traducción literal, considerando los usos y
costumbres de la época en que se escribió el cuento. Objeto: El
presente análisis tiene por objeto descubrir el oficio y virtuosismo literario
que hacen de Maupassant uno de los "Maestros" entre los escritores de
cuentos. Si se logra descubrir y
tomar conciencia de cada uno y todos los detalles que hacen que la obra sea una
obra maestra, el escritor novato podrá, en el futuro, aplicar las técnicas al
crear sus propios cuentos. No se trata de copiar estilos, sino aprender un
estilo para aplicarlo de acuerdo a nuestra propia creatividad. Este análisis es
sólo una introducción y no tiene mayor excelencia académica que la de un
aficionado en el tema. Claves: Glosario: Las
palabras vinculadas se encuentran explicadas en el glosario al final del cuento.
Estas palabras son las que el autor del análisis no sabía su significado o no
las comprendía totalmente. Con sorpresa comprobó que no tenía una comprensión
completa del significado de varias palabras. Las palabras usadas por Maupassant
son exactas para lo que quiere transmitir el autor al lector. Se comprobó también
que los términos usados para describir el ambiente marítimo y pesquero son
precisos, con lo que se establece que Maupassant sabía del tema. Una vez que se
lee el significado de la palabra en el glosario, vincula nuevamente al lugar
donde se estaba leyendo en el texto. El significado de la mayoría de las
palabras está tomado de la Enciclopedia textual permanente Salvat Editores,
S.A. 1999. (Programa computacional). TURQUESA:
El autor del análisis consideró al pesquero de arrastre un personaje
principal. Este color resalta la descripción del pesquero y su comportamiento
en la mar. FUCCIA:
Resalta el espacio, la mar y el tiempo atmosférico, donde se desarrolla la
trama. AMARILLO:
Resalta la descripción física, psíquica y carácter de Javel el menor. Marcos P. CONCHA les
solicita efectúen los comentarios que deseen, tanto a la traducción como al análisis,
así como todo aquello que ayude a un mejor estudio de la obra. En
la Mar
"BOLONIA-SUR-MER, 22 de Enero. - Se lee: "Un terrible accidente vino a sembrar la consternación entre nuestro gremio marítimo, que ha sufrido tanto en los últimos dos años. El pesquero comandado por el Capitán Javel, entrando al puerto, ha sido arrastrado al Oeste y vino a estrellarse sobre las rocas del rompeolas del muelle. "A pesar de los esfuerzos del bote de salvamento y las espías lanzadas por el fusil lanza cuerdas, cuatro hombres y el grumete han perecido. "El mal tiempo continúa. Se prevén nuevos desastres." ¿Quién es este Capitán Javel? ¿Es el hermano del manco?. Si el pobre hombre arrojado por la ola y muerto quizás, bajo los restos de su barco hecho pedazos, es el que yo pienso, tomó parte hace justo dieciocho años, en otra tragedia terrible y simple como son todas estas tragedias tremendas del mar. Javel el mayor, era entonces patrón de un pesquero de arrastre. El
pesquero de arrastre es el barco de pesca por excelencia. Sólido, no teme ningún
mal tiempo, de casco redondo, remonta incesante sobre las olas como un corcho,
siempre fuera del agua, siempre azotado por los vientos duros
y salados del Canal de la Mancha, brega la mar, infatigable, la vela
colmada, arrastra por su costado una gran red de arrastre que raspa el fondo del
océano despegando y pescando todos
los animales dormidos en las rocas, los peces planos pegados en la arena, los
corpulentos cangrejos con sus pinzas ganchudas, y las langostas con sus antenas
puntiagudas. Cuando la brisa está suave y la ola pequeña, el barco se pone a pescar. Su red está fija en todo su largo a una gran percha de madera guarnecida con hierro que dejándola descender al movimiento de dos cabos que se deslizan sobre dos poleas en los dos extremos de la embarcación. Y el barco, derivando por el viento y la corriente, tira de este aparejo que saquea y devasta las profundidades del mar. Javel tenía abordo a su hermano más joven, cuatro hombres y un grumete. Había zarpado de Boulogne en un bonito día despejado para calar la red. Muy
pronto el viento aumentó, y una borrasca
obligó al pesquero a correr el temporal. Alcanzó las costas de Inglaterra,
pero la mar tempestuosa rompía contra los acantilados y golpeaba contra la
tierra, haciendo imposible la entrada a los puertos. El pequeño barco regresó
a alta mar y volvió a las costas de Francia. La tempestad continuaba haciendo
infranqueables los muelles, llenando de espuma, de ruido y peligro todos los
accesos a los refugios. El pesquero volvió nuevamente remontando
la cresta de las olas, sacudido, agitado, chorreando, golpeado por las masas de
agua, pero gallardo a pesar de todo; acostumbrado a estos malos tiempos que a
veces lo tenían cinco o seis días errando entre los dos países vecinos sin
poder recalar ni en uno ni en otro.
Por fin el huracán se calmó cuando
se encontraban en alta mar, y aunque la marejada era fuerte el capitán dio órdenes
de calar la red. Así,
el gran aparejo de pesca fue pasado
sobre la borda, y dos hombres en la proa y dos en la popa comenzaron a lascar
sobre los motones los cabos que lo
sostenían. De repente tocó fondo, pero una ola grande escoró
el barco, y Javel el menor, que se encontraba en la proa y dirigía
la maniobra de cala, se tambaleó, y su brazo quedó atrapado entre el
cabo que por un instante aflojó por la sacudida y la cajera
donde se deslizaba. Hizo un
esfuerzo desesperado para levantar el cabo con la otra mano, pero la red ya
arrastraba y el cabo tensado no cedió nada.
El
hombre crispado por el dolor llamó. Todos corrieron en su ayuda. Su hermano dejó
el timón. Se lanzaron sobre el cabo, intentando librar el brazo que estaba
triturando. Fue en vano. ¾Debemos
cortar ¾
dijo un marinero, y tomó de su bolsillo un gran cuchillo que podía en dos
golpes, salvar el brazo del joven Javel. Pero
cortar era perder la red, y esta red valía dinero, demasiado dinero, mil
quinientos francos; Y pertenecía
a Javel el mayor que era muy cuidadoso de su propiedad. Gritó,
con el corazón atormentado: ¾ No, no corte, espere, yo voy a orzar.
Y corrió al puente cerrando toda la caña
del timón a una banda. El barco no obedeció nada, paralizado por la red que lo
inmovilizaba y empujado además por la fuerza de la marejada y el viento.
Javel
el menor, se había dejado caer en sus rodillas, los dientes apretados, los ojos
angustiados. No dijo nada.
Su hermano regresó, temiendo aún
el cuchillo de un
marinero: ¾ Espere, espere, no corte, echaremos
el ancla.
El ancla fue fondeada dando toda la
cadena, luego se empezó a virar el cabrestante
para aflojar las amarras de la red.
Cedieron finalmente y liberaron el brazo inerte, bajo la manga de lana
ensangrentada. Javel el joven parecía idiotizado.
Le quitaron su camisa y vieron una cosa horrorosa, una masa de carne donde la
sangre brotaba a chorros que uno diría era impulsada por una bomba. Entonces el
hombre miró su brazo y murmuró: ¾
Jodió. Luego,
como la hemorragia hacía una poza sobre la cubierta del barco, uno de los
marineros gritó: ¾
Se desangrará, debemos ligar la vena. Entonces
tomaron un cordel, un grueso cordel negro y embreado,
y envolviendo el brazo sobre la herida, apretaron con toda su fuerza. Los
chorros de sangre disminuyeron poco a poco y finalmente cesaron totalmente.
Javel el joven se paró, su brazo
colgaba a su lado. Lo tomó con su otra mano, lo levantó, lo giró, lo sacudió.
Estaba todo destrozado, los huesos quebrados, los músculos solamente retenían
este pedazo de su cuerpo. Lo
miraba con ojos tristes, reflexivamente. Se sentó en una vela plegada y
sus camaradas le aconsejaron que mojara constantemente la herida para impedir el
mal negro. Pusieron
un balde con agua a su lado, y de tiempo en tiempo sumergía un vaso en él y bañaba
la horrible herida, dejando caer sobre ella un chorrito de agua clara.
¾
Estarías mejor abajo ¾
le dijo su hermano. Bajó,
pero al cabo de una hora volvió, no se sentía bien solo. Y, además
prefería el aire fresco. Él se sentó sobre su vela y recomenzó a bañar
su brazo. La
pesca era buena. Los grandes peces con sus panzas blancas yacían a su lado,
sacudidos por los espasmos de la muerte; los miraba sin cesar de mojar sus
carnes trituradas. Cuando
estaban por volver a Boulogne un
nuevo ventarrón se desató, y el pequeño barco reasumió su rumbo alocado, brincando y dando volteretas,
sacudiendo al triste hombre herido. Vino la noche. El tiempo estuvo malo
hasta la aurora. Cuando el sol salió, se veía nuevamente la costa de
Inglaterra, pero como la mar estaba mas calma, volvieron hacia la costa francesa
ciñendo.
Hacia
la tarde Javel el menor, llamó a sus camaradas y les mostró unas manchas
negras, toda una asquerosa apariencia de pudrimiento sobre la porción del brazo
que ya no se sostenía a él. Los
marineros lo examinaban, mientras daban su opinión.
¾
Eso podría ser la Negra, pensó uno. ¾
Debe ponerlo en agua salada, declaró otro.
Trajeron
entonces un poco de agua salada y la vertieron en la herida. El herido se puso lívido, rechinó los dientes y se
retorció un poco, pero no gritó. Luego
cuando el escozor se hubo calmado: ¾ Dame tu cuchillo ¾ le dijo a su hermano: El
hermano le ofreció su cuchillo. ¾
Sostenme el brazo en el aire,
derecho, tíralo hacia arriba. Se
hizo lo que pidió. Entonces se puso a cortar a si mismo.
Cortaba suavemente, cuidadosamente, rebanando los últimos tendones con la hoja
afilada como una navaja de afeitar; Y pronto no tuvo más que un muñón. Dio un
profundo suspiro y dijo: ¾ Era necesario. Estaba hecho
mierda. Parecía aliviado y respiraba con
fuerza.
Comenzó de nuevo a verter el agua en el muñón
de brazo que le quedaba. La noche estaba mala aún y no podían
recalar.
Cuando amaneció, Javel el menor, tomó
su brazo cortado y lo examinó durante largo rato.
La gangrena estaba declarada. Sus camaradas vinieron también a
examinarlo y lo pasaron de mano en mano, lo tantearon, lo dieron vueltas,
lo olfatearon.
Su hermano le dijo: ¾
debes tirar eso al mar inmediatamente.
Pero
Javel el menor se enojó. ¾ ¡Oh, no! ¡Oh, no! Yo no quiero.
Es mío, ¿no es verdad? Es mi brazo. Lo
tomó y lo puso entre sus piernas. Se pudrirá, dijo al hermano mayor.
Entonces una idea sobrevino al herido. Para
conservar los pescados cuando se estaba largo tiempo en la mar, se les
amontonaba en barriles con sal. Preguntó:
¿No se pudrirá si lo pongo en salmuera?. ¾
Es verdad ¾
exclamaron los otros. Entonces
vaciaron uno de los barriles que estaba lleno de la pesca de los últimos días;
Y al fondo del barril pusieron el brazo. Lo cubrieron con sal, y luego volvieron
a reponer uno por uno los pescados. Uno
de los marineros dijo como broma: ¾ Espero que no lo vendamos
en la subasta. Todo
el mundo se rió, excepto los dos Javel. El viento soplaba aún. Bordearon
a la vista de Boulogne hasta la mañana siguiente a las diez.
El herido continuó sin cesar vertiendo agua sobre su herida. De vez en cuando se levantaba y caminaba de un extremo al
otro del barco. Su hermano que estaba en la caña lo seguía con la mirada,
y movía su cabeza.
Por fin entraron a puerto. El
doctor examinó la herida y la encontró en buenas condiciones. Hizo una
completa curación y ordenó reposo. Pero
Javel no quería acostarse sin haber recuperado su brazo, y volvió rápidamente
al puerto para buscar el barril que había marcado con una cruz. Se
vació ante su presencia y recuperó su brazo, bien conservado en la salmuera,
arrugado y frío. Lo envolvió en una toalla que había traído para este propósito
y lo llevó a su casa. Su
esposa y niños examinaron largamente este resto del padre, tantearon los dedos,
quitaron los granos de sal que estaban bajo las uñas. Después se hizo venir el
carpintero para un pequeño ataúd. Al
día siguiente toda la tripulación del pesquero siguió el funeral del brazo
cortado. Los dos hermanos, lado
a lado, encabezaban el cortejo; el sacristán de la parroquia llevaba el
cadáver bajo su axila. Javel
el menor, dejó de navegar. Obtuvo un modesto empleo en el puerto, y cuando hablaba más tarde de su accidente,
confidenciaba muy bajo a su interlocutor: ¾ Si mi hermano hubiera querido
cortar la red, yo tendría aún mi brazo, por seguro.
Pero él sólo consideró su propiedad."
Guy
de Maupassant
GLOSARIO Consternación: acción y efecto de consternar o consternarse. consternar
tr. y prnl.
Causar a uno pena, aflicción, enfado o una
mezcla de sentimientos que lo deja anonadado. espía
com. 1
Persona que con disimulo y secreto observa o escucha lo que pasa, para
comunicarlo a quien tiene interés en saberlo. 2
Agente que al servicio de un país extranjero intenta averiguar informaciones
secretas, generalmente de carácter militar. 3
f. Acción de espiar un cabo. 4
Cabo usado para espiar. 5
Cada cuerda que mantiene fijo y vertical un madero. espiar
tr. 1
Actuar de espía. 2
intr. Halar de un cabo firme en un objeto fijo para atraer la nave en dirección
al mismo. grumete
m.
Muchacho que ayuda a la tripulación de un
buque en sus tareas. derivar
intr. y prnl. 1
Traer su origen de una cosa. 2
intr. Desviarse el buque de su rumbo. 3
tr. Encaminar una cosa de una parte a otra. 4
Traer una palabra de cierta raíz. aparejo
m. 1
Acción de aparejar. 2
Conjunto de objetos necesarios para hacer algo. 3
Arreo para montar o cargar las caballerías. 4
Conjunto de palos, vergas, jarcias y velas de un buque. 5
Sistema de poleas compuesto de dos grupos, uno fijo y otro móvil, para reducir
la fuerza mecánica necesaria para elevar grandes pesos. 6
Modo en que quedan colocados los materiales en una construcción. 7
pl. Útiles necesarios para cualquier oficio o maniobra. calar
tr.
1 Penetrar
un líquido en un cuerpo permeable.
2 Atravesar
un instrumento un cuerpo de una parte a otra.
3 Hacer
la labor de calado.
4 Cortar
de un melón u otras frutas un pedazo para probarlo.
5 Hablando
de ciertas armas, inclinarlas hacia delante para herir.
6 fig.
y fam. Conocer las cualidades o intenciones de alguien.
7 fig.
y fam. Comprender la razón de una cosa.
8 Sumergir
las redes u otro artefacto de pesca.
9 Mar.
Arriar un objeto deslizándolo sobre otro.
10 intr.
Mar. Alcanzar un barco
determinada profundidad.
11 intr.
y prnl. Abalanzarse un ave sobre la presa descendiendo con rapidez.
12 Introducirse
en alguna parte.
13 prnl.
Empaparse totalmente una persona o cosa.
14 Pararse
un motor por aumentar la carga con brusquedad. borrasca
f.
1 Tempestad,
tormenta del mar.
2 fig.
Temporal fuerte o tempestad que se levanta en tierra.
3 fig.
Riesgo, peligro.
4 fig.
y fam. Orgía, festín con excesos.
5 Zona
circular o elíptica de bajas presiones en la que éstas descienden del exterior
hacia el interior.
lascar
tr. Mar.
Aflojar o arriar muy poco un cabo. motón
m. Mar.
Garrucha por donde pasan los cabos. garrucha f. Polea. escorar
tr. 1
Apuntalar con escoras. 2
intr. Inclinarse un buque. 3
Llegar la marea a su nivel más bajo. cajero,
ra m. y f. 1
Persona que en los comercios, bancos, etc., está encargada de los cobros y
pagos. 2
Persona que hace cajas. 3
m. En acequias y canales, parte de talud entre el nivel del agua y la superficie
del terreno. 4
f. Mar. Abertura en que se colocan las roldanas de motones y cuadernales. 5
cajero automático Aparato dotado de un sistema interactivo (pantalla y
teclado), que permite realizar de forma automática algunas operaciones
bancarias comunes, tales como reintegros, ingresos, etc. orzar
intr.
Inclinar la proa hacia la parte de donde viene
el viento.
caña
del timón: Palanca encajada en la cabeza del timón y con la que se maneja. Banda:
Costado de la nave cabrestante
m. Torno de eje
vertical al que se arrolla un cable o maroma, para mover grandes pesos, soltar o
recoger las anclas en los navíos, o extraer minerales. embrear
tr. Untar con brea
los cables, maromas, etc., y los costados de un buque. brea
f. 1
Sustancia bituminosa de color oscuro y consistencia viscosa, obtenida en los
procesos de destilación industrial de la madera, del alquitrán o del petróleo.
Se usa en la construcción de carreteras, calafateado de buques, en farmacología,
etc. 2
Tela basta embreada con que se envuelven a veces los fardos de ropa y cajones. 3
Mezcla de brea, pez, sebo y aceite de pescado que se usa caliente para
calafatear y pintar las maderas y jarcias del barco. 4
Material inorgánico impregnado de breas petrolíferas. Mal
negro: Gangrena gangrena
f. 1
Muerte local de un tejido debida a causas físicas, químicas, de circulación,
nerviosas, tóxicas o infecciosas. Se caracteriza por la falta de irrigación y
se presenta en las extremidades. La gangrena húmeda es de origen infeccioso, y
la seca es aséptica. 2
gangrena gaseosa Infección caracterizada por la producción de gases en los
tejidos. ceñir
tr. (Se
conjuga como teñir.) 1
Rodear o ajustar la cintura, el cuerpo, el vestido u otra cosa. 2
Vestir, ponerse una corona, espada, etc. 3
Rodear una cosa a otra. 4
fig. Reducir una cosa. 5
Navegar de bolina. 6
prnl. Moderarse en los gastos, en las palabras, etc. 7
fig. Amoldarse a una ocupación o trabajo. recalar
tr. y prnl. 1
Penetrar un líquido por los poros de un cuerpo. 2
tr. fig. Aparecer uno por algún sitio. 3
intr. Llegar el buque a una costa conocida. bordear
tr.
1 Ir
por el borde u orilla.
2 Hallarse
en el borde u orilla.
3 Adornar
o reforzar con un borde.
4
Acercarse mucho a una cosa: bordear
los sesenta; mil peligros; la locura. |