RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1903

 

EL TRIUNFO DE LA CARNE.– Cuentos de Guy de Maupassant.

La casa editora de la «Memoranda para bolsillo» ha publicado un nuevo volumen de cuentos del malogrado literato Guy de Maupassant.

Comprende este libro los cuentos y narraciones titulados «El triunfo de la carne», «Historia verdadera», «Recuerdo», «El crimen de Bonifacio», «La querida», «Un prudente», «La dote», «Junto al lecho» y «Un haragán».

La edición es muy elegante y el libro se vende al precio de dos pesetas.

La Época, 18 de febrero de 1903. 


[...] Las páginas que han escrito Emilio Zola, Guy de Maupassant, Cátulo Mendes y otros de la misma escuela, acaso no tienen antecedentes ni semejantes en ninguna literatura del mundo; y eso que desde Aristófanes hasta Bocaccio y desde Bocaccio hasta los más desenvueltos literatos del siglo XVIII se había escrito mucho que podía enrojecer las mejillas menos propensas al rubor.

Pero si en los antiguos predominaba lo cómico sobre lo obsceno, en los modernos lo obsceno constituye un elemento serio y natural del arte, poniéndole al mismo nivel que los actos más nobles y más pudorosos de la vida ordinaria.

No se trata de hacer reír con una ocurrencia picaresca, sino de pintar fidelísimamente un acto o una escena repugnantes, de modo que lo impuro y lo carnal sea materia estética tan necesaria y respetable para la realización de la belleza, como lo más santo y heroico que pueda caber en un alma superior.

[...]

Fragmento del artículo Voltaire y el naturalismo por Christian.

La Lectura Dominical, 30 de agosto de 1903. 


[...]

Los amantes parisienses, como todo parisién, aunque no ame, viven constantemente en un exceso. Se habla del aparatoso hinchamiento del portugués, y nadie censura la monomanía francesa de agrandir el amor, los celos, el fausto, y sobre todo, la fama. La fama de cualquier cosa, pero la fama: es un vértigo de notoriedad por cualquier camino.
     Recuerdo un famoso cuento de Maupassant o de Catulle Mendès, titulado Artista en crímenes, cuyo protagonista no puede resistir en silencio los ditirambos que la Prensa dedica a la destreza y habilidad del autor de un crimen célebre, y descorapuesto de orgullo y ansioso de gloria, luego que la ha buscado en varias artes inútilmente, va él mismo a delatarse, reclamando sus fueros como «artista en crímenes».

Convendrás conmigo en que ciertas corrientes de purísima ambición, ciertos primeurs de almas nuevas, no se han sentido por esas montañas perfumadas de romero y tomillo...

Fragmento de la sección Cartas a un amigo  por Juan Valero de Tornos.

ABC, 6 de octubre de 1903


La madre de Maupassant.

París 9.

Un telegrama de Niza da cuenta de haber fallecido en aquella población Laura Maupassant.

Fue la madre del insigne escritor Guy de Maupassant.

Desde la locura y muerte de su hijo, Laura de Maupassant contrajo una enfermedad moral, que ha hecho que a sus amigos no les sorprenda la noticia de la muerte.

La Correspondencia de España, 10 de diciembre de 1903. 


La muerte de la madre de Maupassant es muy llorada. Fue, se dice, una madre modelo.

Pero madama de Maupassant dedicó un culto sobrado egoísta al altar literario de las obras de su hijo. Protestó contra una infeliz mujer que se gloriaba de haberlo amamantado. «Le dio pecho, sí; pero pocos días.» ¡Pocos días!...

Protestó contra otra mujer que se gloriaba de tener hijos de Maupassant. «Sus hijos son sus libros. No sé de otros. Si los dejó, no quiero conocerlos

Odiaba las mujeres que admiraban a su hijo. «¡Ah, infames!», exclamaba cuando le hablaban de ellas. Una que le rendía idolátrico culto en el altar que formó con sus libros, quiso verle en el manicomio. Madame de Maupassant ordenó que no se la recibiese.

Su amor maternal era feroz. No me gusta, porque tenía trazas de amor de hembra en celo...

LUIS BONAFOUX

El Heraldo de Madrid, 21 de diciembre de 1903. 


[...] Turguenieff, excepto en sus últimos años, hacía la historia de la vida de sus héroes para que sus caracteres y sus acciones fuesen comprensibles antes de relatar sus aventuras. Tolstoi suele comenzar ex-abupto; pero también nos cuenta la vida pasada de sus personajes. Maupassant y Tschejoff comienzan siempre con el drama y continúan desarrollándolo, descubriéndonos la personalidad y el carácter del héroe por medio del diálogo. Andrieief observa siempre esta conducta, que permite al lector penetrar inmediatamente en la intimidad del héroe, respirar la misma atmósfera que él y tomar en parte su vida. [...]

Fragmento del artículo Leonidas Andrieif, por M. Newiedomsky.

La Lectura, Tomo II. 1903


 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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