Le Gaulois, 12 de marzo de 1899

EL MONUMENTO DE MAUPASSANT

La inauguración de hoy

 

La ciudad de Rouen celebra hoy un solemne evento al que se unen de corazón todos los amigos de las letras.

Se trata de erigir un busto de Maupassant que se podrá contemplar a algunos pasos del hermoso mármol en el que Chapu reprodujo los rasgos de Flaubert.

Flaubert y Maupassant, esos dos nombres ilustres son casi inseparables: el autor de Madame Bovary fue el maestro, puede decirse el padre intelectual del autor de Fort comme la mort.

Los ciudadanos de Rouen, que reivindican esas dos glorias – como han reivindicado a Corneille – dedican un monumento a la memoria de Maupassant. Temiendo la lentitud de una suscripción, un comité convocó a la ciudad a una matinée donde hablaron el Sr. Albert Sorel, Laroumet y Jacques Normand. La Comédie Française ha enviado toda una falange de sus mejores artistas.

El programa de esta matinée comprendía atracciones de primer nivel. Primero, la Nuit de octobre, de Musset, con la Srta. Moreno en el papel de la Musa. Luego l’Apparition, Boitelle, Le Papa de Simon, relatos de Maupassant, leídos por el Sr. Leitner y Georges Berr, socios del Théâtre Français; una charla sobre Maupassant autor dramático, por el Sr. Jacques Normand, finalmente, Une Histoire du Vieux Temps, obra en un acto de Maupassant, representada por el Sr. Leloir y la Sra. Pierson.

Los miembros del comité del monumento del muy añorado novelista son por Paris: Sres. Paul Bourget, Jules Claretie, Hendlé, Cartier, Albert Sorel, Gustave Laroumet y Jacques Normand.

El comité de Rouen se compone de los Sres. Masson-Forestier, Le Breton, doctor Aubé, Robert Pinchon, Henri Allais, Léon Brière, Chanoine-Davranche, Ernest Deshayes, D. Dautresme, George Dubosc, Octave Marais, Souchières.

El Sr. Masson-Forestier, presidente del comité del monumento a Maupassant, había invitado a la inauguración a la madre del ilustre escritor, Sra. de Maupassant, que vive retirada en Niza y no ha podido aceptar la invitación, excusándose mediante esta emotiva carta:

 

Niza (villa Monge), 28 de febrero de 1899.

Señor Presidente,

Su carta, tan llena de gracia, me ha emocionado mucho. Estoy muy enferma y vieja; apenas puedo sostener la pluma... Pero como no decirle de inmediato ¡cuán dulce me parece, en mi sombría vida, este homenaje dedicado a mi querido finado, por esta Normandía que él tanto amaba y que nada podía hacerle olvidar!... Siempre, por todas partes en su obra, ¿acaso no vuelve el recuerdo de la tierra natal? Sí, caballero, déjeme decirle que Guy de Maupassant había merecido que ustedes se acordasen de él, y su anciana madre se enorgullece de este homenaje del que usted quiere formar parte.

Habría sido muy feliz si pudiese hacer el viaje a Rouen para esa gran fiesta literaria del 12 de marzo; pero mi estado de salud hace todo desplazamiento imposible... Al menos mi pensamiento estará con ustedes por completo, puede estar seguro.

Transmita, señor, la expresión de toda mi gratitud hacia sus colegas del comité, y también a todas las personas – para mí desconocidas – lo lamento, que han querido unir sus esfuerzos a los suyos, y déjeme ofrecerle la seguridad de mi alta estima.

 

LAURE DE MAUPASSANT

 

***

¡Qué conmoción en Paris y en toda Francia, cuando se conoció la muerte de Guy de Maupassant! Sucumbió todavía muy joven en la peor y en la más trágica de las afecciones, la parálisis general. Ese cerebro tan luminoso y tan fecundo no había podido resistir a una incesante labor, a una continua fermentación, quizá a algunas decepciones, a penas que han permanecido secretos.

El eminente escritor no tenía más que cuarenta y tres años, había nacido el 5 de agosto de 1851 (sic), en el castillo de Miromesnil en el Sena-Inferior. Primero, estando empleado en el ministerio de la instrucción pública, debutó con unos relatos que causaron sensación. Inútil dar la lista de sus obras, todas son populares, todas llevan la misma impronta de vigoroso talento, tal vez de genio.

En una época de anarquía literaria, Maupassant tuvo el mérito de permanecer siendo un escritor francés y puede añadirse que clásico. ¡Cuántos estilistas se dedican a desfigurar nuestra lengua, so pretexto de enriquecerla!, él tuvo por ella un respeto filial y de algún modo caballeresco. Este moderno tan modernista sin embargo, tuvo la chispa de la vieja roca.

Se le puede reprochar una lamentable falta de ideal. Seguramente hubo alguna brutalidad en su robusto talento. Maupassant, nacido de buena cuna, tenía más de raza que de distinción: pero ¡qué franqueza en su porte y que lealtad en su tarea!

Desde luego fue un realista, pero sin tomar el partido de no describir otra cosa que fealdades.

En nuestra opinión, vivía sobre todo por su forma, una de las más perfectas que puede haber: su frase clara, colorista, llena de relieve, de un modelo firme y delicado, de una ligereza nerviosa, firme y musculosa, que lo sitúa en primer nivel de nuestros novelistas. Escribió pocos versos, pero encantadores.

Era un hombre galante, enemigo de la charlatanería y la publicidad, amando sinceramente las letras sin poseer los pequeños defectos inherentes a la producción literaria.

Su coquetería y tal vez su desgracia fue su extrema independencia. Al final de su vida, se había vuelto un solitario hasta la misantropía.

Apuesto mozo, verdadero macho normando con su cuello de toro y sus cabellos encrespados, buen compañero en cualquier ocasión a pesar de un fondo de desdén y tristeza, altivo y buen muchacho, franco e irónico, controlaba su simpatía inquietando un poco. En suma, una de las más elevadas y originales personalidades de la literatura contemporánea.

 

***

 

No le gustaba que se hablase de él, temía las indiscreciones como una mujer bonita, y huía de las entrevistas como de la peste. Una línea de periódico quitándole el velo de su intimidad el apenaba en demasía.

–Aparte de mis libros, me gustaría no existir para el público, decía a menudo.

Esta carta a su editor, Paul Ollendorff, que fue su amigo fiel en los buenos y malos días, expresa ampliamente este aspecto particular de su carácter:

 

Etretat, 15 de julio de 1887

Mi querido amigo,

El chaparrón de noticias caído sobre los periódicos en relación con mi viaje en globo me ha atraído muchas burlas y algunas contrariedades. Se lo ruego, detenga ese torrente.

No fui yo quien tuvo la idea de dar a un globo el nombre de mi libro (le Horla), y ahora doy la impresión a todo el mundo de haber hecho de ese globo un tambor.

He pasado por su casa para saber si el volumen marchaba bien. Se me dijo que sí. Dígame si tiene un minuto un día u otro, para vernos.

Muy cordialmente,

GUY DE MAUPASSANT

 

El hombre, un poco misántropo, era en la intimidad exquisito, la mano leal, el corazón limpio y el alma elevada. El Sr. Jacques Normand, que fue su colaborador en Musotte y que le conoció mucho, se lo dirá a los roueneses en su charla de hoy. Hablará también del dramaturgo y citara esta carta de Alexandre Dumas hijo, escrita a Paul Ollendorff, en una época en la que Maupassant golpeado por un mal terrible luchaba entre la vida y la muerte en un hospital psiquiátrico:

 

Querido señor Ollendorff,

Acabo de leer la Paix du foyer. Es excelente. El éxito está garantizado y será rentable.

Escribo a Claretie. No debe dudar ni un minuto. Le aconsejo que haga debutar a Hading allí: Ella podrá aprender y ensayar mientras esté aún en el Vaudeville y representarlo en el momento que esté libre.

Se la leeré al comité y  haré todos los ensayos necesarios. Muy feliz de demostrar a Maupassant, aunque él jamás va a saberlo, la gran estima y el gran afecto que tenía por él. Reciba mis más cordiales saludos.

A.DUMAS hijo.

 

Como puede adivinarse se trata de la Paix du ménage, representada con un tanto éxito por el Sr. Worms y la Srta. Bartet en la Comédie-Française. Maupassant murió ignorándolo. ¡Y esa fue la última ironía en la vida de ese genial escritor en ese extraño y sorprendente destino!

Paul Roche.

 

Publicado en Le Gaulois, el 12 de marzo de 1899

Traducción de José M. Ramos González para

http://www.iesxunqueira1.com/maupassant