laopiniondemurcia.es  19 de mayo de 2011

´Dicha y posterior desdicha de un artista´
"Buen amigo (Bel-Ami)", de Guy de Maupassant (novela, editorial Alba Clásica, 2011)

"Cuentos completos de terror, locura y muerte", de Guy de Maupassant (Editorial Valdemar, colección gótica, 2011)
 

     La obra del imprescindible escritor decimonónico francés Maupassant está conociendo grandes reediciones últimamente en España. No por el grosor (del sin embargo casi siempre breve escritor) que tienen esos tomos, aunque también, sino por lo cuidado de las ediciones en tapa dura, y por lo numerosas que están siendo tras habernos pasado décadas casi sólo disponiendo de ediciones baratas aunque ejemplares -las de la antigua Alianza Editorial bolsillo, por ejemplo-. Esto desmiente una vez más la aseveración de los apóstoles de internet de que "la imprenta está acabada". También son grandes reediciones, evidentemente, por la enjundia del legado de este relativamente desordenado artista que le llevó a decir a nada menos que al gran obseso del perfeccionismo literario Gustave Flaubert, amigo de su madre y, se rumorea, padre natural de Guy aquello de: "hay que trabajar más, jovencito, demasiado deporte y demasiadas putas". Maupassant nació en una familia de la alta burguesía normanda, aunque pronto se instaló en las delicias del Sena de París, por entonces lugar frecuentado por agradecidas damiselas de cintura de avispa y fornidos remeros con camiseta de rayas (Maupassant era uno de aquellos remeros, pues, hasta que la enfermedad lo invadió, aunó ejercicio físico con intelectual, y desde luego no fue ningún precedente de los literatos "gafapastas" de hoy en día). Maupassant era funcionario, como buena parte de los franceses urbanitas de entonces (había que administrar las posesiones planetarias de la entonces poderosa Francia), pero, como se puede imaginar, aportaba poco por ese puesto y dedicaba su intenso tiempo al remo, a dejarse el dinero y sus mejores esfuerzos en las señoras y en los ratos de ocio, a escribir piezas magistrales, tanto en cuento como en novela.

     "Buen amigo (Bel Ami)" ya estaba desde hace muchos años editada en nuestro país, fue de las primeras novelas de Maupassant en traducirse al castellano europeo, pero acaba de tener su edición quizás definitiva. Es de la época de tremendo éxito popular de Maupassant, en la cima de su vigor físico y mental, una historia deliciosa (aún con sus rebordes cortantes) sobre un ambicioso joven que descubre que, "a través de las mujeres se llega más deprisa" y una observación filosófica suprema, que trasciende las épocas, de plena vigencia hoy día: para triunfar no hace falta talento ni luces, sino simplemente "el deseo de triunfar". Todo el estilo cristalino como las salpicaduras de aquellas jornadas veraniegas de Maupassant junto al Sena están aquí, y el escritor va contando enormidades con estilo como casual, lo que entonces se llamó "naturalismo". Ya está suficientemente dicho en multitud de lugares, pero ese "naturalismo" lo encontraremos mucho más tarde por ejemplo en cineastas de la observación como Eric Rohmer. "Buen Amigo" es una obra soleada aunque tenga sus zonas anfractuosas, una novela que nos dice bastante del período dulce que atravesaba Maupassant en su agitada vida íntima como en su vida pública.

     Contraria es la colección de "Cuentos completos de terror, locura y muerte", que reúne por primera vez colecciones de cuentos editados de forma aleatoria aquí y allá, nunca de forma completa y por esta clase de temática. Bastantes de estos cuentos son de la época final de Maupassant, cuando empezó a sentir los primeros síntomas (y los segundos, y los terceros, en un angustiamiento progresivo y plenamente justificado, porque acabó de forma atroz) de la que se dice -en este tomo- "enfermedad hereditaria" pero que en otras ocasiones se ha llamado de forma muy distinta: sífilis. En cualquier caso, la enfermedad de Maupassant iba invadiendo su cuerpo y mente, y vivió para contarlo hasta mucho más allá de lo que sería razonable. Acabó loco en una Institución y con el cuerpo completamente arruinado, él, que tanto lo había cuidado. El terror, la locura y la muerte son, decimos, estados muy ciertos de Maupassant en la vida real, no invenciones literarias. La alteración de la realidad que iba anotando en forma de cuento.
     Estos dos libros son el haz y el envés de su vida. Las risas y los crujidos. Los tiempos de dicha y de desdicha. Una lección de vida, cuando ésta es definida cínicamente como "un interesante argumento que termina siempre mal, con la muerte del protagonista". Y antes de la mala muerte demorada que tuvo un Maupassant sin embargo indecentemente joven, el espantoso terror de ver cómo se descomponen las vanidades del mundo mientras se va entrando sensiblemente en la locura, estado en el que escribió sus últimos cuentos, que, si uno tiene presente lo que estaba ocurriendo, no es ya que escalofríe leerlos, sino que apenas podemos mirarlos.

José Antonio Martínez Abarca
Publicado en laoponiondemurcia.es 19 de mayo de 2011