RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1912

 

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Victor Hugo creyó siempre que en las comunicaciones [con el más allá] había una entidad extraña, una inteligencia ajena a los circunstantes. Muchos han sido los grandes escritores con estas preocupaciones: Edgar Poe era ocultista; las personas no iniciadas en esos mágicos derroteros no pueden comprender la grandeza, estética la emoción, ni apenas el sentido de «Ligeia» y «La Verdad del caso de Mr. Valdemar», esos dos cuentos maravillosos de aquel altísimo espíritu que oía voces del cielo, de la tierra y también del infierno.

Alfredo de Musset, Guy de Maupassant, Hofman, Mozart y Beethoven, han confesado sus investigaciones en esa esfera científica, injustamente desdeñada por la ciencia oficial. Chopin tenía visiones que le helaban de terror, igualment que Haydn y Gluk, Gauthier y los hermanos Goncourt han escrito admirables páginas espiritualistas.

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Fragmento del artículo Una anécdota inquietante, firmado por Emilio Carrére.

El Imparcial, 15 de enero de 1912. 


Joseph Conrad, por Taber Cooper.

Nació en la Ucrania de 1857 y pertenecía auna familia ilustre. Su padre era poeta y crítico distinguido.

Tuvo que seguir a sus padres al destierro, al cual les condenó una medida política. Se decidió por la carrera de la armada, y durante muchos años recorrió el mundo y llegó a ser capitán de Marina. Leyó mucho durante sus años de navegación, escogiendo al azar los libros de más opuestas tendencias. Entre sus preferencias literarias estaban Maupassant y Flaubert. (...)

Fragmento publicado en The Bookman.

La Lectura, enero de 1912. 


Un estreno en París. El «Bel ami», de Maupassant. Paris 23.

En el teatro Vaudeville se acaba de estrenar el arreglo escénico de la célebre novela de Guy de Maupassant, «Bel ami», hecho en seis cuadros, por Fernando Noiziere.

La obra ha obtenido un gran éxito. Su autor ha glosado con mucha habilidad los principales incidentes de la novela.

El asunto de ésta y de la comedia de Noiziere es la historia aventurera de un muchacho que entra en el periodismo como reporter y que, gracias a la protección de varias amantes, contrae matrimonio con una rica heredera, llega a ser diputado y está a punto de que le nombren ministro.

El adaptador ha procedido con mucha habilidad escénica, y ha conseguido guardar un noble respeto al original.

Toda la obra resulta entretenidísima, y algunos cuadros son conmovedores y han producido hondo efecto en el público.

La interpretación fue excelente, y se distinguieron la señora Sergín y el señor Dax.

La Correspondencia Militar, 24 de febrero de 1912. 


 

Un estreno en París.

Paris 24. – Se ha estrenado en el teatro del Vaudeville la obra Bel Ami, arreglada de la célebre novela de Guy de Maupassant por M. Fernando de Noizière.

La novela de Maupassant tuvo un éxito enorme.

El ilustre escritor puso por título Bel Ami al yate en el que paseó su tristeza, su fatiga de vivir por todos los mares, hasta que su razón se apagó, y el gran novelista entró en una Casa de locos.

La obra teatral extraída de la novela de Maupassant ha tenido el mismo éxito que cuando Bel Ami apareció en los escaparates de las librerías.– J. de B.

La Época, 24 de febrero de 1912.  


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La vida de la mayor parte de los madrileños es de una monotonía viciosa que les horrorizaría a ellos mismos si pudieran verla en un espejo. Todos esos parroquianos del Suizo, las dos Cervecerías, Levante, etc., etc., me recuerdan a aquel Mr. Parent que Guy de Maupassant nos pinta envejeciendo en un café, sin conocerlo; un día se mira en el espejo, delante del cual se sienta desde hace veinte años y ve que el cristal le devuelve una imagen de la muerte próxima, un rostro descompuesto, un pellejo arrugado, de color de pergamino, una cabeza nevada... ¿qué ha hecho él para envejecer así? Nada, dejar que pase el tiempo entre el ajenjo de la mañana y el ajenjo de la noche... ¡Y cuántos viven así! Entre tanto se inventa el vapor, el telégrafo, el teléfono, la luz eléctrica, la sinceridad electoral, mil maravillas; todo progresa menos el hombre, menos el español, menos el madrileño que ayer se envenenaba noche tras noche con las emanaciones del quinqué apestoso, y ahora palidece y toma aires de cómico bajo la acción del gas, y ya empieza a quedarse ciego gracias a la luz eléctrica...

Fragmento.

Madrid Científico, año 1912. 


 

 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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