RESEÑAS BREVES ORDENADAS CRONOLÓGICAMENTE

Baronnette, por Ernest Garennes, con un prefacio de Guy de Maupassant (Lalouette).- Una historia tan parisina como la siguiente: la de los estragos causados en París por una mujer que frecuentaba muchos salones. Decir únicamente que la historia acaba trágicamente.
     El volumen está precedido de un notable prefacio de Guy de Maupassant, donde expone sus teorías literarias de un modo muy novedoso.

(Gil Blas, 16 de mayo de 1882)

Hoy ha aparecido, en la editorial belga de Henry Kistemaeckers, el nuevo volumen de nuestro colaborador y amigo, Guy de Maupassant, y titulado Mademoiselle Fifi. Hemos anunciado este delicado pequeño libro hace pocos días, y estamos felices de poder de nuevo indicárselo a nuestros lectores. Un bonito retrato del autor, al aguafuerte, ilustra la obra, y la impresión está muy cuidada.

(Gil Blas, 17 de mayo de 1882)

Nuestro colaborador Guy de Maupassant acaba de reunir, en una de esas encantadoras ediciones de aficionado que el Sr. Kistemaeckers cuida con gusto artístico, algunos de sus mejores relatos. Recordamos el vigor con el que está escrito esta Mademoiselle Fifi que da su nombre al volumen, y del encanto y la dulce filosofía de esos estudios íntimos, le Lit y la Bûché. Esas excelentes páginas merecerían en efecto ser menos efímeras que una crónica.

(Gil Blas, 23 de mayo de 1882)

Guy de Maupassant ha jugado demasiado con los fantasmas. Sus visiones toman cuerpo y lo obsesionan. Es todo un mundo que canta aires fúnebres a su alrededor. Fue así para Edgar Allan Poe y para Alfred de Musset, que no vivía más que de la vida sobrenatural; pero Guy de Maupassant pronto recuperará todas las intensas fuerzas de su razón.   (ALCESTE)

(La Grande Revue, 25 de diciembre de 1891)

 

El consejo municipal del Havre ha decidido que el nombre de Guy de Maupassant será dado a la calle actualmente llamada calle de la Playa.

(Le Monde Artiste, 15 de octubre de 1893)

 

New-York.- «Poor Girl», un vulgar melodrama representado sin éxito en el American, que un director sin vergüenza atribuye a Guy de Maupassant. ¡Decir que la publicidad incluso anida allí!

(Le Monde Artiste, 4 de febrero de 1894)

 

La estatua de Maupassant.

En su última sesión, el Comité de los hombres de letras ha elegido al Sr. Raoul Verlet para realizar el monumento de Maupassant. El Sr. Verlet, autor del monumento de los Charentais y de la bella estatua de Orfeo, que se ha colocado en plaza Malesherbes, ha obtenido el premio del Salón y, aunque muy joven, es caballero de la Legión de honor. Han sido hechas las gestiones para que el monumento sea erigido en el parque Monceau.

(Le Monde Artiste, 25 de febrero de 1894)

La suscripción abierta por la Sociedad de Hombres de Letras, para el monumento de Guy de Maupassant, va a ser cerrada próximamente. Los envíos continuarán siendo recibidos hasta finales de mes, en la sede de la Sociedad, Calzada de Antón, nº 47, desde las diez hasta las cuatro.

Notificación a los amigos y admiradores del lamentado maestro.

(Le Monde Artiste, 15 de abril de 1894)

 

Acabo de saber con una profunda alegría que una persona que permanece en el anonimato acaba de entregar al Sr. Montagne, delegado del comité de los hombres de letras, una suma de cinco mil francos, rogándole que la agregue a la suscripción abierta desde hace un año para el monumento de Guy de Maupassant.

Esta prueba de admiración llama a otras. Los apasionados por la bella literatura fueron tan numerosos antaño en amar al querido desaparecido, que bien querrán, eso espero, seguir el hermoso ejemplo dado por el generoso anónimo.

PIERRE SANDOZ

(Le Monde Artiste, 23 de septiembre de 1894)

El escultor Raoul Verlet, quien ha sido encargado de la ejecución del monumento de Maupassant, va a poder comenzar el trabajo. Su maqueta ha contado con la aprobación de la Comisión de Bellas Artes que preside el Sr. Levraud, y el Consejo municipal acaba de ratificar la decisión de la Comisión.

El monumento de Maupassant se erigirá en el parque Monceau.

(Le Monde Artiste, 20 de enero de 1895)

 

La Congregación de l’Index* tiene divertidos despistes. Cuenta la Revue des Arts graphiques que habiendo debido comparecer la Maison Tellier (hablo del libro) ante el terrible Tribunal, se encomendó el examen de la obra a un sacerdote alemán que no sabía ni una palabra de francés.

Parece ser que el cura, no atreviéndose a confesar su ignorancia, declaró que la Maison Tellier era un libro de arquitectura que, salvo algunas lagunas sobre la construcción de las iglesias, no presentaba graves errores.

Y Maupassant fue salvado. No figura pues en l’Index, donde, como se sabe, las novelas del buen Dumas padre (como las obras teatrales del hijo) ¡son condenadas en conjunto!

*El Index librorum prohibitorum et expurgatorum, en español "Índice de libros prohibidos", también llamado Index expurgatorius, es una lista de aquellas publicaciones que la Iglesia Católica catalogó como libros perniciosos para la fe (Nota del Traductor)

(Le Monde Artiste, 6 de junio de 1897)

 

La obra maestra de Guy de Maupassant, este relato tan conciso que resume una idea de escena digna de Molière, Boule-de-Suif acaba de aparecer en la «Colección de los diez» que recomiendo a los bibliófilos, y que ha llevado a buen término el editor Armand Magnier. Texto irreprochable, ilustraciones del Sr. F. Thévenot, grabados en madera por el Sr. A. Romagnol. Con mucho tacto y espíritu, el Sr. Thévenot ha traducido al lápiz todo lo que Maupassant había escrito; como él, ha trabajado según los modelos de la naturaleza y ha conseguido que su obra se confunda y haga cuerpo con la del maestro. No sabría, dice nuestro colega Ph. Gille, hacer un mejor cumplido a todo artista que acometa la ilustración de una obra; Fue esta fusión del escritor y el dibujante a lo que debemos los hermosos libros del pasado siglo.

(Le Monde Artiste, 22 de agosto de 1897)

La maison Tellier, por Guy de Maupassant.

El editor del escritor, tan temprana y trágicamente arrebatado a la admiración de su época, admiración sin cesar creciente para aquel que ha encarnado todas las facultades artísticas de su raza, este editor, el Sr. Ollendorff, ha querido que una de las obras maestras de Maupassant, la maison Tellier, se convierta en una joya cincelada en su composición como volumen y como ilustración. El Sr. René Lelond ha comprendido la maison Tellier en su irónica elocuencia, en este poder de observación humano que hace la obra de Maupassant tan fuerte y tan superior. Bello libro, bien enmarcado, al que fácilmente puede predecírsele un perdurable éxito.

(La Grande Revue, junio de 1899)

Indiscreción literaria.

Se anuncia la próxima publicación de una novela inédita de Guy de Maupassant: se trata de una obra bastante humorística, que el autor de Notre Coeur había acabado tiempo atrás antes de ser alcanzado por el terrible mal que se lo ha llevado; en el manuscrito de esta obra, Maupassant había propuesto varios títulos; uno solo de estos títulos no estaba tachado, es el que ha sido conservado: les Dimanches d’un bourgeois de Paris.

(Le Monde Artiste, 14 de octubre de 1900)

La aparición en la editorial Ollendorff de una novela inédita de Guy de Maupassant: les dimanches d’un bourgeois de Paris, con las intensas ilustraciones de Geo-Dupuis, es un verdadero acontecimiento literario. En les Dimanches d’un bourgueos de Paris, el ilustre autor de la Maison Tellier y de Notre Coeur ha dejado discurrir toda su elocuencia irónica y poderosa. El libro es todo lo divertido que se puede considerar y contiene algunos retratos de nuestros contemporáneos que, bajo la pluma de Maupassant, adquieren un singular relieve. Es inútil decir que el volumen se demanda y será el libro de la temporada.

(Le Monde Artiste, 2 de diciembre de 1900)

 

El miércoles pasado, nuestro colega Martial Teneo, ha pronunciado una conferencia muy interesante en el domicilio de la Sra. Lapasset, calle de Grenelle, nº 71, sobre Maupassant poeta y cuentista. Una elegida asistencia ha escuchado con mucha atención los curiosos detalles proporcionados por el autor de los Poémes de la chair en lo concerniente al talento del gran escritor, el nacimiento de su locura y las causas que la determinaron. El 7 de febrero, una segunda charla será pronunciada por nuestro colaborador sobre Maupassant novelista, hombre de teatro y mártir del amor.

(Le Monde Artiste, 27 de enero de 1901)

 

Boule-de-Suif, de Guy de Maupassant adaptado al teatro por Oscar Métenier. Teatro Antoine:

[…]

El Sr. Oscar Méténier es un dramaturgo muy hábil. Yo me preguntaba con alguna inquietud como sería capaz de llevar Boule-de-Suif al teatro. Confieso que no lo veía nada fácil, ya que el relato de Guy de Maupassant se desarrollaba casi en su totalidad en una diligencia. Él ha sabido superar la dificultad con mucho acierto. Hemos perdido en la adaptación una parte del encanto que emanaba del relato, pero lo contrario era imposible. Y cuando se intenta llevar una novela al teatro, hay que estar decidido ha hacer sacrificios un poco crueles. Así pues todas las descripciones son sustituidas por decorados y vestuarios, y en lugar de los personajes ideados por Maupassant, tenemos a los interpretados por los actores. Eso pierde en poesía y gana en precisión. Pero hechas estas reservas, y apenas pueden considerarse de ese modo, hay que reconocer que el relato está adaptado a la escena tan bien como lo podía estar y que no perdemos nada del placer realista que de él emanaba. Preciso, lúcido, el Sr. Méténier dialoga con una seguridad notable. Pone en escena mucho arte y tacto, y con él no hay temor a los pesados soliloquios. Ha extraído de una obra maestra de Guy de Maupassant cuatro episodios plenos de rigor, de alegría y de una curiosidad lujuriosa que ha divertido intensamente al público. El primer cuadro pasa en un decorado admirable: un paisaje nevado bajo un cielo oscuro de una tristeza infinita y un horizonte sin límites. La Sra. Luce Colas ha interpretado a una Boule-de-Suif perfecta, temerosa, cordial, sentimental, terca, violenta. Ha estado absolutamente muy bien, como se dijo en Cyrano. Los demás papeles han sido interpretados manteniendo el hermoso conjunto como es norma en el Teatro Antoine. En definitiva, buena velada para todo el mundo.

(La Renaissance Latine Mayo-Agosto 1902)

 

LA DESCONOCIDA

Todos los grandes hombres, sobre todo los poetas, han tenido su «desconocida». Guy de Maupassant no escapó de ningún modo a la regla común. Pero su «desconocida» no lo es más que para el público. Una mujer, de la que nunca habló,  fue, en el transcurso de su vida tan agitada, la confidente de sus pensamientos más íntimos, de sus desfallecimientos, de sus alegrías, de sus angustias. Haber vivido en compañía de tal hombre, es haber almacenado numerosos y curiosos recueros. Es muy fuerte la tentación de reunirlos algún día y publicarlos. La «desconocida» de Maupassant resistió durante mucho tiempo, pero, cediendo a las solicitudes y presiones, acabó por sucumbir. Y he aquí de nuevo toda una intimidad puesta al desnudo. Apresurémonos a reconocer que si la memoria del ilustre escritor no gana con ello gran cosa, lo que es bastante frecuente en estas especies de exhumaciones sacrílegas (recientes ejemplos son testimonio de ello), al menos no pierde nada, lo que resulta más extraño. Se encuentran en «Guy de Maupassant intimo», sus vacilaciones naturales causadas por una duda perpetua y víctima ya de esas alucinaciones dolorosas bajo el peso de las que acabó por sucumbir. Son páginas emocionantes que leerán con interés aquellos que han conocido al gran artista y que, de cerca o de lejos, han sido añadidas a su vida.

(Le Monde Artiste, 2 de noviembre de 1912)

En el Vaudeville.

El Sr. Yves Mirande escribió para el Sr. Porel una pieza titulada: le Panier percé; por otra parte se nos informa que los Sres. Yves Mirande y Mayrargue realizarán una comedia basada en el relato de Maupassant, la Maison Tellier, que igualmente destinarán al Sr. Porel. Después de Bel-Ami, sería a su vez el turno de la Maison Tellier. Decididamente Guy de Maupassant ha tomado posesión de la escena de la Calzada de Antin.

(Le Monde Artiste, 30 de marzo de 1912)

MAUPASSANT ÍNTIMO

El mayordomo François y el Sr. Louis Thomas no nos han contado todo sobre la enfermedad de Maupassant.

Se sabe que el autor de Boule-de-Suif poseía un pequeño velero al que adoraba. Por lo menos se sabe como Maupassant había decorado el interior del Bel-Ami.

«Comprenderán ustedes mi turbación de recién casada, nos contaba la Sra. O…, el día en que subí por primera vez con mi marido al velero de Maupassant. En el comedor, colgado en medio de la pared, en el sitio de honor, llamando la atención de los invitados menos atentos, una amplia fotografía representaba, ¡y de qué tamaño! las partes más significativas de un individuo del sexo contrario al mío. Ese «retrato del dueño» era realmente de un gran estilo, y Maupassant lo exhibía con un legítimo orgullo, sino ya de un modo enfermizo…»                                          (Comunicado por el Sr. R… L…).

(Les Soirées de París. Año 1912.)

 

M. Gontier: Flaubert et Guy de Maupasant.

El autor pone de relieve perfectamente la influencia que el autor de Madame Bovary ejerció sobre aquel al que él mismo llamaba su hijo espiritual. Flaubert transmitió a Maupassant su pesimismo y su amarga ironía; lo puso en guardia contra las efusiones de la sensibilidad romántica; fue su maestro en escritura. Pero esta educación no podía eclipsar la originalidad del discípulo, estando los gérmenes de su tristeza en el fondo de su propia naturaleza, en su voluptuoso temperamento y en el sentimiento de soledad moral que le inspiraba el trágico contraste de los cuerpos que se toman, se penetran, y de las almas incomunicables. Por otra parte, su estilo, manteniéndose perfecto y en la disciplina que se impone, este escritor de raza conserva una naturalidad, una facilidad y una simpatía de la que careció siempre el estilo de Flaubert.  (Firmado por M. Lange)

(Bulletin de la Faculté des lettres de Strasbourg , 1 de noviembre de 1922)

 

[…]

Esperando no volver a ver esa noche al conde Tolstoi, me dispuse a leer en mi habitación, cuando la puerta se abrió y Léon Tolstoi apareció con un pequeño volumen en las manos: «Antes de separarnos, quiero distraeros, dijo, y haceros reír, leyéndoos unos relatos de Guy de Maupassant. Estoy encantado con su manera tan fina y auténtica de escribir, pues dice las cosas tal como son en realidad! » Y nos leyó algunos relatos de Guy de Maupassant; lamento no poder decir como se titulaban; en uno de ellos, se trataba, creo, de una conversación entre dos aldeanos borrachos; el relato hacía reír a Tolstoi de tal modo, que no había medio de sustraerse a imitarlo.

Fue así como se acabó esta encantadora jornada. Al regresar a mi habitación, me sentía emocionada, y el corazón pletórico por el penetrante encanto y esa benevolencia que emanaban de Léon Tolstoi.

[…]

 Fragmento de Una jornada en Iasnaïa-Poliana, de Sophie Glëboff 

(Le Figaro. Suplemento literario del domingo. 21 de abril de 1923.)

 

Se ha inaugurado en el castillo de Miromesnil, donde nació, un monumento en memoria de Guy de Maupassant. Se trata de una réplica del busto realizado por Raoul Verlet para la ciudad de Rouen. ¿Pero por qué los organizadores de esta ceremonia no la han retrasado algunos días a fin de hacerla coincidir con el aniversario del novelista que nació el 5 de agosto de 1850?

(La Semaine Littéraire (Ginebra), 1 de agosto de 1925)

 

CYSTAL R. DOSS: El cuentista americano O. Henry y el arte de Maupassant. – Strasburgo, 1925.

Presentado a modo tesis para el doctorado de la universidad de Strasburgo por una estudiante americana, este estudio es el primero que da a conocer en Francia al autor de relatos que ha obtenido en América un fulgurante éxito. Como tal, es bienvenida y rendirá innegables servicios. La biografía y la bibliografía evitarán a los lectores franceses incómodas investigaciones. El trabajo de clasificación de las short stories traza también una carta marina – un poco confusa – a través de ese océano en trece volúmenes. La tentativa de apreciación y crítica nos será un tanto inútil, incluso no deja una estela muy profunda. El contador americano y el escritor francés no podían ser comparados más que mediante similitudes en sus técnicas. Se indica este punto de vista, pero no se pone de manifiesto la inmensa distancia que separa la obra del americano, chispeante, paradójica, de una ingeniosidad en cascada y de un humor fantástico, de la obra francesa, tan a menudo sobria, sincera, humana y real. Miss Ross ilumina más de un pasaje oscuro de su autor haciendo alusiones a hechos, lugares, costumbres que se nos escapan, y explicando algunos términos del argot de los estibadores o los cowboys. Es un estudio que hace honor al esfuerzo tenaz, metódico y comprehensivo del autor y supone una obra útil a efectos de desciframiento e iniciación.

C. Ecestre.

(Revue anglo-américaine, 1 de agosto de 1926)

Guy de Maupassant, Trenta novelle a cargo de Francesco Picco. Turín. Unión Tipográfica, 1933. In-8º de 306 pp.

Los editores italianos destacan a menudo en el arte de conceder un aspecto seductor a los libros que presentan al público. Tenemos de ello una nueva prueba en la «collana» de traducciones de autores extranjeros, en la que la UTET ha tomado la iniciativa y que dirige el Sr. Arturo Farinelli. Encuadernada en tela marrón con títulos en oro, impresión clara sobre hermoso papel vergueteado, con viñetas al final y al principio de los capítulos y retrato del autor traducido: más de un descanso y halago de la vista.

Baudelaire, Benjamín Constant, Molière, Montaigne, Racine, Stendahl, Taine son los autores elegidos para representar a Francia en esta colección, con tal o cual de sus obras. Y Maupassant también. Es el Sr. Francesco Picco, profesor en la Universidad de Genova, quién se encarga de traducir al italiano treinta relatos del gran novelista. Se ha entregado a esa tarea con la exactitud y el buen gusto que lo distinguen en este tipo de trabajos. Una introducción, una nota biográfico y bibliográfica proporcionan al lector útiles informaciones sobre Maupassant.

(Bulletin de la Faculté des lettres de Strasbourg . Enero de 1935)