El Globo, 25 de enero de 1884

 

UN DOCUMENTO SOBRE MADAME BOVARY

 

Un escritor francés, Máximo Du Camp, en sus artículos publicados bajo el epígrafe de Recuerdos, ha dedicado algunas páginas a Gustavo Flaubert y a su célebre novela Madame Bovary.

Si fuera necesario recordar una vez más la inseguridad de juicio, aun tratándose de las inteligencias más distinguidas, bastaría dar a luz la carta de dicho escritor, fechada en 1856, referente a la obra magistral del citado novelista, y la cual carta ha sido publicada por M. Guy de Maupassant, en la Revista Política y Literaria.

He aquí como refiere M. Guy de Maupassant el episodio completo de lo que él llama «La historia secreta de Madame Bovary

«Cuando Flaubert, después de ciclo años de constante trabajo dio término a su genial novela, confió el manuscrito a su amigo Máximo Du Camp, el cual lo entregó a M. Laurente Pichat, redactor y propietario de la Revista de París.

Entonces vio el novelista, cuán difícil es hacerse entender de golpe, y como desconocen a un escritor hasta aquellos en los cuales tiene más confianza, y que pasan por tener grandes dotes de inteligencia.

Indudablemente se engendraron en tal fecha el desprecio de Flaubert hacia el juicio de los hombres y su ironía respecto de las afirmaciones o las negaciones absolutas.

Algún tiempo después de haber llevado a M. Laurent Pichat el manuscrito de Madame Bovary, M. Máximo Du Camp escribió a Gustavo Flaubert la singular carta siguiente, que tal vez modificará la opinión que se haya formado al leer las revelaciones de este escritor sobre su amigo, y en particular sobre Madame Bovary en sus Recuerdos literarios,.

«14 de julio de 1856

 

Estimado amigo:

Laurent-Pichat ha leído tu novela, y me envía respecto de ella las apreciaciones que te incluyo. Leyéndolas, verás que contienen todas las observaciones que yo te hice antes de tu partida.

Entregué tu libro a Laurent, sin hacer otra cosa que recomendárselo muy eficazmente. No nos hemos, por tanto, puesto de acuerdo para cercenarte con las mismas tijeras. Los consejos que él te da son buenos, y hasta estoy por afirmar que los debes seguir al pie de la letra.

Déjanos dueños de tu novela para publicarla en la Revista; haremos en ella las supresiones que juzguemos indispensables, y tú publicarás después el volumen como te parezca conveniente.

Creo firmemente que si no haces esto, comprometes tu nombre y te presentas por primera vez ante el público con una obra embrollada, a la cual no basta el estilo para darla interés.

Ánimo, pues; cierra los ojos durante la operación, y confía, si no en nuestro talento, en nuestra experiencia y en nuestra amistad, por lo menos.

Has envuelto tu novela en un montón de cosas que están bien hechas, pero que son inútiles. Sólo se trata de aligerarla, lo cual es un trabajo fácil.

Encargaremos la tarea, bajo nuestra inspección, a una persona inteligente y hábil. No se añadirá ni una palabra a tu manuscrito: solo se disminuirá un poco. Esto te costará un centenar de francos, que descontaremos de tus derechos; y así publicarás una cosa verdaderamente buena, en vez de una obra incompleta y amazacotada.

Supongo que me maldecirás con todas tus fuerzas; pero considera que en todo esto no tengo presente más que tu exclusivo interés.

Adiós, viejo mío, contéstame y no dudes del afecto que te profesa.

Máximo Du Camp.»

 

La mutilación de ese libro típico e inmortal, realizada por una persona hábil y ejercitada no había de costar al autor más que un centenar de francos. ¡Una bicoca!

Gustavo Flaubert debió estremecerse al leer tan singulares consejos, víctima de una emoción profunda y muy natural. El gran novelista trazó con enormes caracteres al dorso de dicha carta, preciosamente conservada esta única palabra: ¡Gigantesco!

Los dos colaboradores, MM. Pichat y Máximo Du Camp, pusieron manos a la obra, para quitar del libro de su amigo el cúmulo de cosas bien hechas pero inútiles, que la perjudicaban, toda vez que se leen en un ejemplar de la primera edición, conservado por el autor, las líneas siguientes:

«Este ejemplar representa mi manuscrito tal y como salió de manos del señor Pichat, poeta y redactor propietario de la Revista de París.

20 de abril de 1857.

GUSTAVO FLAUBERT.»

 

Al abrir el libro, se encuentran a cada instante líneas, párrafos y pasajes enteros tachos.

La mayor parte de las cosas originales y nuevas se hallan cuidadosamente borradas.

En la última página se lee lo siguiente, escrito de puño y letra del mismo Flaubert:

«Era preciso, según Máximo Du Camp, suprimir toda la boda, y según Pichat, abreviar o rehacer los comicios

Este es indudablemente el origen del enfriamiento de la ardiente amistad que unía a Flaubert a M. Du Camp. Si se quiere una prueba más eficaz de ello, la encontraríamos en este fragmento de carta de Luis Bouilhet a Flaubert:

«En cuanto a Máximo Du Camp, he estado quince días sin verle, y habría pasado del mismo modo todo el año, si no se hubiese presentado en mi casa el jueves último, hace unos ocho días. Debo convenir en que estuvo muy amable y atento. Podría ser cuestión de pura urbanidad; pero consigno los hechos como mero historiador. Ofrecióme sus servicios para encontrar un editor y después una biblioteca, y luego me preguntó por ti, procurando enterarse de tus trabajos. Lo que le dije acerca de la Bovary, no dejó de preocuparle bastante. Me dijo que se alegraba mucho, que habías hecho mal en no perdonarle lo de la Revista, que vería gustoso la colección de tus obras, etc, etc. Al parecer, hablaba con franqueza y convicción...»

Estos detalles íntimos no tienen importancia más que bajo el punto de vista de los juicios emitidos por M. Du Camp acerca de su amigo.

Al cabo de algún tiempo se reconciliaron los dos.

 

Publicado en El Globo, el 25 de enero de 1884

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional de España

Digitalizado en el presente formato por J. M. Ramos González para

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