RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1920

  

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Como recuerdos para la Historia, el mundo archivará sus periódicos. Los periodistas han aprendido a dar a la noticia diaria un color y una viveza tal, que su lectura proporcionará a la posteridad una sensación más exacta que la que podrían darle la novela descriptiva y la novela histórica. En cuanto a la novela psicológica, esa dejará de existir pronto, y morirá de inanición. Nadie admira más que yo al más grande de los novelistas psicólogos que ha tenido el mundo: a Maupassant. Pues éste, como todos los verdaderos genios, previó la tendencia de las ideas, presintió las necesidades de la Humanidad, y escribió sus cuentos en el más reducido espacio posible; sus espirituales estudios son psicología, pero psicología concentrada. También la harán los Maupassant del porvenir; pero la harán en el periódico, no en libros y, como ustedes los periodistas dicen, cristalizarán en la noticia del día toda la psicología del mundo en que viven. La verdadera y real psicología está ahí: pues más verdad  y más realidad pueden sacarse de las revistas de los tribunales, de la sección de accidente ferroviarios, de lo que la multitud hace y el periodista cuenta a diario, que no de la ficción de un novelista empeñado en trazar la psicología de un pueblo.

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Fragmento del artículo  Novelistas y periodistas, de Edmundo González-Blanco
Nuevo Mundo, 26 de marzo de 1920.


 Los ciegos

Hemos recibido el último número de la interesante revista “Los Ciegos”, cuyo sumario es el siguiente:

“Ciencias jurídicas: Los ciegos y el suicidio”!, por J. Chabás y Martí; “Estrella de Oriente (poesía), por el Conde de Fe (ilustración de Ribas); “Ciegos ilustres: Miguel de Fuenllana”, por Remedios de Silva y Torre; “La vida y los ciegos: Los ciegos novelados por Galdos”, por Antonio M. Cubero; “El Arte y los ciegos”, por Mauricio Bacarisse; “Las impresiones en relieve para los ciegos”, por Antonio Las Heras; “Carta de una sordociega de Notre Dame de Carnay”, por Ivonne Perlin; “El Instituto de Ciegos de Oporto” (información gráfica); “El ciego” (cuento), por Guy de Maupassant.

Novela: “El músico ciego”, por Wladimiro Korolenko.

El Heraldo de Madrid, 14 de abril de 1920. 


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La literatura no fue ni feliz ni copiosamente inspirada por este descubrimiento maravilloso [la aviación], mostrándose menos rica en bellas páginas después que el hombre voló, que en los tiempos que tuvo el deseo de volar.

El trozo más curioso es el que escribió Xavier de Maistre, muy joven, el día en que se escapó de la casa paterna y se ocultó en el fondo de la barquilla para hacer una ascensión en la mongolfiera que fue a exhibiese en Annecy. Es, según creo, la primera página literaria relatando impresiones de vuelo. Hay que esperar luego a Nadar, Sarah Bernhardt y, sobre todo, Guy de Maupassant, para leer otros.

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Fragmento del artículo Ala y Pluma (Los antecedentes literarios de la aviación) por Leo Claretie.

Cosmópolis, agosto de 1920. 


Jorge Reney nació en Bruselas en 1895 y es considerado por la crítica como uno de los mejores cuentistas de Bélgica.

Su estilo claro y vibrante, lo sutil de su observación, la exactitud de los caracteres que describe lo han hecho comparar con Maupassant.

La novela que publicamos es considerada una de sus mejores composiciones.

Nota al relato de Jorge Reney, El Juez.

Caras y caretas, 18 de septiembre de 1920. 


 

 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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