ABC, 15 de febrero de 1946

 

ESTRENOS EN LOS CINES

GRAN VIA: “LA FUGA”

 

Acaso “La fuga” se aparta un poco del ambiente que Guy de Maupassant pinta en su cuento “Bola de sebo”, pero, sin embargo, de manera objetiva y circunstancial, es significativo que Norman Foster haya realizado una película en que un teniente de los ejércitos de Napoleón III y una muchachita mejicana, cuya vida se desenvuelve al margen de la moral, sean los héroes protagonistas de esta producción.

Es indiscutible que una gran habilidad preside el desarrollo y las incidencias de la fábula, porque si los sojuzgados tienen su símbolo patriótico en la deliciosa figura femenina de María Inés Flores (Esther Fernández), tampoco queda malparada la causa francesa representada caballerosamente por la gentileza del oficial Romain (Ricardo Montalbán).

Tiene su proceso este “film” en un viaje largo y en diligencia, desde un lugar que no recordamos, a Veracruz. Destacamentos franceses a lo largo del camino. Viajan en esa diligencia personas de diferente condición, desde el conde petimetre y remilgado, acompañado de su esposa, que fue lavandera, hasta un Sancho, simple y optimista, que aun supeditado a las impertinencias de su mujer, sólo procura satisfacer el apetito, librar la bolsa donde guarda los caudales y con ella el pellejo... Otros viajeros, como la “miss” que lleva en sus brazos un niño, y el romántico “pelado” que luego intervendrá de manera decisiva en los sucesos, sirven para subrayar el folletín que se inicia con la exaltación de la muchacha “virtuosa”, obstinada en desoír las insinuaciones del jefe del puesto francés, supongo que sólo por patriotismo.

Pero no es cosa de destripar el cuento. “La fuga” recobra brío a partir de su primera mitad, y amén de una realización magnífica, donde las imágenes tienen más fuerza que el verbo, el tema se va haciendo también más alacre, más sombrío, más crudo y vigoroso, hasta culminar en ese plano escalofriante donde contemplamos la aureola de sangre que el balazo de un bandido ha puesto sobre los pañales de una infeliz criatura.

Algunas incongruencias se observan en la película dirigida por Foster. Así, en aquel chamizo en que los viajeros se han detenido, anejo al puesto francés, después de asegurar la mujeruca, con pergeño de bruja o hechicera, que allí no hay apenas nada, nos encontramos con un comedor a lo Hostería del Laurel, incluso con apliques, vino en abundancia y una mesa tan bien servida que nos abrió el apetito.

La interpretación, mala. A Esther Fernández, muy bella, le falta temperamento en los momentos dramáticos. Toda su actuación es desmayada, con actitudes de convaleciente, y sólo se identifica con su papel en los momentos sentimentales. Ricardo Montalbán se olvida del acento francés que le han asignado, para demostrar que es un mejicano auténtico, aunque, aparte ese detalle, demuestre en algún momento su buena calidad.

Eugenia Galindo, Carlos Orellana, Bravo, Stella Inda, Emma Roldán y Sally Blane, cumplen su labor en un tono discreto. Bonita canciones de Ernesto Cortazar, un movimiento de cámara espléndido y un sonido mediano.

Eso es, a mi juicio, “La fuga”, patrocinada por el Círculo de Escritores Cinematográficos.

Migues RODENAS

 

 

Publicado en el ABC en 15 de febrero de 1946

Fuente y propiedad de texto e imágenes: Hemeroteca del ABC

Digitalizao en el presente formato por José M. Ramos González para

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