Le Figaro, 24 de octubre de 1941

Complicaciones sentimentales.

 

El conjunto de los estudios publicados en este momento sobre Guy de Maupassant nos muestra viva esta sociedad parisina, a la que pertenecieron nuestros padres, que fue brillante, que mezcló a veces con mucha condescendencia el talento y el falso gusto y pudo respirar en paz todas las flores del diletantismo. En paz no quiere decir... sin trastornos; puesto que para Maupassant el perfume fue demasiado fuerte, muriendo de ello. Pero es cierto que entre 1875 y 1895 transcurrieron veinte años en los que la vida parisina se revistió con un estallido particular de una gracia ociosa, que en el futuro no volvería a producirse nunca más.

 

Una particularidad debe parecer extraña a los jóvenes de hoy en día que se vuelven hacia esos tiempos que no han conocido: a saber el lugar que la aventura sentimental ha tenido en esa época. La «renovación», de la mujer en Francia data del Segundo Imperio. Bajo Napoleón I y durante la Restauración, las mujeres habían permanecido relativamente en la sombra. La burguesía de Louis Phillippe fue austera y si la pasión fue uno de los grandes temas románticos, no estaba instalada en las costumbres... La prueba es, que a pesar de la influencia que adquirieron las mujeres bajo el reinado de la emperatriz, Madame Bovary no provocó el menor escándalo.

Flaubert había compuesto la más celebre de esas novelas «de adulterios» que no han dejado de ilustrar la historia de la sociedad francesa hasta finales del siglo XIX. Mensoges de Paul Bourget y Notre Coeur de Guy de Maupassant, formaron junto con el Lys Rouge, el último ramillete – pues Anatole France quiso mostrar también que él podía escribir una «historia de amor». Pero no tomaba la aventura demasiado en serio, mientras que Paul Bourget al principio de su vida de escritor y más todavía en el caso de Maupassant, le han concedido una convicción plena.

Una de las tres «amadas» por el novelista de Notre Coeur ha permanecido en un misterioso anonimato: aquella a la que algunos allegados de Maupassant vieron pasar junto a él como a una «bella y marmórea» y de la que aseguraron que precipitó su debacle. Es necesario precisar que una mujer no basta para hundir a Maupassant, ni siquiera tres. Se han encontrado muchos otros motivos – los excesos y la enfermedad. Maupassant había mordido en la «gloria» parisina con un apetito de normando robusto, ¡pero como un glotón! Hay excesos que destrozaron a los más equilibrados.

La «mujer de gris» fue sin duda la que acabó de derrotar a una razón ya apagada. Paul Bourget nos ha contado al respecto una anécdota estremecedora - que nos muestra hasta que punto la aventura amorosa ha tenido lugar en la vida intelectual de esos apacibles tiempos. «complicaciones sentimentales» ¡Desde luego...! Nosotros tenemos otras preocupaciones. Y cuando en la distancia pensamos lo que conmovía tan profundamente a nuestros mayores casi tenemos ganas de sonreír de la importancia que daban a esos dramas a flor de piel.

 

GUERMANTES

 

Publicado en Le Figaro, el 24 de octubre de 1941

Traducción de José Manuel Ramos González para

http://www.iesxunqueira1.com/maupassant