Mundo Gráfico, 28 de mayo de 1919

 

UNA RELIQUIA LITERARIA

 

La pícara curiosidad, hoy más grande que nunca para cuanto a las intimidades de los grandes artistas se refiere, parece como que se agigante y centuplica tratándose de la manera como éstos trabajan, tratando de reconstruir el génesis de sus obras, tan difícil de conocer, por una especie de inexplicable pudor de los interesados, que procuran presentar los frutos de su ingenio adobados y lindos, exentos de cuanto pueda revelar las fatigas de la gestación, y porque a ningún Maese Pedro le agrada ni poco ni mucho exponer al público los resortes, a veces inconfesables, que mueven su tinglado.

Efecto de esta sistemática curiosidad, hoy se aprecian en su justo valor, tal vez anteponiendo lo fragmentario a la obra total, los apuntes y bocetos de pintores, las  notas del carnet de novelistas y dramaturgos, los croquis de escultores y arquitectos... ¿Qué no daríamos hogaño por conocer las observaciones de Cervantes con destino al Quijote, borrajeadas en el respaldo de papelajos con cuentas de alcabalas? ¿Con qué dinero pagar un álbum de apuntes de Velázquez, o el memorándum melódico de Beethoven? Y, si no tanto, grande es también el interés que encierra la reliquia literaria a que estas líneas se refieren.

Trátase del esquema de una obra de Maupassant. De una novela que, por desdicha, quedó sin escribir, y esto quita alguna importancia al documento; pero aun siendo así, ¡con qué emoción se recorren esos breves párrafos en que el espíritu del genial cuentista flota con vaguead de ensueño! Cuando murió Maupassant, fue hallada entre sus papeles una cuartilla con el boceto de una novela. He aquí el curioso documento que tan poderosa sugestión ha de ejercer sobre todo el que tenga aficiones y anhelos literarios:

I. Un modesto empleado (Loisel). Su esposa desea ir al baile. No tiene alhajas. Pero una amiga muy rica (madame Forestier) puede prestárselas. Se las presta.

II. Los preparativos. El baile. Los hombros. Por qué está oculta (lo mismo que en casa de la condesa G...). Triunfo. La marcha al amanecer.

III. Retorno al hogar. ¡Las alhajas se han extraviado! ¿Qué hacer para restituirlas? Comparar otras análogas (40.000), y, como es natural, pagarés, deudas, el desastre. La pobreza.

IV. Han pasado diez años. Se encuentra a madame Forestier. (No se habían visto entretanto: saludos, ¡cómo ha cambiado usted!, etc.) La de Loisel refiere lo sucedido. Asombro de la Forestier. «¡Pero, querida Matilde, si el aderezo era falso! ¡Valía quinientos francos, a lo sumo!» Conclusión.

Nada más. Esto es todo. Al soplo divino de la inspiración creadora, esas líneas pudieron trocarse en una obra maestra, que acaso hubiese eclipsado a La maison Tellier, el Horla o Las termas de Monte Oriol. Como tributo admirativo al compañero muerto, los íntimos de Maupassant impusiéronse la labor de desarrollar el croquis novelesco. Eran los tales amigos, como quien nada dice, Carlos Dickens, Edmundo de Goncourt, Emilio Zola y Alfonso Daudet. Los cuatro vivían con Maupassant en Issy-les-Moulinaux, formando una «república» de donde salieron obras maestras, asombro del mundo. Cada cual se hizo cargo de un capítulo, y trabajaron con celo fervoroso para rendir al hermano ausente el postrer testimonio de su afecto.

Y esto no obstante, la obra resultó feble, desvaída, incolora. No era posible de otro modo. Siempre difíciles las colaboraciones, tienen que resultar malamente con un colaborador de ultratumba. Además, ¿cómo hermanar los temperamentos disímiles, antagónicos? Zola, trascendental en demasía para asunto tan sutilmente frívolo; Dickens, demasiado... inglés para cosa tan parisina; y los mismos Goncourt y Daudet, menos alejados temperamentalmente de Maupassant, ¡no eran él!

Pero, aunque deleznable la obra total, es evidente el interés de esa cuartilla, que, como curiosidad literaria, bien merece un recuerdo.

Augusto Martínez Olmedilla.

 

Publicado en Mundo Gráfico el 28 de mayo de 1919

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

Digitalizado en el presente formato por J.M. Ramos González para

http://www.iesxunqueira1.com/maupassant

 

 

Nota de J.M. Ramos.- En mi libro La Ecuación Maupassant, denuncio esta especie de burla o broma hacia el lector poco avezado en la vida y obra de Guy de Maupassant. El artículo del Sr. Martínez Olmedilla es un refrito o plagio del publicado en La España Moderna en noviembre de 1910, firmado por un tal Fernando Araujo, bajo el titulo Un plan de novela de Maupassant. Nunca existió ese refrito del célebre cuento de Maupassant El collar.

Reproduzco el párrafo que he escrito a tal efecto:

 

Tal es la naturaleza de la imaginación, fantasía o improvisación de su autor, que quedamos atónitos ante lo que leemos.

En primer lugar, no hay ninguna referencia en las biografías de estos escritores que nos indique que vivieron en régimen comunal. No obstante, las fechas nos desvelan la farsa:

Se nos dice que Dickens sobrevivió a Maupassant. Dickens murió en mil ochocientos setenta (1870) y Maupassant en mil ochocientos noventa y tres (1893) (escribo intencionadamente los años en su expresión alfabética y numérica, para que nadie pueda pensar que hay algún tipo de error tipográfico)

El argumento que, pese al modo telegráfico, está resumido con toda exactitud de detalles, se trata del célebre cuento de Maupassant La Parure, traducido al español por el Collar y en otras ocasiones por El Aderezo. Este cuento fue publicado por primera vez en Le Gaulois el 17 de febrero de 1884, atribuido íntegramente a Maupassant, y la primera traducción documentada al español, de la que tenemos constancia, fue publicada en la revista España y América el 21 de agosto de 1892, bajo el título « El collar de diamantes », todavía en vida de Maupassant.

¡Gazapo donde los haya!

Algunos críticos siguen sin molestarse en contrastar la veracidad de lo que van a firmar con el único afán de rellenar un papel en blanco; eso sí, cobrando a tanto la línea.

Con este tipo de anécdotas, ¿qué pensar de la crítica literaria en la prensa diaria de principios del siglo XX? ¿Picaresca, falta de rigor, incompetencia, prisas?...De todo un poco.