Le Monde Artiste, 8 de junio de 1912

 

VIDA LITERARIA Y ARTÍSTICA

 

El Sr. Pierre Elzéar publica, en la editorial Stock, la adaptación escénica de Bel Ami, que ha hecho con autorización de los herederos de Maupassant, de la que sin embargo el Teatro del Vaudeville ha representado la versión del Sr. Nozière. He aquí el prefacio con el que el Sr. Pierre Elzéar ha hecho preceder su pieza. No se pueden reivindicar sus derechos con un humor más alegremente mordaz:

 

«Algunos meses antes de su muerte, yo había sometido esta pieza a la admirable madre de Guy de Maupassant. Le había gustado, pero los derechos pertenecían a Busnach, que murió en 1907 sin haber hecho uso de ella.

«Yo le he sucedido como se desprende de la enérgica carta dirigida al director del Figaro por el Sr. Jean Ossola, que entonces firmaba Ossola de Maupassant (El Sr. Jean Ossola es el esposo de la Srta. Simone de Maupassant, sobrina y única heredera del novelista).

 

Al Sr. Gaston Calmette.

30 de septiembre de 1907.

 

Señor,

Le agradeceré infinitamente insertar en el Figaro estas líneas. De ese modo usted me permitirá poner fin a un auténtico aluvión de informaciones en relación con una adaptación de Bel Ami, informaciones muy atrevidas – el término incluso se queda corto – porque los autores jamás han recibido de mi la autorización para propagarlas, y muy perjudiciales, pues, aunque falsas, algunas personas podrían creerlas.

Esta es la verdad sobre una cuestión tan poco compleja, que sería negligente por mi parte dejar continuar su circulación, muy fina y espiritual, es cierto, pero más bien hecha para complicar las cosas.

Existe una adaptación de Bel-Ami: es la del Sr. Pierre Elzéar. La Sra. Laure de Maupassant la ha leído y aprobado. Yo no he tenido más que autorizar a su autor hacerla representar. Antes que Elzéar, Busnach había debido adaptar Bel-Ami: no dudo que sólo su muerte se lo haya impedido.

Pongamos a todo el mundo en su sitio.

También he de protestar enérgicamente contra la incomprensible ligereza, si no es que sea interesada, de las personas que han creído poder dar una noticia sin contrastar debidamente sus fuentes. A esas personas un tanto impulsivas, inflijo el desmentido más formal: jamás he tenido ni manifestado intención alguna de poner obstáculos a la representación de la obra adaptada de Bel-Ami por el Sr. Pierre Elzèar. Esa es la única adaptación de la novela que puedo reconocer.

 

Le expreso, Señor, mi gran gratitud y mis mejores sentimientos.

 

                    J. OSSOLA DE MAUPASSANT.

 

 

«Como yo no era un patrocinador ni un íntimo amigo de una actriz de moda, no sorprenderá a nadie, ni siquiera a Barcelonette o a Castellane, confesando que al cabo de tres años y medio me pusiera de acuerdo con un director, habiendo obtenido una promesa formal…pero verbal.

Por otra parte – y esto es lo que afecta a mi candor – yo contaba con mi viejo compañero Porel, quién antaño creo unos papeles en el Odeón en mis obras en verso, y al que había dado al Vaudeville, hace siete u ocho años, un acto mío, le Marchand de Pastèques.

En efecto, Porel, con toda cordialidad, escuchó dos veces Bel Ami de principio a fin, con cuatro meses de intervalo, la segunda vez con algunos cambios sugeridos por él. Había un cuadro donde echaba de menos algo… No podía decir qué… Y mi discreción no insistió.

En definitiva, ¿Porel había recibido mi obra? No hubiese cometido esa imprudencia. Se sabe que el Vaudeville, como ha dicho con eufemismo uno de mis colegas, es el Templo de la Incertidumbre.

Lo que es cierto, es que él conocía tan bien como yo mi absoluto derecho.

Ahora bien, en mayo de 1911, el avispado director se percató que solo podía adaptar el Bel ami Fernand Nozière, crítico temido por los vivos y adaptador temible de los difuntos. Hizo sus gestiones y obtuvo la autorización del Sr. Jean Ossola.

Como Porel, aunque joven, es mayor que yo, le signifiqué amablemente su amnesia… ¿Acaso no había escuchado dos veces mi versión? ¿No sabía además – por mi mismo, lo que sería suficiente – por el Figaro, por Comoedia, que me había dedicado una página, que si yo no quería representar mi piezas, él no podía representar otra? Tras haber buscado, sin duda a ese bueno y viejo amigo no encontré una palabra para excusarse. Hay días en el que el más fluido verbo se calla. Y tranquilamente anunció para la temporada el Bel Ami de sus sueños.

Hubiese podido, y aún puedo interponerle una demanda. Pero también podría demandarme, con el mismo tacto que ha mostrado hacia mi amigo Pierre Berton: ¿Es solvente?

Fernand Nozière, desde mi reclamación, me pidió una cita. Dijo que desconocía mi autorización exclusiva. No leía ni el Figaro, ni Comoedia.

Accedí ante este imprevisto Eliacin. Tras diez minutos de conversación, fue él, con corrección, quien reconoció, mediante cartas públicas, mi derecho sin ninguna reserva.

En cuanto al Sr. Jean Ossola, es el joven esposo de una mujer encantadora, feliz marido, dichoso padre. El amor es un hijo. Y debe ser la felicidad sin duda que le ha hecho perder la memoria.

Obligado a mi pesar, tras una larga espera, a dirigirme a la Sociedad de autores dramáticos, no tengo necesidad de decir que los miembros de la Comisión me dieron la razón unánimemente.

Sin embargo Porel, auspiciado por algunos éxitos estimables, ordenaba sus decorados para Bel Ami, y, cediendo, Nozière había escrito su obra.

Para autorizar la representación me hizo proposiciones intensas, que yo creí deber aceptar. El había sido cortés – lo que le distinguía de sus dos cómplices – y, lo confieso, no entreveía sin emoción para mi tranquilidad nuevas gestiones con nuevos directores.

Aplaudí el éxito de la versión de Fernand de Nozière. Se le ha reprochado haber modernizado el ambiente. Pero esos son los grandes decoradores que en realidad dirigen el Vaudeville y han exhibido en escena trajes de hoy y de mañana. El autor no es un culpable, pero sí una víctima.

En cuanto a la independencia de la que ha veces ha hecho gala hacia el texto o el espíritu del libro, hay que notar que Noziere todavía era amamantado cuando murió Maupassant, y no era considerado como yo, por la simpatía hacia el hombre y el respeto hacia el escritor.

Esa misma independencia es un seguro garante de éxito cuando Noziere adaptase una obra con su propio fondo, y me sorprende que un apuesto corcel persista en engancharse a coches fúnebres ilustres.

La autorización que yo he concedido a Fernand Nozière me da derecho a publicar mi versión. La publico. No es que la considere superior. Es sencillamente diferente y, a pesar de ciertas libertadas, más próxima a la novela.

 

PIERRE ELZÈAR

San Remo, 2 de mayo de 1912

 

Publicado en Le Monde Artiste, el 8 de junio de 1912

Traducción de José Manuel Ramos González

Para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant/