Le Gaulois, 18 de diciembre de 1891

GUY DE MAUPASSANT EN CANNES

 

Resulta interesante para un escritor, poder leer las oraciones fúnebres que inspira.

Varios contemporáneos ya han saboreado esa satisfacción, que llegará a ser banal si la moda de hacer todo con gran rapidez sigue una progresión siempre ascendente.

En este momento es Guy de Maupassant quien puede divertirse leyendo algunos artículos más o menos necrológicos juzgando su obra y a sí mismo. Paseándose ayer por las calles de Niza, escuchó a alguien pregonar: «¡La enfermedad del Sr. de Maupassant!» No guardó un recuerdo demasiado desagradable del incidente, pues lo contaba con humor en las cartas particulares enviadas a París.

De esas cartas se desprende que el brillante escritor se encuentra en un estado de fatiga que no presenta ninguna gravedad. Pero se queja de ver como algunos periódicos parisinos y también diarios locales de Niza, le declaran loco con demasiada arbitrariedad.

En su estado de fatiga, el escritor recibe a muy pocas personas. La puerta está severamente cerrada para todos los periodistas. Guy de Maupassant se ha propuesto, casi como una ley, no recibir jamás a ningún reportero y huir de la entrevista.

En Cannes, Maupassant vive solitario. Seamos indiscretos, como nos obliga nuestro deber de periodistas, y echemos una ojeada a su manera de vivir allí.

 

***

 

Guy de Maupassant vive en Cannes en un pequeño chalet bastante pintoresco, sito en la ruta de Grasse: el chalet l’Isère. Delante de la casa hay un minúsculo jardín desde donde se tiene una magnífica vista.

Se levanta a las ocho de la mañana y permanece en casa hasta las diez. A continuación sale, va a tomar una ducha, la más fría posible; luego va a ver su velero Bel-Ami, anclado en el puerto de Cannes. Dependiendo del día, va a dar un corto paseo por mar, o bien monta en bicicleta – una magnífica bicicleta de ruedas de caucho, que le costó 800 francos. Regresa a casa a las doce menos cuarto, almuerza y recibe a los visitantes admitidos a verle, hacia la una.

Por la tarde se dedica a pasear: barco o bicicleta. A las seis, el Sr. de Maupassant regresa a cenar, luego se pone a trabajar hasta medianoche.

Muchos artistas de estos tiempos han querido probar los «Paraísos artificiales» que Baudelaire evocaba. No puede quedar impune que un hombre imaginativo pueda leer las Rêveries d’un manger d’opium, de Quincey, o escuchar las leyendas del club de los Haschichianos, de los que Gautier levantó una esquina del velo. Maupassant fue de entrada un enemigo de las drogas que fustigan o adormecen el cerebro. Luego cedió a la curiosidad. Consumió esos seductores venenos. Tomó sucesivamente morfina, tebaína, cannabis indio, es decir haschis, cocaína, cloral y sobre todo éter. El año pasado, el éter le provocó un accidente que privó al novelista del uso de la palabra durante cerca de un mes.

Desde entonces, Maupassant renunció a transformar su organismo en un laboratorio.

Ahora, para reaccionar contra la intoxicación, toma diariamente duchas y se hace masajear.

En verano va a Divonne, donde el agua no alcanza más que cinco grados centígrados de temperatura.

El Sr. de Maupassant pasará todo el invierno en Cannes. Allí trabaja, tal como ha anunciado, en una novela ambientada en la guerra de 1870, y cuyo título provisional es l’Angelus. Sólo el plan de la obra está realizado, pues el escritor trabaja muy lentamente, debiendo descansar debido al agotamiento que se impuso durante estos diez últimos años, en los que produjo veintisiete volúmenes.

No piensa terminar l’Angelus antes de un año... dos, quizá.

La razón por la que el escritor se aísla en soledad, es para dedicarse a l’Angelus, y las personas que tienen acceso a su compañía pueden dar fe de ello. Todas las mañanas, con regularidad, Guy de Maupassant recibe cinco o seis peticiones de autógrafos y otras tantas ofertas de servicios de personas jóvenes que se ofrecen como secretarios. Normalmente el Sr. de Maupassant rompe todas esas cartas sin tener ninguna en consideración.

Esperamos que dentro de algún tiempo, la aparición de l’Angelus sea la mejor respuesta a los maliciosos rumores que han circulado sobre el estado del brillante novelista.

 

Publicado en Le Gaulois el 18 de diciembre de 1891

Traducción de José M. Ramos González

para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant