Le Gaulois, 8 de febrero de 1893

P.G.P.

 

¡Tres letras fatídicas! ¿Qué misterio desvelan? Una condena a muerte no pronunciada pero prevista por unos pocos hombres.

Cuando un enfermo es presa de una de esas parálisis que van realizando su obra fatal siguiendo una progresión demasiado conocida, cuando el desenlace no es más que cuestión de tiempo, el médico escribe sobre su informe las tres letras P.G.P. Siglas cuya triste significación escapa a la familia del enfermo, pero es comprendida por cualquier otro médico: «Parálisis general progresiva.»

Las noticias sobre Guy de Maupassant son cada día más desoladoras, y aquellos que lo cuidan han perdido ya cualquier esperanza de curarle y salvarle. Se puede imaginar la emoción que provoca en sus amigos este agravamiento en el estado del enfermo, pero sería inutil a estas alturas, ocultarlo por más tiempo: el autor del Horla está desahuciado.

Maupassant estaba afectado de una enfermedad terrible – tan terrible que raramente perdona y los médicos han marcado su cabeza, antaño tan fecunda, con las tres letras constatando la dolorosa condena: P.G.P.

Un médico amigo, neurólogo distinguido, y que está considerado como uno de los alumnos más sobresalientes del profesor Charcot, habiendo tenido que ocuparse del caso de Guy de Maupassant, nos ha proporcionado todos los detalles que pueden interesarnos.

–Maupassant está afectado, nos dijo, de la parálisis general progresiva de los alienados o meníngeo-encefalitis difusa. Se inicia con los delirios de grandezas, delirio ambicioso o satisfacción exagerada de uno mismo. Ahora bien, Maupassant se creía y se decía un experto en ejercicios físicos. Cuando fue golpeado por ese mal se encaminó fatalmente hacia la demencia. Hay algunas remisiones, pero son escasas y no duran más que tres o cuatro años, a lo sumo. Sólo una vez se ha podido invocar el caso de un médico alemán que practicó su oficio durante los diez años que duró su remisión, tras lo cual murió bruscamente en un acceso de locura exagerada.

»El origen de esta enfermedad todavía divide a los médicos alienistas, como se ha podido constatar en los últimos congresos de Rouen y Lyon. Unos ven en ella una consecuencia de excesos fisiológicos de orden especial, otros la vinculan simplemente a una enfermedad de tipo congénito.

»En todos los casos, lo que es seguro es que la meníngeo-encefalitis difusa es uno de los tipos de locura más extendidos y de los más graves.

»Esta enfermedad, que mata a Maupassant, se complica a menudo con otra enfermedad a la que los hombres de letras proporcionan uno de los contingentes más considerables: la ataxia locomotriz o enfermedad de la médula espinal, aquella de la que se quejaba Maupassant antes un poco antes de sus accesos de locura.»

 

***

Por otra parte, más o menos fueron los mismos ataques bajo los que sucumbió Hervé de Maupassant, hermano del gran novelista. Hervé, que murió hace cerca de tres años, en el hospital de Bron, cerca de Lyon, pasaría la mayor parte de su vida en las residencias de salud, y todos los que vivían en la intimidad de Guy saben cuán funesto había sido para él el hecho de tan terrible enfermedad en su hermano.

Cuando hace quince meses, Guy de Maupassant se sintió golpeado, decía: «¡Oh, siento que tengo lo mismo que tenía mi hermano!» Con una sorprendente lucidez, que ya no regresaría, se dio cuenta del triste estado en el que iba a sumirse, – y fue en ese momento cuando intentó cortarse la garganta con una navaja.

¡Pobre Maupassant! Hoy, sus amigos más íntimos han debido reconocer con pesar al apuesto muchacho que era convertido en ese desgraciado que arrastra tan dolorosamente el fin de su vida, tan delgado, tan macilento y tan alejado de esa magnífica inteligencia que fue la suya. Y eso precisamente en el momento en el que el Sr. Jules Claretie, con esa bondadosa alma que le caracteriza, impulsa activamente la Paix du ménage, cuyo éxito habría sido un bálsamo para el corazón de Maupassant si éste hubiese podido verlo.

No se puede esperar más, y el doctor Meuriot ¿no nos daba esa esperanza cuando ayer decía al Sr. Ollendorff, que no se  había producido ninguna crisis más alarmante que las de estas últimas semanas?

 

***

 

¿Después de esto, qué va a ser del manuscrito de un libro que preparaba Guy de Maupassant y que debía titularse l’Angelus? El escritor, que había querido plasmar en su libro el amor maternal, tomó como fondo ambiental la guerra de 1870.

Propiamente hablando no era una novela, sino más bien un gran relato, como solía escribirlos en sus inicios para el Gaulois que le había abierto todas sus grandes columnas.

Es de desear que l’Angelus sea publicado un día tal cual, incluso incompleto y apenas comenzado; eso será, para los amigos de Maupassant, como un último recuerdo, y con toda seguridad estarán orgullosos. El Sr. Ollendorff, que ha negociado con tanto empeño la recepción de la Paix du ménage en la Comédie, nos ofrecerá l’Angelus. Ese será el testamento literario de una bella inteligencia rota en plena expansión.

 

TOUT-PARIS

 

Publicado en Le Gaulois, el 8 de febrero de 1893

Traducción de José Manuel Ramos González

para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant