RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1922

 

BIBLIOGRAFÍA

Biblioteca Popular Rivadeneyra

Obras selectas lujosamente editadas. 2.50 pesetas volumen. Tomos publicados: Loti, «El pescador de Islandia». Maiot, «Justicia». Ohuet, «La condesa Sara». Maupassant, «Las termas de Mont Oriol». Merimée, «Colomba». Dumas, «El caballero de Armental». Loti, «Madame Chrysantheme»- Theuriet, «El galán de la gobernadora». Goncourt «Renata Maupereis». Fernández y González, «Historia de los siete murciélagos». Musset, «La confesión de un hijo del siglo». Merouvel, «La confesión de un noble».

PEDIDOS

Librería y Editorial RIVADENEYRA

Avenida del Conde de Peñalver, 8

MADRID

La Libertad, 11 de mayo de 1922 


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El espíritu reaccionario y estrecho tiende a protestar contra la más insignificante innovación: ve peligro e impudor en todo, hasta en la olímpica desnudez helénica.

Querría vestir abigarradamente a Venus en cualquiera de sus radiosas advocaciones y poner un grueso gabán al mancebo Apolo, aun al de Belvedere, santiguándose ante la hoja de parra y rechazando las frívolas estampas femeninas de Kirchiner y Mauzan, evocadoras de Eros. 

No le indignaron [a Pardo Bazán] las crudas y asombrosas narraciones de Guido de Maupassant, que han arrancado anatemas a muchos mojigatos de las letras. “Sus cuentos, anota, persistirán, sin temor a las variaciones del gusto, porque son: en la forma acabados, en el fondo reales, y en todo latinos y franceses hasta el tuétano”.

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Fragmento del artículo La Condesa de Pardo Bazán, por Alejandro Andrade Coello

Cuba Contemporánea, junio 1922.  


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Los famosos paraísos artificiales han degenerado tanto, que Baudelaire, redivivo, escribiría su condenación, y que Poe y Wilde preferirían la realidad más burguesa a los sortilegios y las alucinaciones del opio, de la morfina y del haxix. En sus tiempo no se usaba la cocó.

Después de un periodo en que fue relativamente chic – muy relativamente– inyectarse o aspirar drogas alucinantes, sobrevino una reacción natural, por instinto y por elegancia, contra una mala costumbre que habían lanzado los escritores y los artistas. El último opiómano ilustre se llamó Alfonso Daudet. Las últimas inyecciones literarias fueron la del pobre y grande Maupassant. En fin: hasta el prestigio del ajenjo desapareció con Verlaine y Con Moréas.

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Fragmento del artículo Una mala moda, por Alberto Insua.

La Voz, 17 de junio de 1922. 


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Los paraísos artificiales de Baudelaire no seducían a los convencidos de que fue una invención deliciosa de la taberna. De caer en la locura, como Edgardo Poe y Maupassant, preservó a nuestros literatos su culto clásico a Anacreonte y su amor al castizo alcázar. ¿Fue un bien? Tal vez haya sido un mal para la literatura. Para la salud de los literatos, lo mismo da que el veneno fuera el opio, la morfina, el ajenjo, que el aguardiente, el coñac, la cerveza y el vino, hasta el vinazo peleón y tabernario. El alcoholismo causó estragos en la república de las letras en el último cuarto del sigo pasado.

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Fragmento del artículo El vaso de Anacreonte, por Roberto Castrovido

La Voz, 20 de junio de 1922 


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Hemos quedado en que los modistos son unos grandes psicólogos, y como tales, han descubierto que el dolor y el amor están estrechamente relacionados, y tanto es así, que en Francia existe el culto especial de las viudas, «les tombales», que frecuentan los cementerios, y que a menudo encuentran un nuevo marido junto a la tumba del difunto. Ya conocéis el célebre cuento de Maupassant, que ilustra esta modalidad o debilidad de los franceses, que va haciéndose de todos los pueblos. Por lo visto, el espectáculo de una linda viudita emergiendo lentamente de la melancólica reclusión del dolor, aliviando gradualmente el severo luto hasta sustituir la larga pena de crespón por el sutil velo de gasa, animándosele poco a poco los ojos con la alegría del vivir, hasta que el reflejo de un nuevo amor brilla a través de las sombras de la tristeza, es un drama al que un hombre de más de cuarenta años no sabe sustraerse.

¡Ah, la romanza del crespón!... ¡Ah, la evolución traidora del luto!... ¡Esas son las flechas que lanza Cupido, la red que tiende Himeneo a los enamoradizos románticos! Ojo, pues, con las viudas inconsolables, con las consoladas y con las alegres. ¡Lagarto! ¡Lagarto!

Fragmento del artículo La negras tocas, por La preciosa ridícula.

La Libertad, 21 de octubre de 1922. 


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(...) La impaciencia nos lleva seguidamente junto a la tumba de Guy de Maupassant. Por excepción, la rutina no se ha ensañado en ella con un busto mediocre o algún otro medallón con la efigie del autor de Bel Ami. Bajo el dintel de un arco sencillo aparece un libro abierto. No hay allí otra cosa más que su nombre escrito sobre el limpio dintel y el libro grande y desnudo. Nada tan sobrio, tan elocuente en la tumba de este escritor de raza como el negro libro de bronce que parece al mismo tiempo corona fúnebre y argolla o hacha de verdugo. Sobre la blanca losa, en la tumba de Maupassant, tiene la serenidad y la nobleza de una vida comprometida, sujeta al esfuerzo de comprender y de crear de la literatura; tiene también la expresión dramática de esa misma pasión literaria que devoró la vida y la razón del escritor francés.

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Fragmento del artículo Una visita a los cementerios de Montparnasse y Montmartre, por Rafael Villaseca

ABC , 5 de noviembre de 1922, página 8.


Los Grandes cuentistas eróticos. Seleccionados por Guilmar.

Al inaugurar esta sección, que no vacilamos en calificar de interesantísima,  amos a hablar muy brevemente del cuento erótico y de sus cultivadores de antaño y hogaño en las letras mundiales, respondiendo  al amable requerimiento de la dirección de FLIRT.

Hemos de confesar que no es tarea sencilla, ciertamente, hacer una selección escrupulosa de cuentos eróticos antiguos y modernos. La vastedad del campo donde espigar es, acaso, la dificultad mayor. También hay que tener en cuenta– puesto que se trata de trabajos que han de aparecer en una revista - la extremada licencia de ciertos autores de ayer, cuyo desenfado y osadía de lenguaje superan en mucho el atrevimiento de los más libertinos escritores actuales.

¿A qué narraciones dar la preferencia en la inmensa floresta erótica? El cuento es un género literario muy moderno (no empieza a cultivarse realmente hasta el siglo XIV.) El cuento erótico por antonomasia nace allá en la cuna poética de la Italia medieval y crece y se vigoriza en la dulce Francia, en esos amables siglos XVII y XVIII. Y es en Francia asimismo donde parece fijar indefinidamente su residencia, pues hasta en los días que corren es preciso buscarlo allí... ¿Verdad, Willy, Prevost, Mendès, Maupassant, Lorrain, Gourmont, etc?

Así, pues, los cuentos modernos que escojamos los traeremos del fecundo vergel francés. Y los cuentos de antaño iremos a recolectarlos a la Italia renacentista, donde el vivir era jocundo como un canto pagano. Y si queremos aspirar el preciado en inmortal perfume de una rosa clásica, el viejo Luciano nos brindará alguno de sus «Diálogos», que no son sino un anticipo del modernísimo cuanto dialogado.

Van a desfilar, pues, por estas páginas enriquecidas por en ingenio indígena, las audaces y desenfadadas concepciones de algunos maestros extranjeros, nuevos y pretéritos.

Y sospechamos también que, a pesar de ser diferentes las narraciones – tan diferentes como los tiempos en que se escriben – resultarán en su esencia episodios diversos de la misma eterna tragicomedia del amor – vieja como la humanidad – cuyos personajes, invariablemente, al través de los años y de los siglos continúan siendo tres...

Andrés GUILMAIN

Flirt, 16 de noviembre de 1922 


 

 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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