El País, 20 de agosto 2012
Patxi López y Bola de sebo
por Julio Gutíérrez.
Bola de Sebo, la lozana y mantecosa muchacha del cuento de Maupassant, toma una
diligencia. El lehendakari, Patxi López Álvarez, también se subió a otra en mayo
de 2009. Mientras que nuestra muchacha ocupará plaza de pasajera, nuestro
político se subirá en el pescante del carruaje ocupando el puesto del antiguo
mayoral Ibarretxe, puesto que los caballos estaban derrengados por el restallar
sin descanso del látigo de Juan José sobre sus grupas —el célebre “raca raca” de
Peridis—. La diligencia conducida por López está recorriendo un camino erizado
de dificultades: el final de ETA, la crisis, el hundimiento del PSOE, etcétera.
No menos tortuoso fue el de Bola de Sebo. Tras trece horas de nieve, una pensión
habrá de proporcionarles viandas y cobijo para pasar la noche. A la mañana
siguiente, empero, un oficial prusiano les impide retomar el viaje.
Todos desconocen a qué obedece el capricho del militar. Todos
no. Bola de Sebo sabe que de no encamarse con el prusiano el carruaje
permanecerá varado. Al carruaje del lehendakari no sólo un oficial prusiano le
ha intentado entorpecer la marcha: el PNV —pues creía y cree que el coche de
caballos es suyo—; la izquierda abertzale —esos supuestos apellidos maketos sólo
pueden hacerse perdonar si se es un buen maketo, es decir, un maketo
nacionalista vasco—; y varios compañeros de viaje, esos supuestos amigos
constitucionalistas tan partidarios del cuanto peor mejor —algunos, como
escribiría Maupassant, son de la naturaleza de las ortigas—.
Con el correr de las horas, el enfado de los pasajeros irá
resbalando del militar prusiano a la propia Bola de Sebo. Y así oiremos decir:
“Puesto que el oficio de esa bribona es hacerlo con todos los hombres, me parece
que no tiene derecho, si no rechaza a otros, a rechazar a éste. Demasiado
sabemos que no hacía ascos a nadie… Y hoy, cuando se trata de sacarnos del
apuro, ¡esta mocosa se hace la remilgada!” Al final, Bola de Sebo despertará en
la cama del oficial prusiano. Para muchos, López también amaneció en la misma
cama tras su pacto de gobierno con el PP. Pero no. Esa unión fue tan necesaria y
legítima como caprichosa e ilegítima es la de Bola de Sebo.
Y regresó el traqueteo a la diligencia. Y en su interior,
Bola de Sebo era transparente. Ni le dirigían la palabra. Y ella “se sentía
ahogada por el desprecio de aquellos honrados bribones que primero la habían
sacrificado y después rechazado, como una cosa sucia e inútil”. “La revolución
de la normalidad”, se cuenta que está siendo la legislatura de López: un buen
Gobierno que ha representado a todos los vascos, repito, a todos los vascos con
dignidad, en vez de ensimismarlos, dividirlos y confrontarlos. Bien en otoño,
bien en primavera, tendremos el mismo o un nuevo mayoral en la diligencia vasca.
De ustedes y de mí depende. Y yo les pregunto: ¿le daremos a López el mismo
trato que aquellos miserables pasajeros a Bola de Sebo?