RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1918

Maupassant juzgando a Zola
   
Hace pocos años, François, el ayuda de cámara de Maupassant, publicó un tomo de recuerdos, que contienen interesantes detalles sobre el tan discutido novelista francés. Durante los diez años que estuvo a su servicio, llegó a captarse la confianza de su amo, a quien acompañaba en las incesantes excursiones con su yacht Bel-Ami, observando todas las fases de la enfermedad mental que por fin hacía necesaria la reclusión de Maupassant en el sanatorio de Passy, donde murió en julio del año 1893.
En la soledad de Chatou, donde, harto de aventuras, se había refugiado Maupassant, se dignó a veces conversar con François sobre asuntos literarios. «Todos me aconsejan, - dijo un día - de escribir para el teatro. No es lo que más me gusta, y si algún día lo hiciera, no sería a buen seguro, según la pauta que hoy día priva. Aborrezco este género con sus trucos demasiado visibles. Me causa fastidio el teatro; salgo de allí con escalofríos y si no fuera por los amigos que encuentro, no pondría ya los pies en ninguna sala de espectáculos.»
    Después de terminada su novela "Horla" dijo Maupassant: «Hoy he entregado el manuscrito. Usted verá como dentro de ocho días todos los periódicos dirán que me he vuelto loco. Poco me importa; mi inteligencia, mi inspiración están intactas. Se trata de una obra de imaginación y al escribirla me di perfectamente cuenta de lo que hacía»

Un día amo y criado hablaron sobre Zola y el segundo encontró que el autor de "Pot-Bouillé" exageraba al pintar los defectos de los criados. Maupassant le contestó: «No crea usted, François, que Zola quería desacreditar solo los defectos de la clase. Su obra es buena, pero, como de costumbre, ha buscado los efectos fuertes para la gran masa del publico. Se equivocó, porque el artista que desea dar la verdadera medida de su valor, ha de pensar tan solo en su obra... Aquí tiene usted a Flaubert. ¡Qué paciencia, qué abnegación! Hubiera podido publicar novela tras novela, como hacen tantos otros, pero prefirió trabajar durante quince años en su "Salambó".

En otra ocasión dijo Maupassant de Zola: «Se empeña en un trabajo ímprobo. Se ha propuesto escribir una novela sobre cada clase de obreros. Es un trabajo de jornalero lo que se impone. Un autor de talento no debería avenirse a ello. Según mi modo de ver, el escritor ha de presentar tan solo lo que el mismo ha sentido y vivido, visto y comprendido».
La Vanguardia, 28 de febrero de 1918


 

[...]

¿No influirá el clima nebuloso del Norte en la atenuación de la crudeza verbal con que los noveladores franceses pintan las abominaciones de la vida? «Los escritores del Norte–dice Lemâitre– no retroceden ante las crueldades y las miserias humildes; pero esquivan ciertas ruindades. En ellos no se hallará lo que en Flaubert, en Zola o Maupassant. Nos pintan un mundo triste y lamentable; pero vacilan al pintar lo asqueroso. Su pesimismo no es tan radical como presumen.»

Aparte de la raza, tal vez el prejuicio religioso sirva de freno a la descripción realista del vicio. El protestantismo, la monomanía bíblica– de que no están exentos ni los más audaces pensadores norteños – acaso aclare este escrúpulo, esta pudibundez literaria, en discordancia a veces con las costumbres privadas...[...]

Fragmento de la Sección Baturrillo por Fray Candil.

El Imparcial 25 de marzo de 1918.


Otra obra ha dado recientemente a la imprenta el Sr. Alarcón, la tragedia campesina Hijos de Adán, en un acto, estrenada recientemente con gran éxito en el teatro Goya, de Barcelona, por la compañía de Ricardo Calvo.

Esta nueva obra es algo de gran intensidad dramática que, siendo muy de nuestro país, por haber sido escrita en Italia, parece como si se hubiese impregnado de aquella bravura pasional que rutila en algunas narraciones sicilianas.

Tiene la sencillez y al mismo tiempo la fuerza  trágica de algunos cuentos dramáticos de Maupassant.

Mariano Alarcón se muestra en esta obra un concienzudo observador del natural, que embellece con su talento de artista, con su visión de hombre cultivado.

Son dos obras, La sangre del leopardo e Hijos de Adán, que ponen muy alto el nombre de su actor, al que muy sinceramente felicitamos. J.G.M.

La Correspondencia de España, 24 de junio de 1918


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En la guerra de pluma, o de papel impreso, a que nos referimos [al periodismo], los franceses son los más ágiles, los ingleses los más serios y los yanquis los más livianos y torpes.

Esa guerra de tinta, a semejanza de la otra, posee su savoir faire, su técnica y sus ardides. Cada día que pasa es más difícil llegar al alma de las muchedumbres, ya placeadas y fogueadas en continuadas lidias durante cuatro años. Todo el tacto y el disimulo son pocos. Hay que apelar a todos los ardides de la serpiente para que el lector muerda la manzana.

Loa alaridos retóricos, las notas estridentes y todas aquellas expansiones de pluma que en los primeros meses de guerra servían para alentar por igual a combatientes y espectadores, serían inoportunos y contraproducente en este último tercio de la lidia.

En estas postreras fases del grandioso espectáculo, los legionarios de la pluma han de apelar a la pólvora sin humo y casi sin ruido. Los proyectiles han de se gaseosos, casi incoercibles. Las flechas muy agudizadas. Antes de empuñar la navaja barbera contra el escamado parroquiano, hay que prepararlo con muchos circunloquios y ablandarle el cutis con muchas manos de jabón.

Los viejos y burdos procedimientos de Paturot, no surtirían ya efecto. Hay que acogerse y aun perfeccionar los descritos por Guy de Maupassant en Bel-Ami. Si queremos que prenda un rumor, hay casi que empezar por desmentirlos en forma tal, que el rumor se consolide; y si inversamente buscamos desvirtuar una especie, hay que empezar por afirmarla, más afirmarla en forma tan ambigua, que el lector la acoja con prevención y la ponga en cuarentena.

[...]

Fragmento del artículo La Guerra de Pluma

Madrid Científico, agosto de 1918


 Han acaparado ustedes todo. El uno registra la marca de Edgar Poe, el otro no telera que nadie imite a Anatole France; éste supone que es el heredero de Mark Twain; aquí se imagina que le despoja quien se atreve a plagiar a Maupassant... ¡señores, un poco de consideración! A este paso solamente nos van ustedes a consentir que sigamos las huellas de Pérez Eacrich.

Caras y caretas 9 de noviembre de 1918. 


 Aunque con visible retrato del plazo que marca la Gaceta, la Comisión oficial designada para la tasa de los materiales de construcción ha emitido su informe respecto al hiero. ,[...]

La prensa adicta a los siderúrgicos ha lanzado ya alguna puntada en favor de los “perjudicados” por la tasa, no defendiendo abiertamente a los reyes del hierro, porque eso sería hasta contraproducente, sino apelando a los distingos, salvedades y casuismos que el exquisito Maupassant puso e solfa en la más admirable de sus novelas: «Bel-Ami

[...]

Fragmento del artículo La tasa del hierro

Madrid Científico, año 1918


Fuente y propiedad: Hemeroteca nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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