Le Figaro, 5 de enero de 1892

LA SALUD DE GUY DE MAUPASSANT

 

Nuestro corresponsal de Cannes nos envía el siguiente despacho:

 

La calma que mostraba Guy de Maupassant después de su tentativa de suicidio no se ha prolongado. La pasada noche, deliraba hasta tal punto que, por la mañana, fue necesario emplear la camisa de fuerza para mantenerlo en su cama.

Desde hace algún tiempo ya, su enfermedad se agravaba, y aunque todavía no estuviese, por así decirlo, más que en estado latente, había momentos de sobreexcitación preocupantes. Agotado por un trabajo intelectual considerable, Maupassant tenía necesidad de un reposo absoluto, que le era recomendado intensamente. Pero le costaba mucho decidirse a ello. Su cabeza trabajaba continuamente y siempre pensaba en el libro que quería terminar, pero cuya redacción escrita era para él una fatiga superior a sus fuerzas y contra la cual trataba en vano de reaccionar.

Fue esta preocupación constante y el miedo a ver que ya no podía dedicarse a un trabajo asiduo, lo que determinó con toda seguridad el acceso de fiebre durante el cual intentó suicidarse.

Después, Maupassant se había mostrado muy tranquilo y había recuperado la razón por completo. Lamentaba intensamente ese momento de locura.

Por desgracia la calma no ha durado mucho y, como ya decía al principio, la crisis de esta noche ha sido de las más violentas. No sobrevino ninguna complicación en la herida del cuello.

Su familia y sus amigos van a verse obligados con toda probabilidad a conducir al enfermo a un hospital donde, al mismo tiempo que se rodea de cuidados continuos, se le pueda vigilar a todas horas, y darle el reposo que sólo la salud puede procurarle.

 

A.B.

Publicado en Le Figaro, el 5 de enero de 1892.

Traducción de José Manuel Ramos González

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