La Época, 7 de octubre de 1885

 

LIBROS NUEVOS

 

Bel-Amí, por Guy de Maupassant. Editor, Havard. Paris

 

Guy de Maupassant parece que se ha propuesto poner su envidiable talento y su delicado instinto artístico al servicio de la mujer.

Bel-Ami, su primorosa novela última, es una especie de panegírico de las mujeres, pero de las mujeres sin distinción de clases ni de condiciones morales.

Lo cual en cierto modo no deja de se un poco arriesgado.

Según las teorías a que obedece la interesante narración del misantrópico escritor normando, el amor es la única palanca para todo el mundo.

Como se le tome por escabel, es ascenso y la prosperidad serán rápidos y seguros.

Es esta una doctrina demasiado utilitaria para que se la acepte como sistema filosófico sin reservas mentales.

Pero el autor la presenta exornada con ropaje de tan brillantes matices y tan delicados tonos, que deslumbra y fascina.

Mr. de Maupassant defiende a la mujer a capa y espada; todas, buenas y malas, inteligentes y necias, discretas y ligeras, feas y hermosas, son superiores a sus maridos y a sus amadores en inteligencia, en carácter y hasta en corazón.

El hombre las explota, por lo común, para determinados fines.

Afirmación de índole tal es insostenible en buena lógica.

Que haya hombres que utilicen la flexibilidad, la impresionabilidad y la intuición finísima de la mujer en provecho propio, nadie puede negarlo; pero constituyen una minoría insignificante, aun en la misma Francia, cuyas costumbres sociales no son, a la verdad, todo lo correctas que la moral tiene derecho a exigir.

Bajo este punto de vista, el autor, o quiere mal a sus semejante, a todos los hombres, o se deja arrastrar por un pesimismo sistemático.

El héroe de la novela de Maupassant, Duroy, se entrega en brazos de las mujeres, y no hay cosa que no alcance, gracias a la influencia de sus amigos; es, como se ve, un Alphonse vulgar. Es un buen mozo, pero no agrada más que a primera vista; la osadía sustituye en él a la fuerza virtual del genio, de que carece, y su presencia de ánimo es del momento, nada más.

Comete torpezas impropias de un hombre formal y serio; pero obra así inconscientemente, más bien que  por el cálculo.

En una palabra: es un Tenorio afortunado, sin merecerlo.

Vive entre mujeres de una clase especial y originalísima; siempre alegres; siempre nadando entre el oro y el lujo; mezcla informe de vulgaridad y de arte, de espíritu y de poseía, mujeres que brillan, que triunfan, que lo dominan todo, pero que para el observador experto se denuncian a sí mismas en una palabra perdida, en un detalle del mobiliario, en un arranque súbito, a veces en un accidente de su toilette.

Duroy recorre, por así decirlo, toda la escala de la vida.

Tiene amigas, prospera por ellas; jóvenes y viejas le sirven por igual en su carrera; las deja, las desprecia, las vuelve a tomar, se casa, aguanta las infidelidades conyugales, y de todo saca provecho.

En, en fin, uno de esos seres miserables que inspiran a la vez vergüenza y lástima.

Maupassant ha sabido presentar, sin embargo, el tipo de su protagonista con tales efectos de claro-oscuro, que el lector ríe frecuentemente al ver pasar ante sus ojos las chispeantes aventuras del audaz industrial que comercia con la moral, sin parar mientes en escabrosidades de ningún género.

Descripciones admirablemente bellas, ocurrencias donosísimas y forma esencialmente artística, dan relieve a esta novela. Bel-ami es un poema espolvoreado con mostaza: he ahí su interés.

 

Publicado en La Época, el 7 de octubre de 1885

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por José M. Ramos para

http://www.iesxunuqueira1.com/maupassant