Don Quijote, 29 de junio de 1902

 

LAS MUCHEDUMBRES

 

Un refrán popular sostiene que la «muchedumbre no razona.» Ahora bien: ¿por qué no razona la muchedumbre, ya que cada particular, que es componente de ella, razona? ¿Por qué una muchedumbre comete espontáneamente lo que no haría ninguna de sus unidades? ¿Por qué tiene una muchedumbre irresistibles impulsos, voluntades feroces, arranques estúpidos que nada contiene, y arrastrada por ellos, por esos arranques irreflexivos, perpetra acciones que no perpetraría ninguno de los individuos que la componen?

Un desconocido lanza un grito, y he aquí que una especie de frenesí se apodera de todos, y todos, en idéntico movimiento, al que nadie trata de resistir, arrebatados por un mismo pensamiento, que es instantáneamente general, a pesar de las castas, de las opiniones, de las creencias, de las costumbres diferentes, todos se precipitarían sobre un hombre, le asesinarán, le ahogarán sin motivo, casi sin pretexto; cuando cada persona, de estar sola, se habría precipitado, con peligro de su vida, en auxilio de aquel a quien mata.

¡Y por la noche, de vuelta a su cada, cada cual se preguntará que locura le ha embargado, le ha sacado bruscamente de su naturaleza y carácter; como ha podido ceder a tan feroz impulsión!

 

MAUPASSANT

Publicado en Don Quijote, 27 de junio de 1902.

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

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