RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1916

 

Se ha estrenado en estos días – aunque no con el carácter de obra de Pascuas – un arreglo teatral del inmoralismo cuento de Guy de Maupassant, el zolesco y sucio escritor francés, titulado Boule de suif; el arreglo o zarzuela española se llama La estrella del Olympia. Dense por escritas aquí las más expresivas palabras de repugnancia y de condenación. ¡Qué asco!

P. CABALLERO

La Lectura Dominical 1 de enero de 1916 


En Apolo se ha estrenado La estrella de Olimpia, libro de Carlos Arniches y música del maestro Calleja. El popularísimo Arniches se ha servido de un cuento de Guy de Maupassant, Bola de sebo, para su nueva producción, adaptando el asunto, que es de la época de la guerra franco-prusiana, a la de la guerra franco-española de principios del siglo pasado. El autor ha puesto mucha gracia y el público muchos aplausos.

Blanco y Negro, 2 de enero de 1916. pag. 32.


Brindo a Mariano de Cávia, a su lisma y fijador, esa Bola de sebo que ha rodado por todos los periódicos, estos días, con motivo de la adaptación para el Teatro de Apolo, por Arniches, de un cuento de Guido (fijarse bien, ando con la tema del Guido desde más años de los que quisiera) de Maupassant.

Según el Diccionario, que alguna vez da en la herradura, bola es cualquier cuerpo esférico.

Condición de la bola: rodar. Todos hemos leído las aventuras de un periodista que se llama Ruedelabola. Deseo saber cómo se consigue que ruede una bola de sebo.

Salvo mejor parecer, el título del célebre cuento de Maupassant es, en romance castellano, pella de sebo. Cojo un Diccionario – no nombro al autor – y en la definición de pella, encuentro cosas deliciosas. Pella es, según este libro, «masa que se une y aprieta regularmente en forma redonda». Regularmente... bueno; pero son infinitas las veces que la manteca viene en pellas de forma prolongada. A continuación, reza el libro que pella es igualmente «manteca del puerco, tal como se quita de él». Lo de «se quita» parece procedente de mi tierra, donde solemos oír a Fulano «le quitaron el destino» cuando se lo dieron, y «le quitan un retrato» cuando se lo hacen. Mayor sorpresa causa leer en seguida que pella es cantidad de dinero que se debe o defrauda. Yo jamás he oído esta acepción. Nadie iba diciendo que Fulano le ha defraudado a Mengano «una pella» de cinco mil duros. He leído, sí, en Tirso, aquello que «que será lindo pellón» refiriéndose, no a defraudación alguna, sino a las economías que piensan hacer dos rústicos novios allá cuando se casen... Me coge también de nuevas que se llaman pellas los tallitos de la coliflor. Siempre entendí que son pencas. Todo este baturrillo de acepciones lo someto a mayor autoridad y sigo persuadida de que no está bien traducir Boule de suif por Bola de sebo.

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Primer párrafo del artículo Películas por Dña. Emilia Pardo Bazán

La Ilustración española y americana, 8 de enero de 1916. 


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Los teatros continúan sufriendo, excepto algunos a quienes la fortuna acompaña, grave crisis. Las inocentadas y el género bullanguero de Navidad han ido conjurando el peligro y le han puesto efímeros puntales al desmoronamiento de una obra en ruinas.

Arniches llevó en Apolo a la escena el famoso cuento de Guy de Maupassant Bola de sebo o Rollo de manteca, que con ambos títulos ha sido traducido al español. El cuento francés, modelo prodigioso de un género literario exquisito, acaso el mejor de cuantos se han escrito en el mundo, ha perdido al ser llevado al teatro su gracia, su prestigio, y, sobre todo, su enorme hondura psicológica. Maupassant quiso dejar en una obra definitiva la sensación del egoísmo humano. Arniches hace que la aventura "acabe bien" y como todo lo que "acaba bien" en arte es endeble y, sobre todo, irreal.

Tales han sido, Juan, los acontecimientos semanales de aqueste Madrid, donde sigo yaciendo por mi desventura.

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Fragmento de Carta a mis Lares de Luís Antón del Olmet

Blanco y Negro, 9 de enero de 1916. pág 18.


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El naturalismo francés tardó bastante en atravesar el Rin; pero una vez conocido en Alemania, le tocó hacer reaccionar enérgicamente el espíritu lírico y presidir el nacimiento de la literatura contemporánea. La representación de Teresa Raquin en Berlín y las doctrinas del Naturalismo en el teatro impresionaron fuertemente a toda la juventud. Las letras alemanas han guardado de sus clásicos, de Lessing y de Goethe especialmente, una gran inclinación hacia la escena; y las teorías teatrales de Zola debían hallar en ese país espíritus dispuestos a acogerlas con entusiasmo. En abril de 1889 un grupo de jóvenes, hoy de los primeros representantes de la intelectualidad germana, fundan el teatro libre (Freie Bühne), y una de las primeras obras estrenadas fue Los Espectros, de Ibsen; junto con Zola vino el gran escritor del Norte a dirigir los jóvenes espíritus. Y al lado de estos dos fuertes cerebros, Tolstoy, Gogol, Maupassant, Dostoiewsky, Baudelarire, Bjorhson y otros, completan el caudal de aguas a donde la juventud alemana de entonces, ansiosa de inspiraciones fuertes, de nuevas indicaciones y de horizontes amplios, va a abrevarse.

El naturalismo alemán fue original, fogoso y corto. [...]

Fragmento del artículo La Literatura poética en la Alemania Moderna. por A. Zérega-Fombona.

Cuba Contemporánea, septiembre de 1916. 


[...]

Esta tierra patriarcal [Normandía], de suelo próvido, de clima templado y de horizontes amplios y serenos, es la que pintó Millet y la que describieron Flaubert y Maupassant. Resisto a la tentación- que estos dos grandes nombres avivan en mí- de terminar el cuadro que he abocetado apenas. No es posible concretar en un artículo cuanto sugiere Normandía al espectador. Los españoles que no la hayan visitado, pueden hacerse una idea de ella comparándola con Galicia; una Galicia poco o nada montuosa y y prodigiosamente feraz. Hay en el paisaje normando una grandeza que no tiene el gallego. En cambio, no se encuentran aquí la intimidad, la "ternura", la gracia melancólica del valle del Ulla y las riberas del Miño.

Fragmento del artículo Normandía.

ABC, 20 de septiembre de 1916.


En un trabajo firmado por Alberto Cim, leemos lo siguiente:

 Nada superaba en nitidez y exactitud a la letra de Racine, nada se ve con tanto gusto como la letra de la Fontaine; una carta de Marssillon honraría al calígrafo más diestro; Bossuet escribía con mano firme páginas que se podían leer perfectamente; Fenelon, el gran arzobispo, era un maestro pendolista; Juan Jacobo Rousseau se ganó la vida con su profesión de copista.

 Entre los calígrafos también se puede citar a Dumas padre, Mérimée y Poe. Al ver el primer editor de Poe el manuscrito que éste le presentó quedó seducido por su letra majestuosa; lo leyó en seguida y resolvió publicarlo.

 Dumas refiere en sus “Memorias” sus habilidades caligráficas, y cómo, a merced a ellas, comenzó a ganarse la vida en calidad de supernumerario en las oficinas de la secretaría del duque de Orleans, con 1200 francos de sueldo.

 También escribían bien, materialmente hablando, Mirbeau, el astrónomo Arago, Béranger, Carlos Nodier, Lamennais, Guizot, Eugenio Seribe, Casimiro Delavigne, Jorge Sand, Alfonso Daudet, Renan; los poetas Leconte de Liste, José de Heredia, Federico Mistral y Francisco Coppée, y el novelista Guy de Maupassant.

[...]

Fragmento del artículo En torno al trabajo intelectual
       
 Nuestro Tiempo, diciembre de 1916. 


Una escritora (1) que junta muy galanamente la discreción con la amenidad se ha preguntado a sí misma: «¿Era Maupassant, quien comparaba con dos lindos animalitos impacientes, jugueteando entre los pliegues de la falda, los diminutos pies de una mujer joven y bonita?»

Puede ser que el célebre novelista francés haya usado esa figura; pero si la precipitada escritora hubiera consultado sus recuerdos españoles antes de trasponer los Pirineos en busca de una comparación galante, habría encontrado otra muchísimo más graciosa y delicada.

Bien conocido es el soneto de Adelardo López de Ayala, ponderando el hechizo de unos pies diminutos y femeniles, y diciendo de ellos que le parecen, cuando acierta a divisarlos,

dos niños que traviesos juguetean

en el mismo dintel del Paraíso.

Me parece que esto, además de estar divinamente dicho, es de mayor finura, elegancia y «humanidad» que la comparación con dos animalejos revoltosos.

[...]

Fragmento del artículo Cháchara por Mariano de Cávia

El Imparcial, 30 de diciembre de 1916.

 

(1) Sospechamos que se trata de Emilia Pardo Bazán. (N. de J.M. Ramos) 


 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

http://www.iesxunqueira1.com/maupassant