RESEÑAS BREVES SOBRE MAUPASSANT EN LA PRENSA DE 1927

 

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A estas alturas advierto que lo que quise un artículo resultó un remiendo de cosas remendadas. Sin embargo, diré, para terminar, y el amigo y doctor “está” conmigo, que serían muy interesante y conveniente “informes”, no ya de personajes, sino de “padres” de personajes; así del enfermo de abulia, Gustavo Adolfo; de Bartrina, el “rimador de desatinos celestiales”, y de Paso, y de Dicenta, y de Carrère, y de Sawa, que hizo arder su cerebro en alcohol, y, pasando la frontera, de Oscar Wilde, “la mandrágora chic”; de Maupassant, que, a creer a un alienista famoso, “era melancólico antes de nacer”; de Nietzsche, “el Atila de las ilusiones”, y de Verlaine, y de Balzac, y de Zola. Y, ¿por qué no?, de Santa Teresa, y del angélico fray Luís, el de Granada; y de San Juan de la Cruz, y, más de ahora, de Gabriel y Galán. Ricardo Léon... ¿Verdad que sería un interesantísimo análisis?...

Fragmento del artículo Psiquiatría Galdosiana, por Fernando Mora

La Voz, 5 de enero de 1927. 


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Hace pocos días, he leído un admirable estudio sobre Guy de Maupassant escrito por Gerard de Lacaze-Duthiers. Casi a continuación, mis ojos tropezaron con el juicio que este estudio mereciera de un crítico de una de las grandes publicaciones literarias de París. Desde luego, el trabajo de Lacaze-Dutheiers resultaba apriorístico; juzgaba como de las mejores, obras de Maupassant que el crítico de marras estimaba de las peores. La equivocación, el partidismo y el dogmatismo de Lacaze-Dutiers, eran por tanto manifiestos.

Pero, pese a la opinión del señor crítico, el estudio sobre Guy de Maupassant que me ocupa es de lo mas completo, original e interesante que he leído. Maupassant es un caso clínico, sugestivo y apasionante en la literatura. Su obra, salida de un cerebro luminoso y alucinado, tiene la sombría grandeza de la locura. Maupassant resta siendo uno de mis escritores preferidos. Y cuanto sobre él se escribe, cuantos estudios sobre su figura se hacen, cuantas luces se proyectan sobre la sombra y el torbellino de esa existencia, me interesan. Y más cuando son estudios tan atentos, tan sutiles, de tan fino y noble análisis como el «Guy de Maupassant», de Gerard de Lacaze-Duthiers, autor que debe ser ya lo bastante conocido de los lectores de esta Revista para que necesite presentación alguna.

Fragmento

La Revista Blanca, 1 de febrero de 1927, por Jacques Descleuze. 


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Maupassant decía que el arte literario – y sin error pudo haber generalizado a todas las artes – no era más que un proceso expresivo de individuación, de diferenciación. Al neófito que le preguntaba su secreto de gran cuentista, le invitó a que describiese el carruaje que al punto pasaba frente a su ventana. “Es un coche tirado por dos caballos”, dijo el catecúmeno. Y corrigió el maestro: “No, mi joven amigo: es un viejo landó arrastrado por un caballo blanco y otro caballo negro”.

Sin duda, tales distingos no eran en aquellos momentos capitales. Pero se observará que la contestación del aprendiz, con sernos tan grata por su economía, distaba mucho de describirnos rigurosamente el vehículo señalado. A la sazón, es de presumir que discurriesen por el faubourg muchos “coches tirados por dos caballos”: sólo los adjetivos sencillos de Maupassant singularizaron el episodio relativamente a la zona observada.

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Fragmento de artículo Grandeza y Servidumbre del Adjetivo, por Jorge Mañach

1927 revista de avance. La Habana, 20 de mayo de 1927. Año I. número 6. 


Sobre una obra de Guy de Maupassant

Actualmente se está impresionando en París una película sobre la obra «Ivette», de Guy de Maupassant.

El director es Albert Cavalcanti, y entre los principales intérpretes figuran Catalina Hessling, Iva Lenkeffy, Walter Butler y Clifford Mac Legle. La casa editora es la Neo-Film.

El Heraldo de Madrid, 16 de julio de 1927. 


Se ha comparado la nueva producción «White Gold» (Oro Blanco) con un cuento de Maupassant. La finura del tema, la habilidad de su desarrollo y la interpretación, recuerdan en otro género de arte a las deliciosas pinceladas del gran cuentista. Jetta Goudal, la sugestiva, es la heroína de esta delicada película. Acompañan a la elegantísima Jetta, George Nichols en su papel de padre, George Bancroft, Kenneth Thomson y Clide Cook. La dirección de William K. Howard es magnífica.

La Vanguardia, 3 de septiembre de 1927, pag. 15 


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Guy de Maupassant, el cuentista más formidable – así, formidable: otro adjetivo para el autor de Bola de sebo resultaría ñoño, apocado, ausente de fortaleza anímica y muscular; así, formidable; como el cuello, el torso y los bíceps del lírico remero del Sena–; Guy de Maupassant toca en la mayoría de sus cuentos el tema sexual; pero sin rijosidades, reverencialmente, saludablemente, con la gallardía serena y franca de un núbil discóbolo que jugara al amor, tras de sus luchas circenses, para mitigar los ímpetus viriles de su pujante y casta juventud.

Arte, divina palabra, depurado vocablo, pánica ley que legaron a los hombres los dioses del Olimpo para que nuestros arrebatos sexuales, nuestra libídine, se revoque con las galas de la poesía, dejando de ser con ella la vida un acopio de turbias pasiones, de estridencias carnales sin fantasía ni idealidad.

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Fragmento del artículo La Novela realista de Fernando LÓPEZ MARTÍN

Nuevo Mundo, 9 de septiembre de 1927. 


 Los estudios

Hay el proyecto de hacer dramas de dos rollos, lo mismo que se han estado haciendo comedias de cortometraje desde el comienzo de la industria cinematográfica. Gran oportunidad para llevar a la pantalla, sin diluir y, por ende, sin prescindir de la característica brevedad, cuento como “El aderezo” de Maupassant, y tantas otras joyas de la literatura breve.

El Sol, 1 de diciembre de 1927 


  

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizao en el presente formato por J.M. Ramos para

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