ABC, 11 de marzo de 2006

CUENTOS CRUELES

BOLA DE SEBO Y OTROS RELATOS GUY DE MAUPASSANT EDICIÓN Y TRADUCCIÓN DE JUAN BRAVO CASTILLO ESPASA. COLECCIÓN  «AUSTRAL» MADRID, 2005, 263 PÁGINAS. 6,90 EUROS

     «La viva estampa de un chalán normando», según le describió uno de sus amigos, alguien de una vulgaridad deliberada y estrepitosa que hacía arrugar el ceño a los menos remilgados. Brutal y angustiando, parecía escribir puñetazos demoledores, él que era el discípulo que eligió el perfeccionista Flaubert, su supuesto padre, como algunos creían, aunque ésta es una leyenda sin fundamento.
     ¿Era todo achacable a una vena de locura que le hizo morir a los cuarenta y tres años en una clínica mental? Quizá, pero a este narrador frenético y solitario que ni tiene el culto del arte de la prosa como Flaubert, ni las convicciones seudocientíficas de Zola, le seguimos leyendo en el siglo XXI; más que por sus novelas, que siempre parecen a medio escribir o demasiado escritas, por sus cuentos, que convirtió en una verdadera especialidad.

     EL MAGISTERIO DE ZOLA. «Bola de sebo» se publicó en 1880 dentro del volumen colectivo Las veladas de Médan, cuyos autores proclamaban el magisterio de Zola al mencionar en el título del libro el nombre del pueblo donde el padre del naturalismo tenía una casa de campo.
     Se trata de una novelita de áspero humor que se ambienta en la guerra franco-prusiana de 1870 y en la ocupación de parte del país por los extranjeros victoriosos. Pero los prusianos no son el blanco principal de esta sátira feroz.
     Maupassant se ensaña aquí con los franceses, que acababan de sufrir una derrota tal vez poco honorable, la gente de orden, los «representantes de la sociedad acaudalada, honrados y distinguidos».
     Industriales, comerciantes, nobles, hasta un par de monjas para añadir unas gotas de anticlericalismo. Todos juntos en una diligencia, y el lector en seguida reconocerá en esta historia el germen de la película de John Ford, Guy de Maupassant trasladado al Far West, con apaches y todo.
     La «bola de sebo» del título es el apodo de una prostituta cuyas actitudes, dignísimas a su manera, van a servir de elemento de contraste poniendo de relieve la hipocresía, la avaricia y la ruindad de los demás viajeros. Una narración sarcástica y eficaz en la que el escritor agita con la truculencia que le es habitual sus asuntos predilectos, sexo y fariseísmo, y al fondo la sombra de la muerte.

     UNAS CORTAS VACACIONES. «La casa Tellier», de 1881, sin duda es su obra maestra, y también tuvo una magnífica interpretación cinematográfica en uno de los episodios de Le plaisir (1951), el filme de Max Ophüls. Las pupilas de un burdel se toman unas cortas vacaciones, «como en una excursión de colegialas», para asistir a la primera comunión de una sobrina de la Madame, explosiva idea que se desarrolla con unos márgenes de ternura poco frecuentes en Maupassant.
     «Mademoiselle Fifí» (1882) nos devuelve a la guerra, con un apunte de sentimientos patrióticos que también aparecen en «La cama 29» (1884) que es una chillona mezcla de actitudes patéticas y grotescas. Una vez más, sistemáticamente, las posturas nobles –aunque los medios empleados no sean demasiado respetables- son patrimonio exclusivo de las parias de la sociedad, por lo común prostitutas.
     Del resto de los cuentos hay que destacar «El viejo» (1884), una muestra de humor negro de los más chirriante y macabro que uno se pueda imaginar, y sobre todo «Las tumbales» (1891), buen ejemplo de anécdota maliciosa tratada de un modo más distante y delicado.
     En casi todas estas narraciones el costumbrismo normando es un ingrediente capital, y a veces asoma otra faceta de Guy de Maupassant que en este volumen no está representada, la de su morbosa afición a las historias terroríficas y alucinadas.
«Toda la verdad» fue el lema de este escritor fuerte y violento, extremoso y pesimista, que en la prosa francesa de su tiempo supo hacerse un territorio aparte, singular e inconfundible.
     Extraño discípulo de un gran artista como Gustave Flaubert, sus excesos suelen ser también sus limitaciones, pero le seguimos recordando por la fuerza eruptiva de un talento tan desbocado como innegable.

Carlos PUJOL

Publicado en el ABC el 11 de marzo de 2006
Fuente y propiedad de: Hemeroteca del ABC. http://hemeroteca.abc.es/

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por J.M. Ramos para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant