RESEÑAS EN BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1898

 

[...] Apresurémonos a declarar que mucha gente de la que rebusca gazapos en mis tierras, no lleva malicia: obedece a la sugestión y al contagio. Ahí está, por ejemplo, el Sr. D. Rodrigo Soriano, escritor a quien suelo leer con interés y complacencia. En cierta ocasión el Sr. Soriano, desde el Imparcial, donde somos compañeros de labor, me acumuló que escribo María Antoñeta, por María Antonieta: (conviene saber que una de mis culpas es la de empeñarme en españolizar los nombres y apellidos extranjeros, y recuerden que se comentó mucho la novedad de que aquí, donde siempre se ha dicho y escrito Guido de Lusignán, yo pusiese Guido de Maupassant en vez de ese Guy, que parece un gipido de cante flamenco). Lo de Antoñeta era sin embargo harina de otro costal; y nada más que por gusto escribí al Sr. Soriano una carta particular, rogándole que precisase donde había yo puesto Antoñeta en vez de Antonieta, y haciéndole presente que en un número no muy atrasado del propio Imparcial figuraba un artículo mío, demasiado comentado por cierto, que se titulaba, La juventud de María ANTONIETA. La repuesta del Sr. Soriano, particular también, fue que había creído que yo escribía Antoñeta; pero que no podía citarme el texto. Es indudable que al atribuirme ese gazapatón, el Sr. Soriano no pensó levantarlo: estaba sugestionado por la atmósfera especial que en redacciones y círculos literarios se condensa par mi uso. [...]                                                                           Emilia Pardo Bazán

Fragmento extraído del artículo Gazapos, del Almanaque de Barcelona cómica, del añó 1898. 


[...] Yo, que, entre paréntesis, no tengo más autoridad que la que voluntariamente me arrogo desde mis cuartillas, me permito combatir esa tendencia de sociologismo a todo trance. Sociólogos y artistas pueden y deben coexistir, ya que cultivan plantas distintas en terrenos diversos. Es más; aun con riesgo de atraerme la general reprobación, me atrevo a sostener que a un artista no le es lícito poner sus energías intelectuales al servicio de ninguna propaganda, por humanitaria que ella sea. Si me encanta Gabriel D’Annunzio, es pos su absoluto desinterés, cualidad que también ha distinguido a Flaubert y Maupassant, mis autores favoritos.

Quien haya leído Madame Bovary, La Educación Sentimental, Pierre et Jean, Une vie, Il piacere, Il Trionfo della Morte y otros libros de los escritores enumerados, ha podido apreciar hasta que punto la imparcialidad serenó en todo tiempo las inteligencias de Flaubert, Maupassant y D’Annunzio. En el ímpetu de su vuelo mental han aprisionado la vida al desnudo, sin las adherencias que le prestan nuestras preocupaciones y nuestros prejuicios; la vida con sus alegrías, transpirando sensualismo y animalidad y sus desconsuelos hondos, reflejo de nuestro cansancio. [...]                                                                                                                                               Manuel Bueno

Fragmente del artíuclo Sociólogos y Artistas. Publicado en El Globo, 24 de enero de 1898. 


Estreno de “Ville Morte”

El sábado se verificó en París, el estreno del drama de Gabriel D’Annunzio, Ville Morte, cuyo argumento anticipamos oportunamente.

A juzgar por el tono general de la prensa parisiense, la obra ha gustado poco al público y a la crítica.

No obstante la interpretación dada a la tragedia por los artistas de la Renaissance y la mise en scene, verdaderamente maravillosa, al decir de los periódicos, con que Ville Morte se ha presentado, la atrevida producción de d’Annunzio no alcanzará gran número de representaciones.

Entre los críticos que atacan resueltamente la obra, figura, en primer término, M. Perret, de La Liberté, quien llega hasta el punto de acusar a D’Annunzio de vulgar plagiario. Dice que argumento y personajes de Ville Morte están tomados de Chateaubriand, como L’Intrus, novela que valió al literato italiano la popularidad en Francia, no es sino una imitación de un conocido cuento de Guy de Maupassant.

Jules Lemaitre declara que el estilo del escritor es demasiado lírico para el teatro.

«Los esplendores del lenguaje que emplea d’Annunzio añade el eminente crítico– llegan a fatigar el ánimo del espectador. Lo que en él hallo más original en su profunda sensualidad artística, su neo-paganismo, cuyas brillantes manifestaciones van mezcladas de melancolía moderna y, a pesar del autor, cristiana.»

De hermoso poema en prosa califica Ville Morte Emmanuel Arene, crítico de Le Matin.

Catulle Mendès en Le Journal, Henry Fouquier en Le Figaro y Henry Bauer en L’Echo de Paris dirigen alabanzas incondicionales al poeta, mostrándose severos para con el autor dramático.

La Epoca, 26 de enero de 1898 


 Nuestro querido colega El Liberal, en vista de que las noticias de la guerra no pueden dar juego, llena sus columnas con amena y vaga literatura.

¡Por fin  toda a los literatos entrar n campaña! – dirán ustedes.

Sí, pero n a los literatos vivos.

Esos Cuentos ajenos, después de dar la vuelta al mundo habrán de levantar de la tumba, a Maupassant y a 0tros ilustres literatos fallecidos.

Madrid cómica, 3 de julio de 1898. 


[...] En la Scala vuelve a conseguir triunfos ruidosos la famosísima Ivette Guilbert.

Allí representan una piececita La bande a Fifi, tomada de un cuento de Guy de Maupassant, y que es de un naturalismo imposible. [...]

Fragmento. La Época 15 de noviembre de 1898 


La muerte de Ganivet

Las noticias recibidas en el ministerio de Estado, procedentes de la embajada de España en Rusia, confirman la tristísima convicción de que nuestro ilustre y malogrado amigo el joven escritor granadino había sufrido en los últimos días de noviembre gravísima perturbación en sus maravillosas facultades mentales.

Cartas recibidas por el encargado de negocios de España en San Petersburgo y firmadas por el desgraciado escritor, demuestran que Ganivet se hallaba en un estado de gravísima excitación cerebral, producido, sin duda, por el exceso de trabajo a que venía consagrándose.

Aun cuando los datos conocidos aún no son suficientes para ello, no es difícil reconstruir el drama desenvuelto dentro de aquella inteligencia privilegiada; pensando en ello, el caso de Ganivet trae a la memoria el no menos trágico de Guy de Maupassant, con quien nuestro desventurado amigo no dejaba de tener grandes semejanzas espirituales.

El autor del Idearium español, como el ilustre novelista francés, ha muerto por poseer en altísimo grado las tres facultades que podía el poeta: la de pensar alto, la de sentir hondo, la de hablar claro. ¡Terrible sino el de nuestras civilizaciones decadentes, en las cuales el genio anda cada vez más cerca de la locura.

El Globo, 10 de diciembre de 1898 


 

 

Propiedad y fuente: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para  http://www.iesxunqueira1.com/maupassant/