RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT  EN LA PRENSA DE 1926

 

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Anoche, día 3 de diciembre en el Club de Faubourg, cenáculo literario donde, tres veces cada semana, se discuten los temas del día con libertad absoluta, (...) hiciéromne decir si los literatos en España eran, como Zola, combatidos por muchos sapos. (...) Balbucí yo en mediano francés algo de lo que sentía. Y para disculparme de mi pobre francés hube de recordar lo sucedido de un escritor español a quién dijo su médico un día que se hallaba enfermo:

–Enseñe usted la lengua...

A lo que contestó el escritor:

–¿Cuál? ¿La española o la francesa?

Dije yo que hablaría en lenguaje bilingüe. Así lo hice.

Y es que en Francia, como en España, el debido respeto a las gentes eminentes es a diario violado por los incontables sapos. Hace días, un «currinche» literario decía seriamente que Flaubert «era un pobre imbécil». Y cuando se inauguró la estatua de Maupassant en su casa natal, alguien hubo que le tildó de «estúpido».

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Fragmento del artículo Un rato a sapos de Rodrigo Soriano.

La Libertad, viernes 8 de enero de 1926. Año VIII. Madrid. Num.- 1.808. pág 1. 


Es muy conveniente diferenciar la literatura amorosa de la pornografía desvergonzada. ¿Quién tiene tacto y buen gusto crítico para fijar esta delicada frontera? El  amor sexual, que es como es el amor aunque se escandalice cierta opinión de sacristía, es un elemento indispensable en la novela, por lo que entraña de primordialmente humano. Los hombres y las mujeres se amarán en las novelas futuras como se aman en la vida real.

Los novelistas no pueden prescindir de tan importante resorte emocional por adular a las vírgenes pudibundas de cincuenta años ni a los varones que son moralistas por estar ya muy lejos de los apasionamientos de la juventud.

La policía de costumbres nada tiene que hacer en el campo de la literatura, a la que sólo puede aplicarse un código de belleza. A la biografía de un santo, escrita con la más pía intención por un tonto, tendremos que preferir la novela de la cortesana más abyecta analizada por un Flaubert o por un Maupassant.

En arte no existe lo moral ni lo inmoral, sino lo bello o lo feo.

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Fragmento del artículo La Pornografía por Emilio Carrère

Muchas Gracias (Revista cómica-satírica) 13 de febrero de 1926.  Madrid. pág 14. 


André Baillon ha escrito, en «Chalet I», las impresiones de un loco. Estas páginas merecen ser leídas con respeto, porque el autor las escribió con conocimiento de causa.

No es nueva la locura en el arte literario. Maupassant la enriqueció con sus alucinaciones, con magníficos y terribles frutos de su desequilibrio.

Pero de la literatura de Maupassant a la de Baillon hay una diferencia enorme. Maupassant, pontífice del realismo romántico, ninguna ascendencia tiene sobre el modernismo, un poco canallesco, irónica y bastante agradable de Baillon.

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Fragmento

La Revista Blanca. Sociología, Ciencia y Arte. Barcelona 1 de junio de 1926. Año IV. – Número 73. pag. 16 


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Las últimas páginas de mi predilecto en la prosa extranjera, Guy de Maupassant, cuando paseaba por el Adriática en su yate Bel-Ami, la triste vida, presa de incurable tedio escribió en su último trabajo, Sur L’Eau, esta terrible renunciación del mundo:

 

Otros hombres, recorriendo con rápido pensamiento el círculo estrecho de las satisfacciones posibles, quedan aterrados ante el vacío de la felicidad, la monotonía y la pobreza de las alegrías terrenales. En cuanto llegan a los treinta años, todo ha concluido para ellos. ¿Qué esperarían? Nada les distrae, han dado vuelta a todos nuestros pobres placeres. Felices lo que no conocen el descorazonamiento abominable de las mismas acciones siempre repetidas; felices los que tienen el valor de reanudar cada día las mismas labores, con los mismos gestos, alrededor de los mismos muebles, ante el mismo horizonte, bajo el mismo cielo, de salir por las mismas calles, donde encuentran las mismas caras y los mismos animales. Felices los que no preveen con inmenso disgusto que nada cambia, que nada ocurre, que toda cansa.

 

Es desoladora la impresión que deja el testimonio de estas almas, y las conocidas biografías de los mismos, suficientemente popularizadas entre las gentes cultas, me eximen de afirmar que esa condición perenne de sus almas fue la subyugadora fuerza de sus respectivos caracteres, y todos fueron débiles, apocados, reanunciadores.

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Fragmento del artículo sobre Juan Clemente Zenea

Cuba Contemporánea. Septiembre-Octubre , 1926. Año XIV. pag 62.  


LARA

“La Pájara”, comedia en tres actos, de Francisco Serrano Anguita.

Estrenada ya con buen éxito en provincias, el público que asistió ayer tarde a este teatro acogió la nueva producción del Sr. Serrano Anguita., “La pájara”, con reiteradas demostraciones de agrado, refrendando así el buen juicio que les mereciera a quienes disfrutaron de sus primicias fuera de Madrid.

Aunque la comedia tiene por punto de partida el final de un cuento de Guy de Maupassant, en nada se relaciona la acción de “La pájara”,con el trabajo de aquel que fue uno de los mejores cuentistas franceses. Por eso consignamos que la obra del Sr. Serrano Anguita tiene sólo por punto de partida la terminación de la del autor de “Bel ami” y “Fort comme la mort”; donde acaba el cuento allí comienza la comedia, en pleno ambiente castellano, donde arraiga fuerte y duro el carácter de los personajes que juegan en la acción.

Esta suscita el interés del espectador desde los primeros momentos, por la certera presentación de las figuras y el bien conducido arranque del tema, que en sus gradaciones culmina en un acto final de mucho efecto. La parte cómica se halla trazada con la discreción y buen gusto proverbiales en el culto periodista.

“La pájara!, que es la mujer que (ilegible) de amor, entre varios hombres, fue encarnada por Concha Catalá, cuyos prestigios artísticos le han otorgado el primer puesto en la compañía de Lara, en unión de Leocadia Alba. Ambas contribuyeron, con su labor meritísima, a que el triunfo fuese completo y sin regateos de ninguna clase.

Salvador Soler Marí, José Isbert, José Balaguer y José Ortelano, este último muy gracioso, personalizaron con excelente comprensión los tipos masculinos de más relieve de la comedia.

El autor se presentó en los finales de los actos, acompañado de los artistas, a recibir los plácemes del auditorio.

El Sol, sábado 13 de noviembre de 1926. Madrid. Año X. – Núm. 2.894. pág 2.


  

 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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