ABC 9 de diciembre 1993
Correspondencia inédita descubre algunas incógnitas de Maupassant
El reciente descubrimiento de ciento diez
cartas de Guy de Maupassant a la condesa Potocka, inéditas hasta ahora, aclaran
algunos de los aspectos más polémicos de la vida del escritor. Las misivas, que
fueron legadas a un amigo y conservadas en secreto desde 1930, han sido vendidas
recientemente en la capital francesa.
Según el experto Alain Nicolas, el conjunto de cartas arroja
dudas sobre muchos de los lugares comunes que existían sobre su vida: su
enfermedad, sus pulsiones suicidas, o su relación con el mundo literario.
El primer encuentro de Maupassant con Emmanuela Potocka se
produjo en 1882, y produjo en el escritor una gran impresión, que sucumbió ante
el indudable encanto italiano de esta mujer, que había nacido princesa de
Pignateli, esposa de un agregado de la embajada. Las relaciones del matrimonio
pasaban por un notorio mal momento, agravado, además, porque Nicolas Potocki
cortejaba a Emilienne d'Alençon, mientras que su mujer mantenía un salón en un
estilo muy parisino y en el que se desarrollaban veladas de un gusto muy dudoso.
Por ejemplo, los convidados debían simular pantomímicamente a
un hombre muerto de agotamiento tras un encuentro amoroso, mientras los criados
servían hieráticos la cena en una vajilla roja.
Las cartas no han podido probar que hubiera un romance real
entre Maupassant y Potocka, más bien parece poco probable. El testimonio que
aportan es muy claro en otro aspecto, en que mantuvieron su relación hasta que
el escritor tuvo que ser internado en 1892.
Este legado epistolar, recientemente hallado, también aporta
nuevos datos sobre sus viajes, así como sobre sus convicciones literarias y
filosóficas, sobre las molestias causadas por sus neuralgias, sobre sus
amistades...
En ocasiones se hace referencia, a lo largo de las cartas, a
las crisis nerviosas que sufrió el escritor, incluso a las drogas que Maupassant
tomaba para mitigar el dolor, las «migrañas
intolerables». En otras misivas, el autor se presenta irónica e implacable con
algunos de sus contemporáneos, en críticas rabiosamente acerbas. Por último, y
más curioso, Maupassant se revela como un hombre fetichista que conserva
talismanes tan curiosos como el zapato de una mujer china que murió de amor.
Publicado en ABC (Madrid), el 9 de
diciembre de 1993
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