El Heraldo de Madrid, 30 de agosto de 1900

 

LA LOCURA EN LA LITERATURA

 

Nietzsche, muriendo loco, hace más ruido en París que ese otro alemán, el conde Waldersee, mariscal, generalísimo... que vivo, cuerdo y vestido de todas armas, va a acabar con el Imperio del infeliz Konang-Su. Waldersee podrá mandar las tropas francesas que fueron a Pekín... Nietzcshe manda en el mundo filosófico y literario de París. Aquél es jefe por accidente; éste es jefe por sí mismo. Y la victoria en la batalla del pensamiento «por la dignidad humana» será más duradera que la victoria en la batalla de las armas por arrancar un jirón más a la tierra china.

La locura de Nietzsche ha probado una vez más que el genio es vecino obligado del manicomio. El doctor Grasset desmostrólo recientemente con una lúgubre estadística. Grasset recordaba a Newton, loco de remate; a Zimmermann, O’Connell, y Donizetti, locos; a Juan Jacobo escribiendo a Dios una carta que dejó en el altar de Nuestra Señora de París; a Comte, errabundo por calles y plazas; a Dante, chiflado; a Guy de Maupassant, buscando sus ideas en los rincones de una celda; a André Gill, en Charenton; a Schopenhauer, que se quemaba las barbas en vez de afeitárselas, y que daba bofetadas y puntapiés a los hosteleros que escribían con dos pes el nombre del filósofo en las cuentas que le presentaban.

Trabajar desinteresadamente por la Humanidad, enloquecer por ella, morir por ella, mientras el mundo sigue sin enterarse, y el buen burgués, después de zamparse un opíparo desayuno, va a buscar en el periódico la última mueca del loco en el manicomio y sonríe satisfecho porque el periódico le ha dado por cinco céntimos una lectura interesante...

 

LUIS BONAFOUX

 

 

Publicado en El Heraldo de Madrid el 30 de agosto de 1900

Propiedad y fuente: Hemeroteca Nacional (BNE)

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