El Globo, 19 de octubre de 1901

 

AUTORES Y CÓMICOS

 

El ministro de Instrucción pública de Francia se muestra dispuesto a suprimir el Comité de lectura, que admitía o rechazaba las obras literarias en el teatro de la Comedia. A su juicio, ese Comité es un Jurado inútil, cuyas funciones a nadie contentan, puesto que le atraen el enojo de los autores y el desvío del público. Quiere el ministro que de hoy más sea Julio Claretie el encargado de leer las obras presentadas en el teatro de la Comedia y el que asuma la responsabilidad que se deriva de aceptarlas o rechazarlas.

Hay indicios para suponer que monsieur Lyegues no ha tomado, motu propio, esa actitud de hostilidad a los cómicos, cuya suficiencia quedará definitivamente recusada de suprimirse el Comité de lectura, sino que procede aleccionado por unos cuantos literatos franceses, que se consideran vejados porque se les somete al dictamen de los actores.

A poco de morirse Guy de Maupassant, Claretie, que desempeñaba entonces, como ahora, la dirección artística del teatro de la Comedia, refirió una anécdota de la vida del insigne novelista. Este se presentó una vez en casa de Claretie, le dijo:

– Dentro de tres meses le traeré a usted una obra en tres actos.

– Muy contento y muy honrado – comentó Claretie – acepto el ofrecimiento.

–Ahora bien –añadió Maupassant, – impongo una condición.

–Venga – repuso el director de la Comedia.

– Que mi obra no sea sometida al juicio del Comité de lectura. Quiero, amigo Claretie, que si mi obra no le gusta a usted me lo diga francamente. Yo la retiraría, y asunto concluído.

Procuró el director del teatro disuadirle de aquella obstinación contraria al Comité de lectura, y no lo consiguió: Maupassant no quiso avenirse jamás a que unos cuantos señores, esclavos de un arte imitativo y secundario, fuesen árbitros en un arte de creación personal.

¿Tienden estas reflexiones en menoscabo de los cómicos? De ninguna manera. Yo admiro a ciertos actores inteligentes, estudiosos y sencillos, que esquivan la misión de juzgar las obras literarias porque no se consideran capacitados para ejercer esa delicada función. Lo más lastimoso es que esa clase de actores no abunda, sino que, por el contrario, escasea. Y en países donde la presunción suple a la cultura y la impresionabilidad toma oficio de sentido crítico, lo mejor es que no pensemos en Comités de lectura ni en direcciones artísticas.

 

 

LORENA

Publicado en El Globo, el 19 de octubre de 1901

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos para http://www.iesxunqueira1.com/maupassant