Caras y caretas, 5 de diciembre de 1925

 

UNA ASCENSIÓN EN GLOBO

 

La ascensión en globo libre que realizó Guy de Maupassant constituye un episodio interesante de la historia literaria. El autor de “El buen mozo” se elevó sobre París en julio de 1887, en el globo “La Horla”. Era éste un esférico de 1.600 metros cúbicos, construido por el piloto aeronauta Mauricio Mallet, que él mismo habíalo bautizado con el nombre de la famosa novela para honrar al ilustre pasajero.

Guy de Maupassant ha relatado en el “Figaro” su ascensión, la que tuvo gran repercusión y le convirtió en una especie de propulsor de la navegación aérea francesa, pues era la primera vez que un literato se embarcaba en un esférico.

Por otra parte, entre los literatos, esta ascensión produjo un pésimo efecto, haciendo pasar por loco al que aun no lo estaba. En las capillas literarias el hecho de viajar por los aires era entonces síntoma de desequilibrio mental.

Antes que Maupassant, empero, un poeta habíase mostrado inclinado a elevarse hasta las nubes poniendo en acción una metáfora que en poesía ya estaba un tanto manida: Baudelaire así lo había expresado una vez que la casualidad le permitió asistir a los preparativos de una ascensión, en 1859. Pero en el momento de trepar a la barquilla, el poeta se sintió enfermo y tuvo que retirarse. Se acostó y no abandonó el lecho sino a los dos días, para concurrir al banquete ofrecido a los aeronautas.

A la inversa de Baudelaire, Maupassant, entusiasmado, se instaló a la vera de su piloto, Mauricio Mallet, y desde el “décollage” dio pruebas de una sangre fría que no decayó en ningún momento durante las ocho horas que duró el viaje aéreo.

Impelido por el viento sur, el globo atravesó los aires con rumbo al mar, por la parte de Bélgica. Guy de Maupassant, muy tranquilo, conversaba animadamente. La visión celeste y terrestre sugeriánle ideas brillantes en las que se traducía su sensibilidad de artista y de poeta. Cantaba y recitaba versos. En el silencio de las nubes, declamó algunas estrofas de “En pleno cielo”, de Víctor Hugo. Dispuesto a probarle a su piloto que era capaz de interesarse por las maniobras aeronáuticas, hízose explicar el funcionamiento de la sopapa. Demostróle igualmente que poseía un estómago a toda prueba – él, que según su camarero François, llegó a comer carne humana – y dio buena prueba de un alón de pollo acompañado por un vaso de champagne.

Finalmente, el descenso se hizo cerca de la costa, en Heyst-sur-Mer. Con mucha dulzura, gracias a la ciencia y virtuosidad del aeronauta, Guy de Maupassant sintió que la barquilla se arrastraba sobre una pradera. Deportista consumado, ayudó eficazmente en la maniobra, terminando por doblar la envoltura de seda y guardarla en la barquilla. Un coche condujo hasta la estación vecina la canasta, el piloto y el pasajero que aquella misma noche arribaron a París con el rápido de Ostende.

Mallet, que es todo un patriarca de la aviación, se complace actualmente en relatar las incidencias de esta ascensión que considera como una de las más agradables que ha realizado en su larga carrera, conservando un grato recuerdo de la espiritualidad y excelente humor del célebre pasajero.

Piloto y novelista hiciéronse grandes amigos. Maupassant iba con frecuencia de visita a casa de Mallet, donde se encontraba con el pintor Jerome, Paul Harel y otras personalidades.

El aeronauta Mauricio Mallet es hoy un anciano venerable, cuyo noble rostro aureola una romántica  y nevada cabellera. Activo e ingenioso, aun consagra sus actividades a la construcción de aeronaves. Miembro fundador del Aero Club de Francia, el piloto de Guy de Maupassant es un sabio, pero también un escritor que sigue el movimiento literario con empeño y apasionamiento. Posee, claro está, en su pintoresca biblioteca, al lado de las obras técnicas y de aviación, la primera edición de las obras completas de Maupassant cariñosamente dedicadas. “La Horla”, soberbiamente encuadernada, vecina es de las viejas láminas representando a las mongolfieras y también las reproducciones fotográficas del hermoso globo que llevó por los aires al aeronauta y al literato.

 

L. Faure Javier

Dibujo de Mazaya

 

 

Publicado en Caras y Caretas,  el 5 de diciembre de 1925. Buenos Aires. pág 88.

 

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para

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