El Imparcial, 16 de junio de 1896

 

TOLSTOI

Sus juicios literarios

 

El conde León Tolstoi vive en una casa de campo próxima a Iconaia Poliana, una aldea a seis horas de Moscú.

Es vegetariano, no bebe vino ni fuma.

Por la mañana trabaja, por tarde pasea, y la noche, hasta la hora de descanso, la pasa enveladas de familia.

Tiene ocho hijos, cinco de ellos varones.

Su salud se ha resentido mucho desde el año pasado en que padeció la gripe. Le gustaba montar en bicicleta, pero se lo han prohibido.

Menosprecia a Ibsen, admira profundamente a Victor Hugo, y lee siempre a Alejandro Dumas con placer infinito. Tiene a Maupassant por un gran escritor, a cien codos por encima  de todos los otros, porque poseía como ninguno el don de ver y de decir, era un observador como ya no hay, y su forma tenía la pureza del metal precioso. Maupassant vale para Tolstoi muco más que Flaubert y Zola.

De Zola le gusta mucho Germinal y hasta comprende que haya escrito La tierra, porque el aldeano forma las tres cuartas partes de la humanidad y merece que se le estudie. Pero ¿La Bestia humana? ¡Describir los caminos de hierro! El escritor no tiene el derecho de limitar así voluntariamente su campo de observación y cuando lo hace es vana su obra.

Las demás obras de Zola no las ha podido leer hasta el final. No ha podido pasar de las cien primeras páginas de Lourdes y ha renunciado a leer Roma.

Le parece que ya no está muy en boga Zola y le conceptúa, en suma, un escritor diligente y pacienzudo.

No es tan severo con otros célebres escritores, pero tampoco se entusiasma mucho con ellos. Aprecia el talento de Alfonso Daudet, no le gustan las novelas de Paul Bourget, aunque estima los Ensayos de psicología, los Nuevos ensayos y las semblanzas de Taine y Dumas hijo.

 

Publicado en El Imparcial, el 16 de junio de 1896

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

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