Le Gaulois, 10 de julio de 1893

 

El Sr. Dubut de Laforest nos envía una bonita poesía que ha compuesto al tener conocimiento de la muerte de Guy de Maupassant:

 

I

Le plus grand parmi nous, dans la toute-puissance

Du Verbe, et l’éclat des valeurs

Qui l’allume, le fait resplendir et l’encense:

Un bouquet aux mille couleurs!

 

II

C’est Guy de Maupassant, la verve généreuse,

Semant des rires et des lois;

C’est le flambeau sacré de la raison joyeuse,

C’est l’honneur de l’esprit gaulois!

 

III

Or, le flambeu s’éteint, sous une ombre ennemie,

On voit défaillir sa raison:

Elle n’était pas morte, elle était endormie

Dans le merveilleux horizón!

 

IV

Is sor vainqueur de l’ombre arrêtant sa carriere,

O deuil! O sinistre péché!

Mais salut à la mort qui met de la lumière

Autour du front qu’elle a touché!

 

I

El más grande entre nosotros, en todo su poder

Del Verbo, y la eclosión de los valores

Que lo ilumina, le inciensa y lo hace resplandecer:

¡Un ramo de mil colores!

 

II

Es Guy de Maupassant, de generosa alocución,

Risas y leyes sembrando;

Es la llama sagrada de la alegre razón,

Es el honor del espíritu normando.

 

III

Pero la llama se apaga, bajo una sombra enemiga,

Se ve su razón desfallecer

No estaba muerta, estaba dormida

¡En el maravilloso amanecer!

 

IV

Él sale victorioso de la sombra deteniendo su carrera

¡Oh duelo! ¡Oh siniestro pecado!

Pero saluda a la muerte que la luz despliega

En torno a la frente que ella ha tocado!

  

 Nota del T.- Se ha intentado conservar la rima sin desvirtuar el contenido de la poesía original en francés.

 

 

Maupassant íntimo

 

Un amigo de Guy de Maupassant nos proporciona algunas notas íntimas sobre él.

Si Maupassant hubiese adoptado una divisa, habría elegido la del antiguo filósofo: «Oculta tu vida, muestra tus obras.» Como Flaubert, del que era alumno y discípulo preferido, el autor de Fort comme la mort era aficionado a las retiradas y al asilamiento: «Diga todo lo que quiera sobre mis obras, tenía por costumbre decir a los periodistas y a los jóvenes escritores que iban a verle, pero no desvele nunca mi intimidad, mi vida privada. Eso me resultaría absolutamente desagradable.» Y, de hecho, Maupassant se encerraba en su aislamiento como el poeta en su «torre de marfil».

Los curiosos insinuaban que eso formaba parte de una pose. Nada era menos cierto. A Maupassant le horrorizaba la publicidad indiscreta, aquella que se ejerce sobre las manías, las costumbres, incluso sobre los pequeños defectos del hombre.

La mayoría del tiempo, Maupassant se ausentaba de París, lejos de su coqueto apartamento de la calle Montchanin, donde había recopilado, con el gusto preclaro del artistas, muebles y bibelots de un verdadero valor artístico.

Su despacho estaba decorado de un modo muy especial. El día llegaba desde lo alto, como también la luz del gas. Era a causa de la debilidad de su vista por lo que Maupassant había hecho hacer esa instalación.

¡Ah! sus ojos. Era el gran temor de su vida. Tenía un miedo terrible a quedar completamente ciego.

Maupassant tenía el gusto muy desarrollado por las aventuras y los viajes. El normando tenía sin cesar nostalgia de cielos nuevos. A borde de su velero Bel Ami, estaba casi continuamente de excursiones, yendo de las orillas del Adriático a las costas de Sicilia, de Grecia, a Argelia y a Tunicia, a todas partes a donde su humor vagabundo le empujase.

Tres o cuatro de sus obras han sido escritas en la mar, especialmente la Vie errante y Sur l’Eau.

 

CH. DEMAILLY

 

Publicada en le Gaulois el 10 de julio de 1893

Traducción de José M. Ramos González

para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant