El Sol, 8 de julio de 1932

 

AL MARGEN DE MAUPASSANT

 

“El rosal de Mme. Husson” ¿florecerá de nuevo en Valenciennes?

 

(Servicio especial de EL SOL)

PARIS 7 (11 n).– En Valenciennes, en el “cinema” del Coliseo, todo se halla dispuesto para la representación del “film” “El rosal de madame Husson”, ante un público muy restringido, selecto y excepcional. El juez del Tribunal de Faltas, M. Favreau; el comisario central, M. Pas, y algunos abogados, entre éstos M. Henri Torrès, del Colegio de París. La representación va a ser simplemente un episodio de un pequeño proceso muy curioso.

El “film”, “El rosal de madame Husson”, sacado de una novela de Guy de Maupassant, por M. Bernard Deschamps, ha sido suspendido en Valenciennes (como lo había sido en Lyon, en Troyes, en Aix, en Agen, en Poitiers y en otros sitios) por el alcalde, monsieur Léon Millot, so pretexto de que su inmoralidad ha provocado protestas que pudieran suscitar desórdenes. El director del “cinema” del Coliseo ha hecho caso omiso de la prohibición, incurriendo en once contravenciones, de las que hoy debe responder. Pero él ha alegado que la decisión del alcalde es ilegal, y pretende hacer de nuevo florecer en Valenciennes ese rosal, que, según asegura, es la locura del público. ¿Ganará la causa y llegaremos a ver a la Justicia poner en un aprieto al cargo administrativo?

En suma, ¿ese debate cinematográfico es nada menos que un conflicto de poderes?

A decir verdad, “El rosal de madame Husson” ha sido autorizado por la censura. Trátase, recordarán quizá nuestros lectores, de la graciosa historia de una buena señora que tiene la noble ambición de estimular la virtud femenina, y no pudiendo encontrar una joven virtuosa en el pueblo, evidentemente poco afortunado, en que su mala suerte le hacer residir, decídese a premiar a un rosal un poco necio. Isidora (sic) (que tal es su nombre), con su gran vestido blanco y un ramo de azahares en el sombrero, no hace mala figura durante la ceremonia. Pero hacia el atardecer, excitada (sic) por un esplendido almuerzo, pierde de pronto toda su compostura, se fuga a París y vuelve muy tarde, en estado de embriaguez y con el vestido blanco lleno de manchas. “Su persona – añade Guy de Maupassant – olía a toda clase de lupanares y toda clase de vicios.” La frase es a la vez discreta y evocadora. El “film”, evidentemente ha necesitado recurrir a la evocación por medio de imágenes. Tal es la ley del séptimo arte, incluso desde que ha dejado de ser mudo. Estas imágenes han sido muy diversamente juzgadas; unos las encuentran de buen gusto, y otros de mal tono.

Este último juicio fue compartido en Valenciennes por la Federación Católica y la Unión de Familias numerosas, que además sostienen la opinión de que “El rosal de madame Husson” se presta demasiado a desanimar a la virtud abrumándola con la ironía.

Ellas son las que han obtenido del alcalde el decreto en litigio. Ellas se muestran parte civil por el órgano de M. Delcourt. (Febus)

 

 

Publicado en El Sol, el 8 de julio de 1932

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J. M. Ramos González

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