Le Figaro, 16 de noviembre de 1926

 

[...]

Si como dice el Sr. Thérive, existe apología en su Essai sur Abel Hermant, el Sr. Gérard de Lacaze-Duthiers no ha tenido que hacer la de Guy de Maupassant en el estudio que ha dedicado al gran contador normando. Casi desde sus inicios, Maupassant alcanzó el grado de reputación en el que ha permanecido y en el que ningún contratiempo parece amenazarle. Maupassant es una de las glorias más estables de nuestra literatura. Por su realismo simple y poderoso, su forma sobria y sólida, los libros de Maupassant escapan a los caprichos de las modas literarias. No ha dejado, ni probablemente dejará de ser considerado como uno de los maestros del cuento. Su dominio es limitado, pero nadie piensa en cuestionarlo. El Sr. Gérard de Lacaze-Duthiers nos lo hace recorrer y se detiene en los mejores lugares. Vemos con él como Maupassant los cultiva y que frutos sabrosos recolecta. Las tentativas que hizo para extenderse a la novela, no fueron, hay que constatarlo, las más felices, y creo que siempre se preferirá al Maupassant cuentista que al novelista. Mont-Oriol o Notre Coeur no nos harán olvidar nunca Boule de Suif o les Soeurs Rondoli. Maupassant por mediación de sus cuentos, está enraizado en nuestro mejor terreno literario.

[...]

 

Extracto de la sección La Vie Litteraire, publicado en Le Figaro el 16 de noviembre de 1926

Traducido por José M. Ramos González para

http://www.iesxunqueira1.com/maupassant