RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1914

 

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     En una de las más hermosas novelas de Maupassant: – Pierre et Jean– hay también una de esas despedidas angustiadoras. Maupassant tiene de común con el Cervantes de Persiles la impersonalidad, la sobriedad del estilo y la difusa melancolía que impregna toda la obra. Un matrimonio de modestos burgueses, depue´s de una vida de trabajo ha ido a retirarse a una pequeña ciudad marítima. Tienen dos hijos: Pedro y Juan. Vivien todos obscura y tranaquilamente. Pero surgeun drama de conciencia, uno de esos dramas callados, serenos y hondos. Uno de los dos hermanos se cree en el deber de alejarse de la familia. ¿Se va para siempre? ¿Es transitoria su marcha? El padre, la madre –¡qué maravillosa figura de madre! – y el hermano bajan al puerto a despedirlo. llega el instante de la partida. La angustia oprime todos los corazones. Ya se mueve el barco. Ya avanza. Ya se aleja. Ya se esfuma en el horizonte. La familia regresa a la ciudad. Cuando van a internarse por las calles, la madre vuelve por última vez los ojos hacia el mar. “Pero ella no vio más – escribe Maupassant – que un humito gris, tan remoto, tan tenue, que no parecía más que un poco de bruma.”
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     Fragmento
     ABC, 5 de febrero de 1914.


En el sanatorio de Busot (Alicante) ha fallecido ayer, a los treinta y cuatro años, víctima de una enfermedad terrible, nuestro colaborador Rafael Leyda, uno de los mejores cuentistas españoles.

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Cuentos tiene Leyda de una emoción artística tan honda, que solamente pueden parangonarse con algunos de Guy de Maupassant, el admirable novelista francés, que comunicó a la literatura de Leyda innegables reminiscencias.

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Fragmento de Necrológica sobre Rafael Leyda.

El Imparcial, 14 de marzo de 1914. 


El público español debe conocer a Juan Héctor Picabia, porque muchas de sus novelas cortas han aparecido en revistas madrileñas muy leídas. (...)

Guy de Maupassant parece ser su autor predilecto, y hasta en su prurito de ingerir la idea fija en casi todas sus narraciones se ve el influjo que en él ejerce. Carece de su desfachatez sexual y de su pesimismo demoledor. Héctor Picabia tiene el pudor que se advierte en la mayoría de los literatos españoles. Describe amores normales; los casos de teratología no solicitan su pluma, y tal vez a cierta falta de curiosidad psicológica se deba el desdén que merecen a los más de nuestros autores las aberraciones mentales. (...) Sus personajes, más reideros que trágicos, no llegan a la locura.

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Fragmento

El Imparcial 16 de marzo de 1914. 


Dicen que Maura no presenciará el debate político, porque no le conviene, porque sabe que eso del maurismo es ya letra muerta en el plano de la política española. Los mismos amigos declaran que se disolverán porque no encuentra en su jefe el calor que en otro tiempo les prestara.

Es preciso que esos mismos adoradores del ex jefe del partido conservador se convenzan de que desde 1909 acá, Maura no es más que una evocación odiosa, propia de un cuento tétrico de Guy de Maupassant.

El País, 8 de abril de 1914 


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En Inglaterra las Compañías de Seguros tuvieron que prohibir el aseguramiento de los menores de cinco años, porque éstos eran sacrificados por sus propios padres para cobrar el seguro. Hace apenas un año, en algún periódico de Barcelona se contaba que, entre los niños mendicantes recogidos por la Policía, había alguno que había sido dejado ciego por sus propios padres. En las cercanías de Wilna (Rusia) fue descubierta una «fábrica de lisiados», en que se preparaban niños para venderlos a los mendigos; fueron recogidos 78 lisiados ya; un médico se encargba de hacerlos cojos, mancos y ciegos. La «hacedora de monstruos» de que habla Maupassant fue una realidad en Italia.

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Fragmento.

El Liberal, 18 de abril de 1914 


Los teatros en Rusia.

Los periódicos de San Petersburgo dicen que la vida social no ha experimentado allí perturbación alguna a causa de la guerra. Los teatros y otros espectáculos funcionan como en época normal, y sólo se conoce el estado de guerra en el repertorio.

Las obras alemanas que se representan están ya prohibidas por las autoridades. La mayoría de las piezas representadas tienen un carácter patriótico. Algunas están sacadas de obras de Maupassant, que representan episodios de la guerra de 1870. La aparición de los uniformes alemanes se acoge en todas partes con gritos y protestas.

En los espectáculos patrióticos se guarda una parte para la Cruz Roja.

En los cinematógrafos no se exhiben más que películas con escenas de la guerra.

El saqueo de Kalisch por los alemanes produce una gran impresión.

El Liberal, 24 de octubre de 1914. 


 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por José M. Ramos para

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