Le Figaro, 14 de enero de 1924 

 

Para Maupassant...

 

Es un proyecto encomiable el erigir un busto en el parque del castillo de Mirosmenil: anteayer anunciamos que un comité presidido por el Sr. J. E. Blanche y el Sr. Robert Thoumyre lo había emprendido; y un artículo del buen escritor normando Sr. E. Spalikowski pronto explicaría  a los lectores de nuestro Suplemento literario que recuerdos de su primera infancia podían vincular a Maupassant con Miromesnil.

Pero el gran escritor normando, ¿no merecería algo mejor que un busto en el césped de su campiña natal? El Sr. Sylvain Bommariage nos escribe para formularnos una propuesta muy interesante: « ¿Por qué, se pregunta, no elevar al menos una réplica del busto de Maupassant en ese pequeño parque de Rouen donde ya se encuentran Flaubert y Bouilhet? Toda la Normandía literaria estaría allí...», al menos toda la de finales del siglo XIX.

Por lo demás, Maupassant, ¿no hubiese deseado otro monumento? El Sr. Sylvain Bonmariage piensa que su recuerdo debería sobrevivir en alguna parte, a orillas del Mediterráneo, donde fue tan serenamente feliz: «... ¿Acaso no expresó entonces (en sus últimos días de lucidez) a los escasos amigos que soportaban su mal humor y su amargura, el deseo de reposar a orillas del Mediterráneo, en la estela que dejaba su pequeño yate tan a menudo sobre las olas? ¿No ha deseado cien veces que su efigie se levántase ante el «mar abierto»? Eso es lo que siempre escuché decir a mi padre, que fue uno de sus amigos más fieles...»

Sí, pero la Costa Azul está muy lejos de los acantilados de Caux; es pues muy natural que en Rouen o en Miromesnil, los normandos honren en su casa a un escritor que es suyo, que los ha pintado con tanta simpatía, y que jamás ha renegado de su origen.

 

Publicado en Le Figaro, 14 de enero de 1924

Traducción de José M. Ramos González para

http://www.iesxunqueira1.com/maupassant