RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1924

 

Temporada de primavera en el Español

El Sábado de Gloria se inaugurará en el teatro Español la temporada de primavera por la compañía en que figuran los notables primeros actores María Herrero y Francisco Hernández, bajo la dirección artística de Enrique López Alarcón.

En la tarde de dicho día 19 se estrenará la comedia de Darío Niccodemi El alba, el día y la noche, traducida por Lepina, y a las diez y cuarto de la noche se repondrá el drama Vivir, de López Alarcón.

La lista de la compañía es la siguiente:

Actrices: María Herrero, Elvira Morla, Concha Zeda, Carmen Posadas, María López Martínez, Camino Garrigó, Elena Cózar, Amparo Merino, Salud Posadas, Ascensión Vivero, Victoria Rivera, Enriqueta Delgado, Carmen Calvo, Sofía Norro, Dora Sánchez, Rosa Guerrero y Ketty Guerrero.

Actores: Francisco Hernández, Jesús Tordesillas, Alfredo Gómez de la Vega, Ricardo Galache, Rafael Victorero, Agustín Povedano, Luís Domínguez Luna, José Guerra, José María Ballo, Francisco Jareño, Manuel Chavarri, Luis Herrero y Felibre Labra.

Director de escena, Fernando Mignoni.

Repertorio: Lecciones de buen amor, de Jacinto Benavente.

Mari Luz de Barrie; versión de G. Martinez Sierra.

La tizona, de Godoy y López Alarcón.

La voluntariosa, de Felipe Sassone.

Ráfaga de pasión, de Francisco Acebal.

Lo que Dios quiere, de Manuel Bueno.

La Giralda eres tú, de Franciso y Antonio Graciani.

El alba, el día y la noche, de Niccodemi, versión de A. Fernández Lepina.

Vivir, de Lopez Alrcón.

Tormento, adaptación de la novela de Galdós, por A. Soler y Manuel D. Amarillas.

La embrujada, de Alejandro Mac Kinlay.

El derecho a la vida, de Serrano Anguita y Tellaeche.

El buen moro, de López Monís y Ramón Peña.

El pasado vuelve, de Miguel de Unamuno.

Pepita Jiménez, adaptación de la novela de Valera, por C. Rivas Cherif.

El señor alcalde, de Guy de Maupassant y André de Lordé, versión de Alberti.

La Época, miércoles 16 de abril de 1924. Año XXLVI. Número 26.303. pág. 4. 


Ayer mismo escribió Maupassant un conocido novelín: Ivette. En esta obra se exponen costumbres bien francesas. ¿No se evoca allí una casa donde todo el que frecuenta es declarado, ipso facto, duque, conde, marqués, o, por lo menos, barón?

Y si esto ocurre hoy, ¿qué ocurría ayer? Voltaire nos lo dirá: “Un provinciano francés, dueño apenas de la cuarta parte de una microscópica castellanía arruinada, llega a París. Que haga fortuna o que la finja, e impunemente se titulará: Alto y poderoso señor, marqués o conde. Su hijo será, aun ante el notario, muy alto y poderoso señor. (...) Como esta ambicioncilla no perjudica a nada al Gobierno ni a la sociedad civil, no se hace caso.”

Los europeos, como se ve, tienen mala memoria. Francamente, no valía la pena de reírse tanto de los generales Caracas, de los doctores de Buenos Aires ni de los coroneles de Nueva York. Todos somos uno:

Príncipe italiano,

rico portugués,

general venezolano:

lo mismo es.

Fragmento

La Voz, 3 de mayo de 1924. Ano V.– Núm. 1.204. pág. 1 


[...]

La plateada luz de eléctricos focos (de aquellas blancas, aéreas, bombillas de tamizada luz que compara Maupassant exactamente a «huevos de la luna») derrama indecisos resplandores, que se tejen y destejen como invisible gasa o rayo de sutil polvillo.

[...]

Fragmento del artículo Su majestad La Diva, por Rodrigo Soriano.

La Libertad, viernes 1 de agosto de 1924. Madrid. Año VI. Núm 1.358, pág. 1. 


[...]

No sé si se ha estudiado ya la coincidencia del surgimiento del automovilismo en Francia con la desaparición de la literatura. El año 1890 era Francia un pueblo eminentemente literario. La historia no ha conocido nada parecido al poderío ejercido por unos cuantos escritores como Zola, Daudet, Flaubert, Maupassant, los Goncourt, Huysman. Todavía en 1900 el libro francés sigue siendo la lectura obligada de todo hombre de cultura en el mundo. Entonces surge el automóvil (...)

La magnífica red de las carreteras francesas sirvió de adecuado campo para el despliegue del nuevo juguete. A los pocos años ha cambiado el espíritu de Francia. Si se ha seguido leyendo y escribiendo es gracias a la severidad de los estudios literarios en la segunda enseñanza (...) Pero el automóvil, como el mar, no se presta al discurso. O se piensa en la máquina o se sumerge el alma en el paisaje. Y el resto del mundo ha dejado de vivir pendiente del libro de París.

[...]

Fragmento del artículo “Autos” y tierras, de Ramiro de Maetzu.

El Sol, martes 5 de agosto de 1924. Madrid. Año VIII.– Núm. 2.181, pág. 1 


Enrique López Alarcón está ya ultimando los preparativos para su temporada en el Centro.

(...)

Cuenta además con las siguientes obras: Pepita Jiménez, arreglo de la novela de Valera, hecho por Rivas Cherif; El derecho a la vida, de Tellaeche y Serrano Anguita. Y, como novedad, acaso algo de Valle-Inclán, que volverá al teatro con todos los honores.

Se estrenarán comedias de los maestros del extranjero, a saber: El señor alcalde, de Maupassant y André de Lorde (arreglo de Alberti)

 [...]

Fragmento

El Imparcial, viernes 26 de septiembre de 1924. Madrid. Año LVIII.– Núm.- 20.485. pág 3. 


 [...]

Se ha dicho de Anatole France que era una supervivencia literaria del siglo XVIII. Se ha dicho en la Sorbona. No hay tal. Anatole France – que hizo, sin duda, admirables “pastiches” de aquella época – fue muy de su siglo en el sentir y en el aspirar... “El lirio rojo” – su novela más realista – pudiera ser de Maupassant, del Maupassant de “Notre coeur”, del Maupassant afinado y refinado por el dolor. Los libros semiproféticos de France, sus famosos libros “socialistas”, parecen de un Jaurés atemperado por la ironía y que se ilusionara con lo que dice por un esfuerzo de voluntad. Y de bondad.

[...]

Fragmento del artículo In Memorian, sobre Anatole France, por Alberto Insua.

La Voz, 13 de octubre de 1924. Año V.–Núm 1.343, pág 3. 


 Un monumento a Guy de Maupassant

En el jardín Solferino, de Rouen, se va a erigir un monumento a Guy de Maupassant.

Se compone de un banco rústico en forma de hexaedro, de una longitud circunferencial de cuatro metros. Sostenida por seis columnitas, en el centro se eleva una estrella, sobre la cual será colocado el busto de Guy de Maupassant.

Este monumento será inaugurado en julio de 1925, y su erección será por suscripción pública.

Heraldo de Madrid, martes 2 de diciembre de 1924. 3ª edición. Año XXXIV  - Núm. 12.116. pág. 4 


 Acabo de conocer la muerte del gran artista [Puccini]. Un buen amigo, compositor de música y bohemio incorregible (...) Ayer mismo Puccini hablaba de su interminada obra. Sobre el blanco lecho se alzaba su busto aristocrático, y de sus labios brotaban notas, risas, artísticas ensueños. Mas la garra fatal, como la «Horla» de Maupassant, el monstruo misterioso, le espiaba. Un zarpazo acabó con el artista.

(...)

¡Qué asombro el nuestro cuando surgió el Puccini de «La Bohème», el de «La Tosca», el de «Madame Butterfly» ¿Cómo, cómo era posible?

Era, sí, el genio incógnito, que surgía pleno de vida, pletórico de dulzuras y de tiernas melodías. También Flaubert y sus amigos del cenáculo tenían por tonto a Maupassant, hasta que surgió la «Boule de Suif», la más bella de las novelas contemporáneas

[...]

Necrológica sobre Puccini por Rodrigo Soriano.

La Libertad, martes 9 de diciembre de 1924. Año VI. Madrid. Núm 1.469. pág 1-2 


  

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J. M. Ramos para

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