Le Monde Artiste, 26 de abril de 1896
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Con fecha de 9 de enero de 1892, en el «Diario de los Goncourt» que debería llamarse «Diario del Goncourt», a menos que el espíritu del hermano muerto no haya presidido las singulares elucubraciones del mayor, he aquí lo que escribía el autor de la infortunada Mariette Salomón:
– «¡Maupassant, un notable escritorcillo, un encantador contador de relatos, pero un estilista, un gran escritor, no, no!»
¿Qué dicen ustedes de esto? ¿Esta afirmación no parece más bien una insensata apuesta? ¡Y tengan en cuenta que estaba consignada en el momento en el que el pobre artista ya era presa de las espantosas angustias de su creciente locura! Veamos, ustedes que frecuentan el «Desván»[1], ¿pueden explicar tal aberración de juicio? ¡Maupassant despreciado por el Sr. de Goncourt! ¡No, es demasiado divertido! Es cierto que por el contrario, el maestro de las «japoniserías» es de la opinión «que hay en ese muchacho (Léon Daudet) una actividad, una vivacidad, una amplitud de la inteligencia que encanta y enfervoriza». Así pues, comprendéis, ¡imposible enfadarse! Hay que lamentar la autobiografía que desde hace tanto tiempo nos cuenta mediante la relación de sus pequeñas miserias y formulas condenatorias negativas en relación con los hombres y las cosas de su tiempo, porque a fuerza de ser crudo, el pensador universal y suprafilósofo del siglo XIX, ha llegado a sudar su orgullo inconmensurable en unas notas que nuestros bisnietos creerán obra de un primo de Mark Twain.
Más valdría reírnos, desde luego, de todos estos justicieros cómicos, ¿pero cómo no irritarse también cuando se les encuentra ocupados en cortar los caminos, en ser unos estorbos, castradores y egoístas hasta la ferocidad? ¿Y cómo no desear el fin de nuestra miserable sociedad en previsión de una era nueva donde los verdaderos artistas puedan formular sus nobles conceptos?
PIERRE SANDOZ
Fragmento.
Publicado en Le Monde Artiste, el 26 de abril de 1896
Traducción de José Manuel Ramos González